Centrifugación
En la centrifugación, la separación de los constituyentes sólidos y líquidos de una suspensión tiene lugar por efecto de la fuerza centrífuga gracias a las diferentes densidades de cada uno de los componentes de la suspensión.
Las suspensiones finas o turbias, difíciles de filtrar, se centrifugan. Puesto que la fuerza centrífuga puede llegar a ser un múltiplo de la fuerza de gravedad, se consigue una más rápida separación del sólido y el líquido tanto por el principio de decantación (sedimentación) como por el de filtración.
Por esta razón, la centrifugación se utiliza muchas veces en lugar de la filtración por diferencia de presión y la decantación y sedimentación por gravedad.
Las centrífugas sirven para separar mezclas de sólidos con líquidos o de líquidos con líquidos. Las mezclas introducidas en ellas se someten a la acción de la fuerza de centrífuga por efecto del rápido giro del tambor. Esta fuerza inercial es comparable a la aceleración de la gravedad (campo gravitatorio) que causa la sedimentación de las suspensiones, pero es cientos de veces e incluso miles de veces mayor.
Bajo su efecto, las partículas de materia sólida suspendidas en un líquido son forzadas a depositar sobre las paredes del tambor o de un medio filtrante, permeable al líquido, que las retiene como en el caso de la filtración. Según su funcionamiento, las centrífugas se dividen en: centrífugas de tubular, centrífugas de tamiz y centrifugas de tambor entero.
Los tres tipos de centrífugas pueden funcionar en continuo o discontinuo. La moderna técnica da preferencia a la centrifugación en continuo.
Fuente: Apuntes de procesos químicos de la UNIDEG