Método CPR
Para poder abordar el verdadero problema, es recomendable utilizar el método CPR:
1. Contenido: la primera vez que surja un problema, concéntrese en el contenido, en lo que acaba de ocurrir.
2. Patrón: la próxima vez que surja el problema, trate de identificar el patrón descrito por ambos hechos y discútalo con su interlocutor.
3. Relaciones: si el problema continúa, hable sobre las relaciones (confianza, respeto, etc.).
Los problemas no están en el comportamiento del infractor, sino en las consecuencias del actuar de una persona. Para poder identificar bien el asunto a discutir, pregúntese: “¿Cuáles son las consecuencias derivadas de dicho problema que me afectan a mi, a nuestra relación, a nuestra tarea o a los demás involucrados?”. Analizar las consecuencias ayuda a determinar
qué es lo más importante a ser discutido. Otro modo de elegir el problema más importante es preguntarse: “¿Qué es lo que realmente quiero?”
Pero si el problema no está claro o si su discusión podría significar arruinar una relación o incluso perder el empleo, es preciso formularse las siguientes preguntas:
1. ¿Cómo saber que no se está diciendo lo que se piensa cuando se debería?
2. ¿Cómo saber que se está diciendo lo que se piensa cuando no se debería?
Por lo general, la gente no dice lo que piensa cuando debería. Para determinar cuál es el preciso momento para decir lo que pensamos, debemos considerar las siguientes preguntas:
1. ¿Estaré actuando sólo en beneficio propio?
2. ¿Estaré prefiriendo callar antes que decir lo que pienso?
3. ¿Estaré indefenso ante la situación?
Si la gente permanece callada pero su lenguaje corporal refleja malestar, es hora de decir lo que pensamos. Cuando la gente trata de figurarse si debe o no expresar lo que piensa, suele vislumbrar fracasos y decide inmediatamente permanecer en silencio. Entonces, buscan la justificación para permanecer en silencio. En este sentido, dos de las justificaciones más comunes son:
1. Disminuir la importancia de hablar.
2. Exagerar los riesgos de expresar su parecer.
Las personas más capaces de resolver problemas no se preguntan “¿qué le pasa a este individuo?”, sino “¿por qué una persona razonable, racional y decente pudo haber hecho esto?”. Tomando en cuenta la parte humana de la persona, será posible darse cuenta de los factores externos en juego.
Cuando desconocemos lo que le pasa a otra persona, es mejor dejar de lado nuestra disposición natural a enojarnos y tratar de saciar nuestra curiosidad. Tome en cuenta la posible influencia de otras personas y la situación comenzará a reflejar toda su complejidad. Las fuerzas sociales suelen ser parte de la causa de cualquier problema.
Finalmente, es preciso considerar cualquier factor físico o material que pudiera no haber sido satisfecho: dinero, ascensos, tareas, beneficios, bonos y cualquier otro tipo de retribuciones.