Desarrollo psicosexual

La educación sexual comienza de un modo imperceptible y no intencional desde los primeros días de la vida. Hágase lo que se haga y sean cuales sean las ideologías al respecto, la familia educa sexualmente, principalmente a través de los modelos de identificación y del contacto corporal, del lenguaje del cuerpo.

La forma en que un padre o una madre sostiene a su hija o hijo, el modo de acariciarle, alimentarle, hablarle, la actitud ante sus funciones de eliminación y hábitos de higiene, ante los goces autoeróticos y la exploración de su propio cuerpo, ya implica una educación sexual, pues expresa la concepción que se tiene de la sexualidad y del placer en general.

Hay toda una educación sexual derivada del clima familiar que respira el niño y la niña: según la armonía, las expresiones de deseo, las manifestaciones de afecto y de placer entre los padres, los niños y las niñas recibirán una educación sexual diferente, un concepto diferente de lo que es la sexualidad y lo que significa ser pareja.

La educación sexual pasa necesariamente por actitudes y comportamientos maternos y paternos. La educación sexual se inscribe, pues, en una relación entre madres-padres e hijas-hijos, y se trasmite más a través del ejemplo, la actitud y los comportamientos que de los principios impuestos y no siempre respetados. Bajo esta perspectiva, la educación sexual es un aspecto más de la educación de la afectividad total de la etapa infantil

A partir de los dos años y medio, la niña/o que ya ha descubierto que sus manos, sus pies, su cara le pertenecen, empieza a interesarse por sus órganos sexuales, a querer compararlos y saber de ellos. Hace preguntas: es una nueva etapa, la de la información sexual.

Es muy importante que tanto la madre como el padre puedan contestar a los interrogantes de sus hijas e hijos, porque necesitan muy pronto saber sobre elnacimiento, la reproducción y las relaciones sexuales. Muy pronto quiere decir desde que lo pregunten, no que se intente acelerar su madurez o sensibilidad a estas preguntas. Pero, cuando las hagan, tampoco hay que escamotearlas u ocultarlas.

Niñas y niños emprenderán el diálogo en función de sus necesidades, y esto es signo de un progreso general afectivo e intelectual. La posibilidad de establecer un diálogo sexual en un clima de confianza es más importante que la calidad de las respuestas.

La información sexual no es lo único importante, sino la posibilidad de establecer un diálogo que permita a la niña, al niño y a adolescentes expresar sus dudas y vivir una sexualidad gozosa, que respete los gustos y diferencias del resto y esté basada en la no manipulación.

La adolescencia es un período de grandes cambios y transformaciones: el cuerpo comienza a madurar, a convertirse en adulto; la mente se llena de nuevas ideas y pensamientos, aparecen nuevos gustos e intereses. Es la época del deseo de independencia familiar, del inconformismo y de las teorías que pretenden cambiar el mundo. En este momento nacen las grandes amistades y los primeros amores que suelen dejar huella.

La adolescencia comienza por la pubertad. En la pubertad (12 a 16 años según los casos) se producen grandes cambios físicos: se «pega el estirón», salen granos en la cara y espalda, aparece el vello en las axilas y pubis, crecen los pechos en las chicas, cambia la voz en los chicos y empieza a perfilarse el bigote. En ambos sexos se desarrollan los órganos genitales. Aparecen las primeras menstruaciones en las chicas y las primeras eyaculaciones en los chicos. En la adolescencia se viven muy confusamente estas transformaciones, que se dan de forma tan brusca. No se controlan los movimientos y no se acepta la propia imagen corporal, sobre todo si no coincide con los ideales de belleza que imponen los cánones sociales.

Fuente: Instituto Asturiano de la juventud