Causas de fracaso en la gestión de los equipos

Critica mordaz: equivocarse es humano, pero cargar las culpas sobre los demás lo es todavía mas. Que fácil es criticar y que difícil es aportar soluciones y ponerse en los zapatos de los demás.

Individualismo, egoísmo, egotismo: trabajar y participar solo en aquello que viene bien para los intereses personales es “un virus” que da al traste con una buena gestión de equipos. Cuantas veces se confunde el trabajo en equipo con culpar a otros de los malos resultados.

Que difícil es realizar un autodiagnóstico equilibrado y reconocer los errores propios y actuar en consecuencia.

Intolerancia: No escuchar, no respetar las opiniones de los demás, creerse en posesión de la verdad es otro de las enfermedades que padecen algunos miembros de los equipos y por añadidura el propio equipo. ¿Cuántas veces
confundimos el estas conmigo o contra mi?. Que difícil es saber escuchar y que difícil cultivar la tolerancia y las buenas y/o rectas relaciones.

Orgullo: La satisfacción personal es legitima, pero cuantas veces la arrogancia, la vanidad, el exceso de estimación nos conduce a la soberbia, la inmodestia, la altanería, etc. y por consiguiente a la critica, al individualismo y a la intolerancia.

Que difícil es ser humilde y encontrar la justeza en todas nuestras acciones y relaciones.

Obstinación: Cuantas veces la terquedad, la testarudez nos conduce al ofuscamiento, la resistencia, la intransigencia y la división. Que difícil es cultivar la simpatía, la paciencia, la exactitud y/o el sentido de proporción.

Prejuicio: El efecto de prejuzgar es la actitud de dividir y de separar a una persona debido a su pertenencia a un grupo determinado. Cuantas veces descalificamos personas, hechos, planteamientos, etc. por el simple hecho de ser de otra “etnia o departamento”.

Que difícil es integrar y cultivar “el sentido humano” en todas nuestras relaciones.

Deseo de dominio: ¿Cuantas veces hablamos para convencer y no para imponer? ¿Cuantas veces hablamos para
unir y no para dividir? ¿Cuántas veces hablamos con una sonrisa y no con ese rictus característico de enfado y engreimiento?

Silencio: El silencio esta bien y es una herramienta esencial para observar y escuchar. Pero el miedo al que dirán o el miedo a opinar por falta de “fluidez y/o timidez” es otra de las causas principales de incomunicación en los equipos y por lo tanto del fracaso en la gestión de los mismos. ¿Cuántas veces te
has ido de una reunión con la sensación de no haber expresado tu opinión o alguna idea o pensamiento?

Fuente: http://web.jet.es/amozarrain/index.html