Docente como constructor de éxitos

Esa es la mejor definición que se pueda decir de un docente. En este sentido, el docente es un profesional que recibe una situación y un objetivo curricular, más las demandas regionales, entonces, es de su exclusiva responsabilidad construir el éxito. El docente debe tener la plena libertad de utilizar los instrumentos que más convengan al proceso, ello lo determinará de acuerdo a la circunstancia educativa que deba enfrentar.

Si tiene una gran Técnica, le puede salir una buena realización; si tiene también inspiración, puede salirle linda; pero si además, tiene talento, entonces, sale una gran realización educativa; y si posee un talento privilegiado, hace algo nuevo en materia educativa que revolucionará la pedagogía en el mundo. En fin, esto tiene infinitas gradaciones, como infinitas pueden ser las creaciones del hombre. Es decir; que en la actividad docente no se puede copiar, es necesario crear, porque el arte es creación. Es cuestión de discernimiento, y en consecuencia, crear.

El artista tiene ante sí un caso concreto: le encargan una obra, tiene los materiales e instrumentos, todo lo necesario. Porque al docente le dan un grupo de alumnos heterogéneo, contenidos básicos curriculares, un contexto sociocultural, un proyecto institucional, y él tiene que construir un éxito, tiene que hacer una obra de arte; tiene todo lo necesario. Y del mismo modo que nadie da lo que no tiene, nadie enseña lo que no sabe y nadie transmite lo que no vive.

Hay que darse cuenta de los inconvenientes con que se tropieza en la realización de una obra educativa, los malos ratos que hay que pasar, las presiones generadas por conciencias mediocres, la falta de equipamiento escolar, la inestabilidad laboral, la envidia del fracasado, la calumnia del incapaz, la indiferencia de los padres, la falta de estructura edilicia, la vergonzante retribución salarial, el manipuleo de la política educativa, la mediocridad de los gobernantes; noches y días enteros tristes, pero al final, a pesar de todo esto, se llega a una solución que posibilitará la construcción de un éxito educativo, entonces, la satisfacción personal compensa todos los malestares.

Otro aspecto que es necesario destacar, es que la experiencia propia en el arte de enseñar, generalmente, llega tarde y cuesta cara, porque casi siempre, se aprende más de los errores que de los aciertos realizados, por lo tanto, la experiencia en carne propia es «maestra de tontos».

De tal forma, se van acopiando los conocimientos necesarios. Se estudian con la mayor profundidad posible para lograr un buen entrenamiento, para formar el criterio docente, pura y exclusivamente para realizar un ejercicio de la docencia, y de tal forma, crecer en sabiduría asumiendo la experiencia de los demás. Que él conduzca los acontecimientos, como primera cuestión y como segunda, es que debe saber siempre lo que quiere, debe conocer siempre el objetivo que se propone alcanzar, es decir: el «proyecto de vida áulica» que pretende realizar, por ello, es muy importante que el docente encarne ese proyecto.

También es necesario saber lo que se quiere, lo que verdaderamente le da sentido a la práctica docente. En la Historia de la Educación y en nuestro presente son más los docentes que son conducidos por los acontecimientos, porque entre otras cosas, no saben lo que quieren, y en consecuencia, no saben lo que tienen que hacer para actuar con propiedad frente a los puntuales hechos áulicos. O cuanto mucho, atender los objetivos fundamentales con medios fundamentales y los secundarios con medios secundarios.

Esto sucede, porque el hombre no sólo tiene criterio para discernir, sino que también tiene pasiones que lo arrastran. Y, las pasiones lo llevan, generalmente, hacia objetivos secundarios. El hombre suela ser pasionista por naturaleza y aún por costumbre. Además, ese proceso educativo permite que el docente cultive y posea ciertas cualidades y calidades, sin las cuales se verá siempre obstruido en su labor por su propia personalidad. El arte tiene un sentido vital que no puede reemplazarse por la técnica.

Ello significa, que debe conocer, analizar y comprender la realidad educativa para intervenir en dicha realidad mediante el diseño, puesta en práctica, evaluación y reelaboración de estrategias adecuadas, para la enseñanza de contenidos a sujetos específicos en contextos socioculturales determinados.

Esto implica, además, que debe organizar a sus alumnos para que todos realicen el proyecto educativo áulico, reconociendo en esta organización, el proceso de cada sujeto.

