Integrar a todos los educandos

Los educandos ocupan una posición fundamental en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Esto puede parecer obvio, pero no siempre se plasma en los hechos. La pandemia del VIH/SIDA, las discapacidades, los conflictos y la práctica del trabajo infantil hacen que millones de niños se hallen en situaciones sumamente desfavorecidas.

En el África Subsahariana, más de 11 millones de niños menores de 15 años han perdido por lo menos a uno de sus progenitores a causa del sida. Sus posibilidades de aprendizaje se ven a menudo mermadas por la necesidad de ocuparse de los miembros de la familia enfermos o de aportar ingresos al hogar.

Este tipo de situaciones exige la adopción de políticas que puedan responder a la diversidad de necesidades y circunstancias.

Una salud deficiente y una alimentación escasa afectan a la capacidad de aprendizaje del niño. Muchos países resuelven con éxito los problemas de salud y nutrición medianteprogramas centrados en la escuela que suelen proporcionar agua salubre, instalaciones de saneamiento adecuadas, tratamientos contra los parásitos intestinales, comidas en la escuela e instrucción para la adquisición de competencias básicas en materia de salud.

En los países donde el VIH/SIDA tiene una alta incidencia, el papel de la educación para prevenir la propagación de la infección es fundamental.

Hay grupos numerosos de educandos potenciales a los que se priva de los beneficios de la educación por el mero motivo de ser diferentes.

Se estima que en el mundo hay unos 150 millones de niños discapacitados, de los cuales sólo menos de un 2% están escolarizados.

Todavía no se ha zanjado la controversia entre los defensores de un sólido enfoque integrador del sistema educativo común y los partidarios de las escuelas especiales.

Como quiera que sea, la calidad de la educación impartida constituye un problema. En algunos países, a los docentes que han recibido una formación especial se les remunera menos de lo normal porque se encargan de un número más reducido de niños.

Una buena educación integradora supone gastos para adaptar los programas, formar a los docentes, elaborar materiales y hacer las escuelas accesibles. Habida cuenta de que la educación integradora sigue siendo el objetivo primordial, es posible reconciliar a los partidarios de ambas posiciones mediante la adopción de un modelo “dualista” que permita a los educandos elegir entre esos enfoques, en el marco de una política integradora.

Los niños de países afectados por conflictos o recién salidos de éstos necesitan apremiantemente que se les ofrezcan posibilidades de aprendizaje y apoyo afectivo. En una encuesta reciente realizada en 10 países en esa situación, se ha podido comprobar que hay más de 27 millones de niños y jóvenes sin acceso a la educación formal.

Lo ideal sería que los programas de enseñanza hiciesen hincapié en la nutrición, las instalaciones de saneamiento, la sensibilización al peligro de las minas, las actividades culturales, el deporte y los valores que promueven de la paz.

La Red Interinstitucional para la Educación en Situaciones de Emergencia (INEE)6 está elaborando un conjunto de normas mínimas a fin de ayudar a los miembros de la comunidad internacional, así como a otros protagonistas interesados, a lograr que los educandos que se encuentran en esas situaciones puedan beneficiarse de una educación de calidad suficiente.

Algunas alternativas a la educación formal ofrecen más flexibilidad y pueden ser necesarias para llegar a algunos educandos desfavorecidos. En la India, por ejemplo, el estado de Andra Pradesh está llevando a cabo un programa de enseñanza a distancia del que se benefician más de 100.000 participantes, entre los que figuran muchos desertores del sistema escolar, niños de determinadas castas y niños discapacitados. Este programa ofrece una equivalencia con el sistema formal de enseñanza primaria. Fuente: Libro de Educación para todos “El imperativo de la calidad” de la UNESCO.