Consecuencias del actual modelo económico y social

La crisis social y medioambiental en todo el planeta es cada vez más visible: todos los días encontramos ejemplos de los fenómenos de exclusión social (explotación laboral infantil y feminización de la pobreza), del deterioro medioambiental (deforestación, efecto invernadero) o del injusto reparto de la riqueza y el consiguiente aumento de la pobreza. Tal es así, que el 5% más rico de la población mundial tiene ingresos 114 veces superiores que el 5% más pobre.

América Latina y el Caribe constituyen una región caracterizada por la pobreza extrema con 56 millones de personas que viven con menos de 1 $ al día, 420 millones sin acceso a agua potable y con un 20% de niños desnutridos, cifra que se aproxima a la mitad de los niños del país en casos como Guatemala, con un 48%. A todo ello se le une la problemática de los pueblos indígenas, que son los más afectados por la explotación de los recursos naturales que las corporaciones transnacionales llevan a cabo en sus tierras.

Latinoamérica, a pesar de ser una región enormemente rica en recursos, tiene como sellos de identidad la pobreza y todos sus síntomas. Una región que si bien contempla tasas de crecimiento positivas y una balanza comercial con
superávit esconde una desigualdad extrema entre sus diferentes estratos sociales. Las cifras hablan por sí solas: el 10% más rico participa de los ingresos totales con un 48%, mientras que el 10% más pobre sólo tiene el 1,6% de dichos ingresos. La desigualdad se encuentra en todas las esferas de la vida, desde el acceso a la educación, la salud, la tierra, a una vivienda digna, hasta el acceso a un empleo (sector formal) o al crédito.

Junto con Asia, América Latina es una de las regiones comerciales más dinámicas pero esta actividad se concentra en pocos países siendo el caso de México, Brasil, Venezuela, Argentina y Chile, países para los que además es muy importante el comercio Sur-Sur. En cuanto a la naturaleza de las exportaciones, se ha de destacar que Latinoamérica está constrayendo aquellas que contienen un alto uso de tecnología y que las exportaciones de estos productos también se concentran en los países anteriormente mencionados, siendo México el máximo exponente aglutinando más del 50% de tales exportaciones.

Las diferencias entre Asia Oriental y América Latina demuestran que no es lo mismo aumentar el volumen de las exportaciones que lograr resultados satisfactorios. En materia de valor agregado industrial, Latinoamérica ha perdido participación de mercado e incluso México, el exportador más dinámico de la región, también ha reducido su participación respecto de Asia Oriental debido a que agrega poco valor a los productos altamente tecnológicos que exporta.

El crecimiento de sus exportaciones se ha basado en el simple ensamblaje (en plantas maquiladoras) y reexportación de productos importados, sin aportar mejora tecnológica. El libre mercado en una economía globalizada basada en la eliminación de las fronteras comerciales entra en contradicción con las medidas proteccionistas (aranceles, barreras, cuotas a la importación, etc.) de los mercados occidentales, que a su vez, defienden la apertura de los mercados del Sur.

Fuente: Fundación española para la innovación de la artesanía. Madrid 2003