Desarrollo histórico de las ciencias sociales

A través de la historia, sobre todo la historia moderna tanto europea como estadounidense, en el mundo de la educación escolar las ciencias sociales han ocupado el papel de formar la «conciencia nacional» de los estudiantes en los distintos países. Por supuesto, para insertarlos en la ideología dominante ”generalmente conservadora o liberal” más que en el ámbito de la instrucción y la cultura. El currículum en ciencias sociales se adopta de forma paralela a la introducción de la escuela estatal. La historia y la geografía se convierten en saberes modernos con un espacio relevante en el currículum escolar.

La siguiente es, prácticamente, una síntesis muy apretada del recuento histórico de Ernesto Gómez (1996: capítulo segundo), respecto al desarrollo de las ciencias sociales en el mundo, que servirá como guía, junto con otros textos acerca del tema en México y en América Latina. Una escuela cuya función era la de educar para formar «buenos ciudadanos«, con relación a un monarca y particularmente con relación a una burguesía emergente, con la idea del progreso social. Había que enseñar nuevos valores democráticos. Los nuevos programas ya no eran catecismos religiosos para ensalzar a la Iglesia, la nobleza o el rey, sino catecismos políticos.

La enseñanza de la historia, ya para mediados del siglo XIX, frente a las ideas socialistas provocadas por la expansión capitalista y la revolución industrial, se convierten, al parecer, en un reflejo directo del Manifiesto del Partido Comunista, en un currículum moral que a la postre busca que la historia sea un instrumento para la formación de «patriotas«, desechando o modificando el significado y la idea primitiva de ciudadanía (Giollitto y Citron en Gómez, 1996: 69). «El régimen acudía a las ciencias sociales y a la historia para proporcionar una base para la moralidad republicana que pudiera sustituir las enseñanzas religiosas de sus oponentes clericales» (idem).

En suma, si el currículum social de la Ilustración buscaba formar ciudadanos, tenía una función ideológico-formativa con una finalidad transformadora del orden social imperante. Así, los acontecimientos históricos, políticos y sociales seleccionados buscaban el acceso del proletariado al poder, consolidar el Estado y la Revolución Industrial.

Por su parte, en su momento la burguesía lo que buscaba era formar patriotas,educar socialmente con una función instructiva-cultural y una finalidad legitimizadora, para consolidar el nuevo orden social establecido.

Así, en Francia, como en Italia, Gran Bretaña y Noruega, el currículum en ciencias sociales en la escuela moderna es un pretexto para afirmar el inicio de la educación pública; la historia y la geografía enfatizaban los héroes y las hazañas del pasado «glorioso» de las naciones y las cuestiones de la identidad nacional.

A diferencia de estos países, Estados Unidos de Norteamérica y Argentina, al considerarse Estados nuevos, sin ofrecer valor a sus aborígenes y por lo tanto sin «héroes» y «hechos históricos» qué destacar, hablaban en el currículum social de las culturas que los habían colonizado, y de las que se habían independizado, como de sus orgullosos orígenes.

En México, Gabino Barreda (1818-1881), a través de la Escuela Nacional Preparatoria, proponía una reinterpretación de Compte y Spencer para la educación. «Las ciencias sociales se introducen lenta y débilmente a nuestro país por las viejas facultades de humanidades: filosofía, historia y derecho. Las tesis de pensadores como Saint-Simon o Marx se analizan en las agrupaciones obreras.

El currículum en ciencias sociales ha cumplido una función muy importante en sentido político: la de alimentar el sentido de pertenencia a una cultura con una historia común y en una tierra compartida; lo mismo para los nacidos ahí, como para los recién llegados, como se hace actualmente en los Estados Unidos de Norteamérica en cuanto a los requisitos para aceptar a los inmigrantes como ciudadanos norteamericanos. En Estados Unidos aparece la asignatura de «civismo» para abultar el instructivo-cultural del currículum social, con la enseñanza de valores americanos y el conocimiento de la Constitución.

