Chlamydia pneumoniae
La chlamydia pneumoniae ha adquirido gran importancia dentro de los agentes que producen neumonías atípicas. Es una bacteria portadora de pared celular carente de peptidoglicano, que pertenece al grupo de «parásitos» intracelulares exclusivos.
Muchos detalles de su patogénesis se desconocen, pero se sabe que este agente se multiplica a nivel de los macrófagos alveolares, células musculares lisas y células endoteliales. La infección por Chlamydia pneumoniae tiende a dejar una inmunidad parcial.
Epidemiología
Se considera en la actualidad como patógeno humano exclusivo, no habiéndose logrado identificar aún reservorios zoonóticos. Su patrón de transmisión por el momento no está completamente claro, pero se supone que es a través de aerosoles y fomites.
Estadísticas europeas demuestran que alrededor del 6 a 19% de las neumonías comunitarias son provocadas por esta bacteria. Parece no existir variación estacional en la incidencia de esta infección; existen brotes ocasionales dependiendo de la ubicación geográfica. Estudios serológicos revelan que alrededor del 50% de los adultos en Japón y Estados Unidos presentan IgG positiva para esta bacteria, lo que sugiere que las infecciones por Chlamydia pneumoniae son frecuentes, y muchas veces subclínicas.
Manifestaciones clínicas
La gran mayoría de las infecciones son usualmente leves o asintomáticas. Estudios realizados en Finlandia en una población de reclutas militares, demuestran que sólo el 10 % presentan manifestaciones clínicas. Las neumonías primarias suelen presentarse en niños (usualmente mayores de 7 años) y adultos jóvenes.
La neumonía por reinfección tiende a ocurrir en ancianos. El período de incubación se estima en aproximadamente un mes. Los síntomas usualmente tienen un inicio gradual, pero puede ser de presentación aguda, lo cual sugiere coinfección con otro germen. Es frecuente observar inicialmente síntomas respiratorios altos (odinofagia y disfonía), a los que siguen 1 a 4 semanas de fiebre, compromiso del estado general, tos con expectoración mucosa y cefalea. Muchas veces los síntomas respiratorios altos han desaparecido al iniciarse los síntomas de la neumonía. En la mayoría de los casos las neumonías son leves, pero se han descrito casos de extrema gravedad aún en personas inmunocompetentes.
Exámenes de laboratorio
Las manifestaciones radiológicas son muy variables, sin un patrón radiológico característico que permita diferenciarla de otras bacterias. Van desde la completa normalidad hasta compromiso intersticial, que involucra a todos los lóbulos pulmonares. La alteración pulmonar tiende a ser más frecuente hacia las bases. En los exámenes generales de laboratorio se aprecia un recuento leucocitario usualmente normal, con elevación variable de la VHS. Las fosfatasas alcalinas están frecuentemente aumentadas.
Diagnóstico
Cultivo: Se realiza en cultivos celulares, obteniéndose la muestra preferentemente de la nasofárinx.
Reacción de polimerasa en cadena: es un test promisorio, presenta un 84% de sensibilidad y 99% de especificidad, pero aún no está ampliamente disponible.
Serología: Fijación de complemento y microinmunofluorescencia. Se considera como infección aguda un aumento de más de 4 veces para IgG, y los títulos aislados de IgM de 1/16 o de IgG de 1/512. En la primoinfección, el alza de IgM ocurre alrededor de las 3 semanas y la de IgG alrededor de las 6 a 8 semanas.
Tratamiento
En niños menores de 8 años: eritromicina 50 mg/kg/día dosificado cada 6 horas durante 3 semanas, y como alternativa la claritromicina 15mg/kg/día dosificado cada 12 horas por 21 días.
En el caso de niños mayores de 8 años y adultos las alternativas son eritromicina en dosis similares por 3 semanas y doxiciclina 100 mg/día dosificado cada 12 horas por 3 semanas. La duración del tratamiento probablemente traerá problemas de adherencia; sin embargo, las terapias abreviadas presentan el problema de recaída de los síntomas.
Fuente: Manual de pediatría por el Dr. Ignacio Sánchez D. y el Dr. Nils Linus Holmgren P. de la escuela.med.puc.cl