Mitos y tabúes acerca de la sexualidad
Cuando carecemos de información objetiva solemos superar esa carencia creando teorías, supuestos que por ser la única información de la que disponemos acaban por consolidarse como creencias muy arraigadas. El tema de la sexualidad ha sido un tema muy tabuizado, negado, del que no se podía hablar. Ya cuando somos pequeños y hacemos preguntas totalmente inocentes relacionadas con el tema solemos encontrarnos con respuestas tales como «cuando seas mayor lo entenderás», «eres demasiado pequeña para estas cosas».
Es a la edad de 34 años cuando hacemos nuestras primeras preguntas relacionadas con la sexualidad. A los tres años son preguntas de tipo anatómico, a los cuatro sobre el origen de los niños, a los cinco sobre el lugar por dónde nacen los niños, a los seis sobre cómo se hacen los niños, etc. Lógicamente, en función de la respuesta que obtengamos de estas preguntas volveremos a preguntar o será un tema que quedará en la oscuridad de la duda. En la etapa de la niñez ya se formulan teorías sobre por dónde salen los niños y las niñas o sobre las relaciones sexuales de sus padres y madres.
Cuando llegamos a la adolescencia es cuando empezamos a hablar de estos temas con nuestras amistades, y normalmente a las dudas que tenemos tratamos de darle respuesta a través de la información que nos facilitan amigas y amigos que, por lo general saben más o menos lo mismo que quien plantea las dudas. Además, a veces esa información es obtenida de fuentes nada fiables, como revistas, películas o comentarios jocosos, que nos presentan una visión muy reduccionista e incluso dañina de la sexualidad.
En muchas ocasiones, antes de experimentar ciertas situaciones se fantasea sobre ellas, rodeándolas de una especie de misterio y convirtiendo algo que es lo más normal del mundo en otra cosa totalmente diferente e idealizada. Algo así ocurre en ocasiones con la sexualidad, nos imaginamos cosas basadas en lo que se oye por ahí, y que nos están condicionas a la hora de tener que expresar lo que sentimos o cómo vivimos. Así establecemos relaciones con el sexo de una forma que no tiene nada que ver con la realidad y se producen situaciones que crean ansiedades y miedos y que pueden acarrear consecuencias negativas para la salud física y mental.
Los errores que provienen de una mala información o de un desconocimiento total del tema se pueden arreglar de alguna manera proporcionando precisamente lo que falta: información.
Es muy importante ofrecer información objetiva, pues estos mitos, junto con la creencia de que «a mí no me va a pasar», muchas veces son los causantes de embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual, de matrimonios prematuros, de complejos, de baja autoestima, etc.
Fuente: Instituto Asturiano de la juventud