Ciencia como forma de conocer diferentes alternativas de conocimiento

Conocimientos puede tenerlos cualquiera, pero el arte de pensar es el regalo más escaso de la naturaleza. 

Federico II 

Además de cualquier otra cosa que pueda ser, la ciencia es un modo de generar enunciados acerca de acontecimientos del mundo de la experiencia humana y de contrastar su verdad. Pero dado que la ciencia es sólo uno entre diversos modos de llevar a cabo esto, parece apropiado identificar primero todos ellos, especificar algunas de las diferencias más generales que existen entre ellos y localizar así a la ciencia dentro del contexto que ellos mismos proporcionan.

Federico II

Hay al menos cuatro modos de generar enunciados empíricos y de contrastar su verdad: “autoritario”“místico”“lógico – racional” y “científico” . Una diferencia esencial entre éstos es el modo en que cada uno pone la confianza en el productor del enunciado que se sostiene que es verdadero (esto es, se pregunta:¿Quién lo dice?); en el procedimiento mediante el cual se obtuvo el enunciado (esto es, se pregunta: ¿Cómo se sabe?); y en el efecto del enunciado (esto es, se pregunta: ¿Qué diferencia trae consigo?).

En el modo autoritario, el conocimiento se busca y se contrasta haciendo referencia a aquellos que están socialmente definid os como productores cualificados de conocimiento (por ejemplo, oráculos, ancianos, obispos, reyes, presidentes, profesores). El buscador de conocimiento atribuye la capacidad de producir enunciados verdaderos al ocupante natural o sobrenatural de una posición social determinada.

El procedimiento mediante el cual el buscador solicita a esta autoridad (oración, súplica, etiqueta, ceremonia) es probable que sea importante para la naturaleza de la respuesta de la autoridad, pero no para la confianza del buscador en esa respuesta. Más aún, aunque los efectos prácticos del conocimiento así obtenido pueden contribuir a la eventual deposición de la autoridad, puede ser necesario un gran número de disconfirmaciones efectivas antes de que esto suceda.

El modo místico (incluyendo su variedad alucinatoria inducida por drogas o tensión) está parcialmente relacionado con el autoritario, en la medida en que ambos pueden solicitar conocimiento de profetas, mediums, divinidades, dioses y de otras autoridades cognoscibles de modo supranatural.

Pero el modo autoritario depende esencialmente de la posición social del productor de conocimiento, mientras que el modo místico depende más esencialmente de las manifestaciones del “estado de gracia” personal del consumidor de conocimiento y de su estado psicofísico personal. Por esta razón, el modo místico puede depender mucho más de la aplicación al consumidor de purificaciones rituales y de procedimientos de sensibilización.

Este modo también extiende sus solicitudes de conocimiento más allá de los dioses animistas, a fuentes más impersonales, abstractas, impredeciblemente dependientes de la inspiración y mágicas, tal como se manifiesta en las lecturas del tarot, de vísceras, exagramas y horóscopos. De nuevo, como en el caso del modo autoritario, puede ser necesario un gran número de disconfirmaciones efectivas antes de que se retire la confianza de las bases místicas del conocimiento.

En el modo lógico – racional, el juicio sobre los enunciados propuestos como verdaderos descansa principalmente sobre el procedimiento por medio del cual se han producido estos enunciados; y el procedimiento se centra en las reglas de la lógica formal.

Este modo está relacionado con el autoritario y el místico, ya que los dos últimos pueden proporcionar bases para aceptar tanto las reglas del procedimiento como los axiomas o “primeros principios” del primero.

Pero una vez que se aceptan estas bases, por las razones que sea, se mantiene que una estricta adherencia al procedimiento correcto es infalible para producir conocimiento válido. Como en los dos modos precedentes, la disconfirmación puede tener poco impacto sobre la aceptabilidad del modo lógico – racional de adquirir conocimiento.

Finalmente, entre estos cuatro modos de generar y de contrastar enunciados empíricos, el modo científico combina una confianza primaria en los efectos observacionales de los enunciados en cuestión, con una confianza secundaria en los procedimientos (métodos) utilizados para generarlos.

Se da relativamente poca importancia a las características del productor per se; pero cuando éstas se hallan implicadas, se resaltan más las características adquiridas que las atribuidas; no por sí mismas, sino como garantías prima facie de las afirmaciones sobre los efectos y procedimientos.

Al enfatizar el papel de los métodos en el modo científico, yo pretendo sugerir que cuando quiera que dos o más ítems de información (por ejemplo, observaciones, generalizaciones empíricas, teorías) se consideren rivales en cuanto a su valor de verdad, la elección depende en gran manera de la estimación y reproducción colectiva de los procedimientos que produjeron los ítems.

De hecho, todos los métodos de la ciencia pueden ser considerados como convenciones culturales relativamente estrictas mediante las cuales la producción, transformación, y por tanto la crítica de ítems propuestos de conocimiento puede ser llevada a cabo colectivamente y con resultados relativamente inequívocos.

Es este carácter central de la crítica altamente convencionalizada lo que parece que se quiere señalar cuando a veces se dice que el método es la cualidad esencial de la ciencia; y es la relativa claridad y universalidad de este método y de sus diversas partes lo que hará posible que los científicos se comuniquen a través de las disciplinas al igual que dentro de cada una de sus especialidades.

