Nopal una planta aclimatada y arraigada en México

Los nopales, que pertenecen al género Opuntia, tienen una enorme distribución en América, desde Canadá hasta la Patagonia. A pesar de que en nuestro país existe la mayor diversidad de especies, de todas las que se conocen (127), el nopal no es originario de México, aunque algunas variedades de subgéneros son endémicas (nativas) en el territorio nacional.

Se sabe con toda certeza que desde épocas prehispánicas los nopales están íntimamente ligados a la vida económica, religiosa y social de los mexicano; de ahí el famoso dicho «más mexicano que el nopal», con lo cual se afirma una identidad entre la presencia de la planta y la ideología mexicana.

No se debe olvidar (sobre todo entre los citadinos) que las tunas son los frutos del nopal, los que motivaron a nuestros antepasados a dejar de ser recolectores y a formar un grupo sedentario estacional.

Podemos observar, desde entonces, que la dieta de los indígenas mexicanos habitantes de las zonas áridas y semi-áridas del país, han incluido este fruto como alimento importante.

Después de la conquista, los nopales fueron introducidos en Europa y se naturalizaron y ambientaron en el Mediterráneo, donde se consumen, cultivan y exportan al resto de Europa y Asia; pero nunca han tenido el arraigo y la preferencia de que gozan en nuestro país.

En la actualidad, los nopales han despertado gran interés por sus efectos antiglucémicos, reducir el peso corporal y controlar la diabetes, pues se sabe que contiene sustancias activas similares a la insulina (esto se encuentra en etapa de investigación).

Los japoneses, por tal razón, se han constituido en uno de los principales importadores de nopales de nuestra nación. Por otro lado, a los nopales se les ha procesado de diferente manera para fabricar cosméticos, champú, cremas hidratantes, complementos dietéticos en forma de harina, además de mermeladas y jaleas hechas con las cáscaras de los xoconostle.

A su vez, de la tuna blanca y roja (melcocha) también se puede elaborar miel de nopal, colonche o jarabe de tuna roja, nopalitos y tunas en almíbar; y se elaboran encurtidos de las pencas (nopalitos) y xoconostles.

Es importante señalar que los nopales son el hábitat de la cochinilla de la grana, que últimamente ha cobrado gran importancia como productora de colorantes naturales, ya que ahora se sabe que los colorantes artificiales son cancerígenos.

En países del llamado Primer Mundo como Estados Unidos de América, está prohibido usarlos en alimentos, cosméticos, pinturas de juguetes y medicamentos. Supuestamente, en México, la eritrosina o rojo 3 dejó de usarse en la alimentación en diciembre de 1992, puesto que, según se ha comprobado, es el más cancerígeno de todos los colorantes artificiales.

De la cochinilla de la grana se extrae también el ácido carmínico y la laca, cuyo valor en el mercado internacional es l0 veces superior al de la grana sin procesar. En Oaxaca, donde sabemos que desde épocas prehispánica s se cultiva la cochinilla para entintar o colorear las prendas de vestir y artículos como la cerámica, se están desarrollando importantes proyectos piloto, con el objeto de producir grana en gran escala para consumo interno y para exportar los excedentes.

Desgraciadamente, el hombre sin conciencia ecológica, sin respeto al medio ambiente y sin visión hacia el futuro, ha provocado, desde tiempo atrás, la destrucción de los nopales, debido a su uso como forraje, sin que haya una reforestación de las áreas cosechadas.

También contribuyen al deterioro, la apertura de caminos y la explotación de nuevos campos petroleros (además de la gravísima contaminación), la construcción de presas e industrias, los nuevos asentamientos humanos, etc., lo que causa en sí un tipo de deforestación.

Es importante conservar no sólo las plantas de nopales, sino toda la flora y fauna de cualquier lugar, amén de contaminar lo menos posible; de lo contrario, el perjuicio se revertirá, necesariamente, contra nosotros mismos.