Secado químico
El secado por vía química se utiliza generalmente para líquidos y gases. Un ejemplo de secado químico es la eliminación de los últimos vestigios de agua contenida en el éter por adición de sodio metálico que reacciona con ella desprendiendo hidrógeno.
Otros deshidratantes incorporan el agua ya sea por adición como agua de cristalización, por ejemplo, en los sulfatos de cobre y de calcio, o por combinación química, como en el pentóxido de fósforo con el que da ácido fosfórico.
El aire y otros gases contienen ordinariamente pequeñas proporciones de vapor de agua que son perturbadoras para ciertas reacciones químicas. Estos gases se pueden secar igualmente por medios químicos. Para ello se hace pasar el gas en contracorriente, a través de torres de lavado en las que entra en contacto con líquidos que fijan el agua (Fig. 3.56).
Así para secar el gas cloro se utiliza, por ejemplo, ácido sulfúrico concentrado que absorbe el agua contenida en aquél. Este proceso de secado de un gas, es decir su paso en contracorriente a través de una torre de lavado que contiene un líquido absorbente para separar una sustancia que le acompaña, se utiliza frecuentemente en ingeniería química.
Un ejemplo muy actual es la eliminación de sustancia nocivas de los escapes gaseosos. Los gases residuales y el agente de absorción se envían en contracorriente a una torre de absorción con un relleno adecuado, donde queda eliminada la sustancia absorbida haciéndolo pasar por un sistema de regeneración.
El gas residual se conduce a un ciclón en el que los últimos restos del líquido absorbente se depositan en las paredes por efecto de la centrifugación debida a la circulación en el mismo.
Fuente: Apuntes de procesos químicos de la UNIDEG