Los métodos científicos buscan, deliberada y sistemáticamente, aniquilar el punto de vista del científico individual. Nos gustaría poder decir de cada enunciado de información científica (ya sea una observación, una generalización empírica, una teoría, una hipótesis o una decisión para aceptar o rechazar una hipótesis) que representa una imagen imparcial del mundo; no la imagen personal del mundo de un científico dado, y en último extremo ni siquiera una imagen humana del mundo, sino una imagen universal que representa el modo en que el mundo“realmente” es, sin considerar el tiempo o el lugar de los acontecimientos observados y sin considerar ninguna característica distintiva del observador.

Claramente, esta “objetividad” incorpórea es imposible para seres finitos, y nuestra aproximación más cercana sólo puede ser el acuerdo entre los científicos individuales. Los métodos científicos constituyen las reglas mediante las cuales se alcanza el acuerdo acerca de imágenes específicas del mundo.

Los controles metodológicos del proceso científico aniquilan, por tanto, el punto de vista individual, no mediante un esfuerzo imposible para sustituirlo por la objetividad en sentido literal, sino mediante reglas sustitutorias para la crítica objetiva, la discusión y, en último extremo, el acuerdo.

Las reglas para construir escalas, extraer muestras, tomar medidas, estimar parámetros, inducir y deducir de modo lógico, etc., se convierten en las bases primarias para criticar, rechazar y aceptar ítems de información científica. De este modo, idealmente, la crítica no se dirige en primer lugar a lo que un ítem de información dice sobre el mundo, sino al método mediante el cual se obtuvo el ítem.

Pero ya he recalcado que la confianza en los efectos observacionales de los enunciados que se proponen como verdaderos es todavía más crucial para la ciencia que su confianza en las convenciones metodológicas.

Con esto quiero decir que si, después de la crítica metodológica mencionada arriba, se siguen considerando rivales dos componentes de información, la medida en que cada uno es aceptado por la comunidad científica tiende a depender fuertemente de su resistencia ante repetidos intentos de refutarlo mediante observaciones.

De modo semejante, cuando se consideran rivales dos procedimientos metodológicos, la elección entre ellos tiende a apoyarse sobre sus habilidades relativas para generar, sistematizar y predecir nuevas observaciones. Así, Popper dice: “Ciertamente, sólo admitiré un sistema como empírico o científico si es capaz de ser contrastado con la experiencia… Un sistema empírico científico debe poder ser refutado por la experiencia” (1961: 40-41).

Suponiendo que la observación es parcialmente independiente del observador (esto es, suponiendo que él puede observar algo distinto de sí mismo, aun cuando la observación esté configurada en mayor o menor grado por él; suponiendo, en breve, que las observaciones se refieren, parcialmente, a algo“ahí fuera”, externo a cualquier observador), se hace evidente que la confianza en la observación persigue el mismo propósito que la confianza en el método: la aniquilación de las parcialidades individuales y la consecución de una imagen“universal” del modo en que el mundo “realmente” es.

Pero hay una diferencia importante en la manera en que los dos persiguen este propósito. La confianza en el método ataca las parcialidades individuales sometiéndolas a una crítica altamente convencionalizada y subordinándolas al acuerdo colectivo. De este modo busca subyugar las parcialidades individuales con parcialidades compartidas.

La confianza en la observación (dado el supuesto de “independencia”mencionado arriba), sin embargo, introduce en ambas parcialidades un elemento cuyo origen último es independiente de todas las parcialidades humanas, ya sean individuales y únicas o colectivas y compartidas. En una palabra, busca moderar las parcialidades compartidas, al igual que las individuales, conimparcialidades.

Por lo tanto, el modo científico de generar y contrastar enunciados acerca del mundo de la experiencia humana parece descansar en una doble apelación a reglas (métodos) cuyo origen es la convención humana, y a acontecimientos (observables) cuyo origen es parcialmente no – humano y no – convencional.

A partir de estas dos bases, la ciencia ataca duramente las parcialidades individuales de sus propios practicantes, que pueden en su conjunto perseguir, con cualesquiera titubeos y destino, una visión literalmente suprahumana del mundo de la experiencia humana.

Finalmente, en esta breve comparación de los modos de generar y contrastar conocimiento, se debe recordar que ni el modo científico, ni el autoritario, ni el místico, ni el lógico – racional excluyen a ninguno de los otros.

En realidad, un esfuerzo típico llevará consigo algo de observación y método científico, algo de anotación y documentación autoritaria, algunas invocaciones a la imaginación y perspicacia ritualmente purificadas (esto es, entrenadas), y algo de inducción y deducción lógico – racionales; sólo el énfasis o el predominio relativo entre estos modos permite clasificar los casos reales. Tal vez esto sea justo de ese modo, ya que ninguno de los modos puede garantizar, a la larga, que produzca más conocimiento, o un conocimiento más exacto, o más importante, que otro.

E incluso a corto plazo, una determinada verdad objetiva descubierta por medios místicos, autoritarios o lógico – racionales (o, incluso, por azar) no es menos verdadera que la misma verdad descubierta por medios científicos. Sólo variará nuestra confianza en su verdad, dependiendo del medio que hayamos sido socializados a aceptar con menos inconvenientes.

Dada esta perspectiva inicial de la ciencia en comparación con otros medios de poner a prueba la verdad de enunciados acerca del mundo de la experiencia humana, puede pasarse a un enfoque más centrado.