¿Por qué el mercado de trabajo no es competitivo?
En primer lugar es un mercado regulado. El Estado interviene y, además de la legislación laboral sobre las condiciones del trabajo, fija un salario mínimo. En segundo lugar, los ajustes en horas de trabajo son lentos. Tanto a los trabajadores como a los empresarios les interesa firmar contratos a medio y largo plazo. El trabajador lo prefiere porque le garantiza unos ingresos estables.
Al empresario le interesa porque necesita un tiempo de formación y adaptación para que un trabajador sea productivo. Este período es caro para el empresario, y una vez que ha hecho este gasto espera sacarle provecho. Ningún empresario está dispuesto a despedir a todos sus trabajadores un día y contratar a otros al día siguiente, pues la productividad de su empresa se resentiría si ajustara la plantilla permanentemente en el corto plazo. Y a esto hay que añadir que el proceso de selección resulta largo e igualmente costoso.
Además, despedir a un trabajador es caro. Los empresarios, ante una recesión, atesoran trabajo un tiempo, hasta que están seguros de que la recesión es grave. Y no empiezan a contratar de nuevo hasta que se convencen de que la recuperación ha comenzado, puesto que volver a despedir sería gravoso.
En relación al ajuste de los salarios, también aparecen factores que los hacen muy inflexibles a la baja. En primer lugar, los salarios se suelen fijar en negociación colectiva, y en esta negociación los sindicatos juegan un importante papel. Al margen de cuestiones ideológicas —que no deben despreciar-se en el análisis de países—, se dice con frecuencia que los sindicatos negocian los salarios de los trabajadores que tienen un empleo, que son quienes les votan en las elecciones sindicales, y que no defienden los intereses de los desempleados. Por esta razón no están dispuestos a aceptar moderar los salarios, al menos rápidamente.
Además, si se pudiera bajar el salario de mercado, esto supondría disminuir el salario por hora no sólo a los trabajadores en paro, sino todos los que actualmente trabajan, originando malestar en el seno de las empresas, que dañaría su productividad y el incumplimiento de los contratos previos. Los empresarios estarían dispuestos a mantener salarios de eficiencia altos, que impiden el ajuste al pleno empleo.
El proceso de negociación colectiva es largo y complejo. Se negocian los salarios para un año y a veces incluso por un período de tiempo mayor. Si la coyuntura requiere bajar los salarios, difícilmente este largo proceso de ajuste salarial dará resultado a corto plazo.
Además los trabajadores no padecen ilusión monetaria, es decir, fijan sus salarios en términos reales y establecen en la negociación colectiva cláusulas de revisión salarial según la tasa de inflación. Si los precios suben por razones ajenas al mercado laboral, la subida de salarios causados por estas cláusulas alimenta rápidamente la inflación de una forma automática.
Como puede apreciarse, el mercado de trabajo no es un mercado competitivo, y no podemos esperar que en el corto plazo se ajuste con prontitud por las características propias de un mercado, en el que se compra y se vende no un bien, sino horas de actividad humana, sujetas a connotaciones culturales, sociales, políticas o ideológicas.
Para introducir el mercado laboral en el modelo no podemos suponer que se ajusta perfectamente. Tendríamos un modelo siempre en pleno empleo, que sería poco explicativo de la realidad. Por ello vamos a considerar estas rigideces y el proceso de negociación colectiva.
Los empresarios serán reacios a contratar y des pedir en el corto plazo. Si la demanda de sus productos es alta, antes que contratar a nuevos trabajadores preferirán pagarles horas extraordinarias, aun cuando éstas sean más caras. En cambio, la recesión hará que disminuyan los complementos de productividad, primas y otras retribuciones, con lo cual los trabajadores verán que sus salarios totales descienden o incluso que trabajan menos horas de las fijadas, ante la caída de la demanda.
Supondremos que los salarios se fijan entre los sindicatos y los empresarios mediante el proceso de negociación colectiva. Esto alargará el ajuste. Además los sindicatos tenderán a subir los salarios si la economía está creciendo, consolidando el salario de las horas extraordinarias, incorporarán cláusulas de re visión salarial e intentarán que sus afiliados no pierdan capacidad adquisitiva, y sólo aceptarán moderar las subidas cuando la economía esté produciendo por debajo del pleno empleo.
Una última cuestión merece la pena apuntarse. Puesto que los sindicatos intentan no perder capacidad adquisitiva, procurarán hacer una estimación de la inflación previa a la negociación colectiva, dando entrada con ello a las expectativas de precios en el modelo. No obstante, no debemos olvidar que nuestro objetivo es determinar el nivel de producción, empleo y precios al que tiende la economía, y puesto que el trabajo es un factor más de la producción será conveniente que afrontemos al fin el estudio de la Oferta Agregada.
Fuente: Apuntes de Macroeconomía de la Unideg