Así se pasó de la tendencia formativa a la instructiva durante el siglo XIX y las dos primeras décadas del siglo XX, juntas la historia, la educación cívica y la geografía. Los contenidos se servían de la historia para formar al «hombre virtuoso», desarrollar la idea de continuidad lineal del tiempo desde la antigüedad, conocer los pueblos y las personas y obtener lecciones de política y moral con ejemplos sacados de los siglos pasados. Utilizaban el método biográfico como el método natural del estudio de la historia. Tenía, pues, esta formación dos finalidades: contribuir a la educación intelectual, al ser instrumento para transmitir la cultura social, y contribuir a la educación moral desde una base patriótica.

A finales del siglo XIX y en las tres primeras décadas del siglo XX, surgen nuevos planteamientos educativos y epistemológicos de la llamada Escuela Nueva o Activa (Ferriere, Claparède, Reddie, Montessori, Lietz, Kerschensteiner, Declroly, Dewey) que influyen determinantemente sobre el currículum social. La geografía se desarrolla y divide en geografía política, geografía económica, et alter. La historia se desarrolla extraordinariamente con especialidades derivadas de los periodos o temáticas abordadas. Nuevas ciencias sociales se especializan, como la antropología, la sociología y la economía, ciencias que buscarán su espacio en el curriculum social escolar.

Una de las características más importantes es que buscaba ligar la escuela con los problemas sociales y culturales, además de la importancia que daba a los sentimientos comunitarios y a la idea de formar alumnos activos para una sociedad democrática.

Tendrían que llegar los social studies en Estados Unidos, una «revolución en el curriculum social«, como dice Gomez (op. El movimiento de los social studies se originó a finales del siglo XIX, en el paso de una sociedad agraria a una industrial en los Estados Unidos, con una vida cada vez más urbana. El curriculum se orientó entonces a una perspectiva sociológica, para preparar al alumno en y para la vida social: preparar a los ciudadanos y ciudadanas en la democracia que se ofrecía a través de los contenidos de los cursos.

Es interesante esta discusión porque se siguen debatiendo estos temas con influencia en los curricula de ciencias sociales. El primero proponía la educación socialista y, entre otros temas, la enseñanza de la historia como evolución de las instituciones sociales, dando preferencia al hecho económico como factor de la sociedad moderna. Por su parte, Caso se oponía y decía conformarse con una orientación hacia los problemas sociales, «pero no con la consagración a un sistema social definido, el colectivismo como credo de la universidad…las teorías son transitorias por su esencia», ”según decía.

En los años cuarenta, se desarrolló en Estados Unidos la idea de la education for life adjustment, o educación para la vida, es decir, eficacia social a través del estudio de los problemas de la moderna sociedad tecnológica. Hanna plantea una nueva propuesta para los social studies, la Expanding enviromment of man, oexpansión del entorno, que se iniciaba en el marco donde se producían los contactos sociales más frecuentemente experimentados por el alumnado, ”en el hogar”, y se extendía gradualmente en la primaria: la escuela, el barrio, la comunidad, el estado o región, la nación, el mundo (occidental). En la secundaria: la geografía mundial (occidental), historia de los Estados Unidos, civismo (ciencia política), historia mundial (occidental), historia de los Estados Unidos y problemas de la democracia.

Para los años cincuenta y fines de los sesenta, se desarrolla una nueva revolución en el currículum social: los new social studies. Al final de la segunda guerra mundial, con el liderazgo de los Estados Unidos y a través de un grupo de países secundados por la UNESCO, se desarrollan reformas estructurales y curriculares en los sistemas educativos nacionales, llevando a una crisis de identidad en la educación social.

Jerome Bruner (The proces of education) sobresale con sus propuestas para establecer nuevas bases psicológicas (básicamente su interpretación de Piaget) y educativas que influirían en el curriculum de social studies. Se desarrollaron dos corrientes: la aproximación a las estructuras de las disciplinas, (Bruner y otros) que consideraban a los social studies como una federación de materias centradas en los conceptos y generalizaciones de las disciplinas sociales, utilizando el descubrimiento y la investigación como formas prioritarias de aprendizaje.

