La despedida: es difícil decir adiós
A veces, es preciso despedir a un empleado. Esta es una terrible experiencia tanto para el empleado como para el gerente que lo está despidiendo.
Cuando se trata de falta de integridad, despedir a alguien es sencillo. En cambio, cuando se trata de reveses económicos, la situación es más complicada. Sin embargo, los despedidos por esta causa no deberían sorprenderse tanto porque todo el mundo sabe cómo funciona una compañía. Finalmente, los despidos por bajo rendimiento profesional son los más complejos y delicados. Lo mejor es apretar los dientes y hacerlo.
Hay tres grandes errores a la hora de despedir a alguien:
- Hacerlo demasiado rápido: esto podría influir negativamente en el equilibrio de la oficina.
- No ser lo suficientemente sincero: algunas personas no están preparadas para soportar que las despidan y terminan convirtiéndose en un problema fuera de la compañía.
- Tardarse demasiado: y, por tanto, crear tensión entre todo el mundo.
Para contrarrestar estas situaciones, lo mejor es eliminar las sorpresas y minimizar la humillación. Para tal fin, lo mejor es que todo el mundo sepa cómo se está desempeñando.