Por eso el docente debe ser más que un conductor de acontecimientos educativos, debe saber además, organizar a sus alumnos, para que el proceso que comienzan a desplegar sea verdaderamente constructivo. Y a juzgar por los resultados, el Sistema Educativo Argentino contiene sobreabundantemente técnicos y como lamentable contrapartida no abundan los docentes.

En cuanto a los valores espirituales del docente, lo que se puede afirmar en este sentido es que, puede carecer de una profunda formación académica, pero no puede carecer de valores morales. Los valores morales en el docente están por encima de los intelectuales, porque en la educación la realización está siempre por encima de la concepción. La concepción intelectual puede ser transferida con las palabras, pero la realización educativa necesita del testimonio profesional y personal del docente, porque así se constata la teoría.

Esa es la razón por la cual, tanto en el artista como en el docente, la acción esta siempre por sobre la concepción. ¿Cuáles son esos valores morales? El docente siempre selecciona las acciones y se decide por las grandes, por aquellas que para emprenderlas hay que tener la suficiente fuerza de voluntad y la facultad del afecto altamente desarrollada, que nacen de la fe en sí mismo y del optimismo que lleve dentro de sí.

La educación es la actividad que presenta los desafíos más grandes, en comparación con otras actividades que desarrolla el hombre, y que también son importantes, pero siempre subordinadas a la educación, porque en ella encuentran su razón de ser.

El docente debe ser prudente, es decir: debe saber cuando es necesario jugarse todo a una carta, porque el que arriesga poco , gana poco. Los hombres que sostienen la teoría de que para no sufrir grandes reveses es menester no exponerse mucho. Es decir: que en la docencia se eligen los grandes objetivos, los más grandes, con decisión, con fe en sí mismo y con optimismo.

Por consiguiente el docente es un hombre decidido a vencer. Para evitar éste resultado es necesario ser prudente. En consecuencia, no puede ser un hombre confiado en la suerte, porque es él el que construye el éxito, y lo hace con carácter, energía y tenacidad. El docente que trabaja para sí mismo, no llegará lejos. Éstas condiciones que parecen no tener mayor importancia, la tienen y en un grado extraordinario. El consenso, es una de las virtudes más importantes de la democracia, por lo tanto, debe estar presente en la realidad educativa, que supone el diálogo.

Los valores intelectuales se adquieren con cierta facilidad, en cambio, los valores morales, requieren de tiempo y esfuerzo para poseerlos, de actos repetidos en le tiempo. Ocurre de distinto modo con los valores intelectuales, se adquieren con cierta facilidad y no se pierden con un solo acto negativo contrapuesto, porque no existe este tipo de acto en el campo intelectual.

Cada acto en la tarea de enseñar nos da la oportunidad de mostrar nuestros valores morales, por ello, no debemos permitirnos desaprovechar esas ocasiones, porque difícilmente se repitan de idéntica forma. Cada vez que deba demostrar su capacidad intelectual en la enseñanza, tendrá la importancia de salvar su prestigio profesional; pero cuando muestre los aptitudes morales, ello tiene el inmenso valor del ejemplo. Por esa razón afirmamos que: si en todas las profesiones es importante poseer valores morales, en la docencia es indispensable.

En cuanto a los valores intelectuales, que debe poseer el docente, es preciso destacar que nadie da lo que no tiene. Es decir: que el docente debe conocer su «oficio», que es sumamente difícil, porque no ha de conocer solamente las formas de la acción educativa, sino que también debe poner en evidencia permanentemente, los valores que ponen en movimiento esas formas de la práctica docente. Ha de ser moral, pero a la vez, ha de estar profundamente capacitado, de lo contrario puede hacer equivocar a los alumnos.

Con esto queremos significar, que en este campo también hay dos clases de hombres: los que se acostumbran a transitar por los caminos que otros construyen y a los que no les gusta ser repetidores de lo que otros elaboran, y en consecuencia, les gusta construir sus propios caminos.

Hoy nadie puede dudar que la composición esencial del hombre es cuerpo material y alma espiritual unidos substancialmente. De la misma manera, no se puede dudar que la inteligencia, la voluntad operativa y la voluntad afectiva son facultades esenciales del hombre pasibles de educación. A su vez, estaevolución científico-tecnológica paulatinamente va produciendo cambios en los códigos de comunicación, lo que también obliga al docente a estar actualizado en materia comunicación al, para establecer el diálogo educativo que requiere la enseñanza.