Los social studies no eran aquí una federación de disciplinas, sino una fusión de materias para desarrollar a la ciudadanía en una sociedad democrática (Dewey y otros). El movimiento norteamericano de los new social studies, influyó sobre todo en los países anglosajones. En los nuevos planes de estudio se introdujeron los movimientos de la new history y new geography, que calificaban de obsoleto el modelo disciplinar y la pedagogía de ambas materias, contra lo cronológico y el exceso de contenidos sin relación mutua, ni sentido para los alumnos. Querían que los alumnos se introdujeran en los métodos históricos que trataran con fuentes primarias; con objetivos educativos precisos, así como sustentar la enseñanza en la psicología del aprendizaje para prestar atención especial a la historia contemporánea.

Había otra corriente de los new social studies que pretendía introducir los contenidos y estructuras de diversas ciencias sociales. Surgirían programas distintos de historia, geografía y ciencias sociales; historia y humanidades. Algunos de éstos como el Humanities Curriculum Proyect, buscaba una visión global de las humanidades, con el estudio y la comprensión de la conducta y la experiencia humana, las ciencias sociales, la historia, la geografía, los estudios religiosos y el inglés.

En Francia se introdujo, en el currículum social de la escuela elemental, un área llamada activités d` éveil, que era similar a los NSS y a la new history. En la enseñanza secundaria se mantenía la división historia-geografía en términos disciplinares, con historia diacrónica, el estudio del medio geográfico, una iniciación a la economía, la sociología y la política.

Ya para los años 70, y ante los hechos sociales ocurridos en los Estados Unidos en la década anterior, los social studies se fragmentan, dando paso a una nueva concepción llamada la revolución afectiva. Esta nueva tendencia, incorporó problemas sociales como las desigualdades con las minorías étnicas y con las mujeres, la educación multicultural, la educación global, la educación ambiental, la educación para la paz, la educación para el consumo, etc. Era una oportunidad para reexaminar las estructuras de valores propias del alumnado. Parecía un movimiento que cultivaba el corazón para vencer la injusticia y actuar moralmente. Algunos regresaron a los planteamientos de los sesenta y a la educación ciudadana.

Así, entre que se desestructuraba el currículum social, pero ganaba amplitud de disciplinas y problemas a tratar, otros intentaban estructurarlo con líneas específicas, o lo más seguro, volvían a las disciplinas (3). «Durante los años sesenta los valores fueron considerados como variables a tener en cuenta, pero muy «controlados» en el análisis de la sociedad; en los setenta, los valores adquirieron la mayor importancia.» (Mehlinger, 1981, en Gómez, op. Uno de los criterios educativos ha sido el economicista sentido de la eficiencia, como formación del alumnado para una ciudadanía trabajadora y productiva que asegure la competitividad en los mercados internacionales. Otro ha sido el regreso a la educación social basada en enseñanza de las disciplinas sociales.

Probablemente el eficientismo sea una consecuencia de la presunta «superación» de la visión de la ex URSS y el comunismo contra Estados Unidos, donde persisten con mayor dramatismo las causas de la desigualdad antidemocrática y la injusticia, pero también donde «la idea del peligro» para los tecnócratas estadounidenses se mueve hacia la competencia que la Unión Europea y Japón representan para la economía norteamericana, observando el currículum como un elemento económico, para la competencia. Con Reagan y finalmente con Bush, se desarrolló el último intento neoconservador en la educación, el proyecto America 2000, que buscaba una enseñanza más eficaz, un currículum nacional con historia y geografía, sin referirse a los social studies y exámenes nacionales como el National Curriculum inglés.

Es más o menos claro que la educación en valores a través del currículum de las ciencias sociales puede construirse a través de materias o a través de problemas sociales; que se puede usar para reproducir los valores dominantes o para la crítica de los mismos; que se puede utilizar para apaciguar los miedos sociales ante el rompimiento de los esquemas y sistemas de valores de la modernidad.

Autor: Humberto Orozco Barba