Reflexiones previas acerca de los posibles factores de riesgo del comercio justo
El Comercio Justo no es la solución a los problemas de viabilidad de una organización de productores, sino una de las alternativas que se puede plantear. No es la única ni la primera, pues si una organización productiva orienta toda su producción a la exportación, aumenta su grado de dependencia con respecto de factores externos no pudiéndose garantizar el éxito final habida cuenta de la complejidad y exigencia del mercado de exportación.
Dicho éxito comercial dependerá en gran medida de la calidad —alta y homogénea— del producto, de la conformidad con las exigencias y la normativa legal, la relación calidad-precio, la publicidad, así como de la labor social que hace visible el valor añadido del Comercio Justo y de sus organizaciones.
En una primera fase, es recomendable que una organización productora gane experiencia en el mercado local y regional. En una segunda etapa, cuando tenga experiencia sólida en el mercado local, deberá buscar un equilibrio entre la economía local y el mercado de exportación para diversificar tanto riesgos como oportunidades.
Asimismo, es imprescindible que no toda la capacidad productiva vaya orientada hacia algunos productos de exportación, sino que la organización procure diversificar su línea de productos, así, antes de emprender el a veces arduo camino de la exportación, es aconsejable invertir en seguridad y soberanía alimentaria, en mejorar la calidad y en su fortalecimiento organizativo. Una exportación de mucho volumen mal gestionada o con resultado negativo puede hipotecar el futuro de toda una organización.
Para emprender este camino, se recomienda asegurar los procesos a seguir desde el inicio, dando pasos pequeños pero firmes en consonancia con una planificación adaptada a las necesidades —y posibilidades— de la organización, no del mercado.
Fuente: Fundación española para la innovación de la artesanía. Madrid 2003