El contraste en el diseño gráfico blanco y negro
Una regla de composición visual muy antigua es la del contraste, según la cual, la proximidad de dos formas de naturaleza opuesta se valoran entre sí e intensifican su comunicación.
Estos contrastes no se limitan a elementos formales o matéricos, sino que pueden ser utilizados también como contrastes semánticos. Se pueden experimentar contrastes entre negativo y positivo, entre geométrico y orgánico, entre un cubo negro y una línea ligera y flexible, entre lo estático y lo dinámico, entre lo sencillo y lo complejo, el contraste entre grande y pequeño, entre grueso y delgado, entre convergente y divergente, entre orden y caos, entre suspendido y apoyado, entre creciente y decreciente, entre real y aparente; se pueden combinar fácilmente dentro de cualquier propuesta de composición.
El contraste, como estrategia visual para aguzar el significado, no solo puede excitar y atraer la atención del observador sino que es capaz también dedramatizar ese significado para hacerlo más importante y más dinámico.
El contraste es una herramienta esencial en la estrategia del control de los efectos visuales y, en consecuencia, del significado. Los opuestos parecen ser ellos mismos con más intensidad cuando los concebimos desde su unicidad. En esta observación estriba el significado esencial de la palabra contraste: estar en contra.