En términos de la definición curricular, la pregunta aquí es: ¿Hasta que punto determinados contenidos que se proponen para la formación inicial o de grado son tan indispensables -a los fines de conocer, analizar y comprender la realidad y operar sobre ella- que deban construirse en la instancia de la formación inicial, y hasta qué punto son contenidos que bien pueden proveerse en instancias a las que el docente acceda en el curso de su carrera profesional posterior?

Al discutir que las instancias posteriores de formación de grado o inicial deban depender de la buena voluntad de maestros y profesores, proponemos que dichas instancias sean sistemáticamente previstas y provistas por el sistema.

Para ello, la formación docente en su conjunto – esto es, tanto la formación de grado como las instancias posteriores- estará atravesada por cuatro líneas formativas complementarias:

– el análisis de la realidad educativa, incluyendo la propia práctica profesional docente;

– el análisis de todas las dimensiones de la persona para el desarrollo de la formación integral del alumno; la revisión de la experiencia formativa previa y de las matrices de aprendizaje construidas en dicha experiencia; la capacitación para apropiarse críticamente del saber.

Entonces, las tres dimensiones trascendentales son: religiosidad – relación con Dios naturalidad – relación con la naturaleza- y sociabilidad – relación con los demás hombres .

Y desde la perspectiva del modelo educativo, las dimensiones son tres: laantropológica, la teleológica-axiológica y la social.

Por las dimensiones supradichas, el hombre es capaz de crear cultura, que luego va a incidir en el hecho educativo. Por ello, insistimos tanto en el contexto sociocultural y en el necesario desarrollo de las dimensiones de la persona.

El canal propio para transmitir los valores intelectuales es la enseñanza conceptual y el propio de los valores morales es la enseñanza actitudinal y ambos en la enseñanza procedimental. En la enseñanza de los valores morales no debemos olvidar que la aprensión supone un tiempo, que son actos repetidos que se transforman en hábitos, no es así con la enseñanza de hechos y conceptos.

En cambio, el término educación contiene toda la enseñanza – intelectual, volitiva y afectiva -. Enseñanza pareciera referirse más a la transmisión de valores intelectuales y tangencialmente a la transmisión de valores volitivos y afectivos. Esta distinción nos sirve sólo para tener mayor claridad conceptual, y así podemos referirnos con mayor precisión y evitar, consecuentemente, ulteriores interpretaciones equívocas.

Hecha esta aclaración terminológica, es bueno reafirmar que los valores morales son el soporte de las convivencias áulica, institucional y social, sin perder de vista, que son el canal propio de la expresión de la dignidad del hombre; en cambio, los valores intelectuales son el estímulo de la conquista del mundo, del progreso, de la evolución que eleva la calidad de vida del hombre.

La iniciativa en la docencia, juega un papel extraordinario, porque el docente debe estar pensando siempre, qué aspecto de su práctica profesional debe perfeccionar; qué cosa va a dar mejor resultado, por pequeña que sea, porque las grandes cosas se componen de pequeñas cositas.

Conocer al hombre nos permite descubrir sus alcances y sus limitaciones; el estudio de la Historia de la Educación nos provee del conocimiento del proceder y actuar del hombre; con estos conocimientos estamos preparados para entender el presente y proyectarnos al futuro. Dicho de otro modo, desde un ajustado conocimiento del presente poder prevenir los acontecimientos futuros, de tal modo, estar preparados para realizar una intervención educativa adecuada y eficaz.

Para ello, el docente debe poseer una conciencia crítica de la realidad en la que está inmerso, no sólo de la realidad inmediata áulica y luego institucional, sino de la realidad sociocultural contextual de la misma institución escolar, y además, para comprender esta realidad contextual en la que está inmerso el centro educativo, tiene que conocer, analizar y comprender los cambios socioculturales de la humanidad.

La explotación pedagógica del éxito educativo significa, que este éxito será el punto de partida para la reflexión, pero también el éxito tiene el valor del ejemplo, que es un modo de explotarlo, por aquellos que asimilan la experiencia de los demás.