LPX y Baby-AT

Estas tarjetas son de tamaño similar a las anteriores, aunque con la peculiaridad de que los slots para las tarjetas de expansión no se encuentran sobre la tarjeta madre, sino en un conector especial en el que están insertadas: la riser card.

De esta forma, una vez montadas, las tarjetas quedan paralelas a la tarjeta madre, en vez de perpendiculares como en las Baby-AT; es un diseño típico de PC de sobremesa con gabinete estrecho (menos de 15 cm de alto), y su único problema viene de que la riser card no suele tener más de dos o tres slots, contra cinco en una Baby-AT típica.

Ha sido el estándar absoluto durante años. Define una placa de unos 220×330 mm, con unas posiciones determinadas para el conector del teclado, los slots de expansión y los agujeros de anclaje a la caja, así como un conector eléctrico dividido en dos piezas.

Estas placas son las típicas de las PC de caja blanca desde el 286 hasta los primeros Pentium. Con el auge de los periféricos (tarjeta sonido, CD-ROM, discos extraíbles…) salieron a la luz sus principales carencias: mala circulación del aire en las cajas (uno de los motivos de la aparición de disipadores y ventiladores de chip) y, sobre todo, una maraña enorme de cables que impide acceder a la tarjeta sin desmontar al menos alguno.

Para identificar una placa Baby-AT, lo mejor es observar el conector del teclado, que casi seguro es una clavija DIN ancha, como las antiguas de HI-FI; vamos, algo así:

O bien mirar el conector que suministra la electricidad a la tarjeta, que deberá estar dividido en dos piezas, cada una con 6 cables, con 4 cables negros (2 de cada una) en el centro.

Fuente: Apuntes de Mantenimiento Computacional de la Unideg