El objetivo de las tareas escolares

Hay quienes se preguntan si es efectivo sobre exigir a los niños con abrumadoras tareas para el hogar fuera de clase. Especialmente, aquellos niños que asisten amodalidades bilingües o con un segundo idoma intensivo, así como los que participan de actividades deportivas o artísitcas, parecen estar sometidos a una presión que mucho dista de lo que se espera que un niño deba hacer en la infancia.

Un artículo publicado en el Periódico La Nación de Buenos Aires, afirma que “Hay voces expertas, incluso, que proponen eliminar directamente los deberes. Como el docente e investigador norteamericano Alfie Kohn, quien sostiene que no existe ningún estudio que demuestre que los deberes favorecen la autonomía de los niños ni que beneficien su desarrollo intelectual.”

(…) “Si el tiempo está bien utilizado en la escuela, la tarea debe ser poca y, además, estar muy bien pensada para cumplir con una finalidad específica, ya que muchas veces en la propia escuela se pierde tiempo”, opinó la educadora y formadora de maestros Berta Braslavsky, que a los 93 años es una eminencia en temas educativos.

Para la doctora Silvina Gvirtz, directora de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés, los deberes no pueden utilizarse como “prueba para acreditar un saber”. Y sugiere que las tareas para el hogar se dicten sólo dos o tres veces por semana, en días establecidos en las escuelas de doble turno, y que no ocupen más de una hora para los chicos que cursan la primaria.

Entre los criterios adecuados para hacer de los deberes una herramienta eficaz de aprendizaje, los especialistas consideraron valioso “respetar el tiempo libre del niño para el juego, el deporte, la interrelación con sus padres y hermanos, y para que pueda desplegar su creatividad y no sólo estar concentrado en lo académico”, como señaló Braslavsky.

“El juego es sagrado y decisivo en la infancia, por eso la escuela, y más si es de doble escolaridad, debe ser prudente. Jamás debe dar tarea como castigo o de manera rutinaria para que los chicos hagan ejercicios repetitivos, mecánicos o de memoria, carentes de valor educativo”, dijo la especialista.

Y explicó que “no dar deberes tampoco tiene que ver con el abandono de la exigencia. Si se dan, deben estar orientados a desarrollar en los chicos el gusto y el interés por estudiar”. Braslavsky se mostró partidaria de priorizar después del colegio las actividades lúdicas como forma de expansión; la conversación con los padres, el intercambio y la lectura de buenos libros.

Gvirtz aconseja adecuar la tarea escolar a la etapa evolutiva del niño, incrementándola con prudencia a medida que avanza en su trayecto escolar. “Los deberes tienen que adecuarse a las realidades y necesidades de los chicos. Sirven para consolidar los conocimientos adquiridos y fomentar hábitos de responsabilidad, además de desarrollar el ejercicio de la autonomía de los chicos”, señaló.

Tras afirmar que el sentido de la tarea es consolidar el aprendizaje que se comenzó a recibir en la escuela, Gvirtz precisó que “los deberes no reemplazan las horas de enseñanza” y explicó que “la escuela tiene que formar al chico para que pueda aprender solo”.

Para él, los deberes sirven como criterio de diagnóstico. Por eso lo más importante es que “los deberes deben tener siempre algún tipo de devolución por parte del maestro”. Sugiere darlos en un solo día y con bastante anticipación, incluyendo el fin de semana, para que los chicos aprendan a administrar su tiempo. Y aconseja los deberes grupales como excusa de interrelación y de trabajo en grupo.”

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