Papel del estado en la economía

Finalmente se plantea cada vez con más insistencia la conveniencia o no de la intervención del Estado y las razones de esta intervención. El propio ciclo económico es una de estas razones. El Gobierno, mediante la política anticíclica o de estabilización, intenta evitar que la tendencia al crecimiento provoque fuertes oscilaciones y desequilibrios. Se trata de evitar las recesiones largas, e intentar que la expansión sea larga y sostenida, antes que registrar un año de un crecimiento espectacular que preceda a un estancamiento económico.

La estabilización como objetivo parece que sacrifica con frecuencia un objetivo de mayor importancia como es el pleno empleo. Cuando las recesiones son profundas y duraderas, el Estado debe asumir su papel tirando de la demanda y del sector productivo. El objetivo de equilibrio exterior y estabilidad de los tipos de cambio también es un fin que requiere la intervención del Estado.

Sin embargo, las críticas a esta intervención parecen igualmente justificadas. Para muchos, la intervención estatal a través de la política económica distorsiona más que equilibra. Los déficit públicos persistentes, la deuda en circulación y las perturbaciones inflacionistas son las más directas evidencias de esta excesiva intervención. Además, la participación excesiva del sector público en la demanda, en algunos países occidentales por encima o próxima al 50 por 100, es indicativa para estos autores de la posible pérdida de iniciativa y productividad del sector privado, con las implicaciones que ello supone desde la esfera económica y desde el ámbito político.

En este punto es difícil pero necesario mantener una postura equilibrada. El Estado es el principal agente económico, por su tamaño y poder, para alterar el entorno económico. Puede intervenir de muchas formas, como veremos, pero incluso aplicando la misma política macroeconómica, puede hacerlo de forma muy diferente desde la perspectiva microeconómica. Así, una política fiscal expansiva de incremento de gasto afecta a sectores muy diferentes de la economía según y cómo se articule. No es lo mismo contratar a nuevos funcionarios que hacer una autovía en una zona de bajo nivel de crecimiento; igual que el efecto de conceder subvenciones a empresas de sectores en crisis insalvables difiere de la política de otorgar ayudas para fomentar la exportación a industrias de sectores con ventajas estratégicas respecto a otros países.

Al estudiar él entorno económico y aplicar el análisis a un país, el sector público requiere, pues, una atención especial. Los condicionantes políticos, las relaciones con los agentes sociales y la geoestratégica internacional son algunos de los factores que determinan la política de un Gobierno y permiten aventurar el entorno futuro de los negocios. En ocasiones, los agentes económicos intentan ejercer su influencia sobre el Estado para conseguir actuaciones que alteren el entorno en beneficio propio. Este es, en cierta medida, el papel de las asociaciones empresariales, sindicatos, consumidores, etc.

En la actualidad, la dicotomía entre sistemas capitalistas o planificados ha dejado de ser relevante. No existen ni uno ni otro. El mundo occidental es un mundo de economías mixtas con fuerte participación del Estado, en el que quizá se esté reclamando de un lado moderar esta participación en beneficio de los agentes individuales; y de otro crear agentes e instituciones supranacionales que den solución a nuevos problemas que requieren una política conjunta: la ayuda al Tercer Mundo, el deterioro del medio ambiente y la deuda externa, entre otros. Problemas estos que ningún país puede afrontar por sí solo en un entorno económico y político cada vez más internacional e interdependiente.

Fuente: Apuntes de Macroeconomía de la Unideg