Cosmética y perfumería
Ya desde siglos antes de la era cristiana, el hombre se dedicó a utilizar elementos que despidieran diversos aromas, y la finalidad en los primeros tiempos, era tributar con olores agradables a sus dioses, sus momias, y sus templos sagrados. Esa costumbre se extendió a los reyes y reinas.
El término «perfume» tuvo su origen en el latín «per fumo», es decir: «por el humo». Y se fueron superando los experimentos para perfeccionar el producto, pues tenía un significado de adoración y reverencia, y con el paso del tiempo, de súplica y seducción.
Se perfeccionaban los ungüentos y fragancias y a la vez se trataban de realizar envases exóticos, trabajados con dedicación artesanal y ciertos recipientes llegaron a constituir verdaderas obras de arte.
Desde tiempos muy remotos aparecen datos del frecuente uso de elementos de perfumería y cosmética: en la Dinastía I de Egipto (alrededor del 3100 al 2907 a.C.) ya se utilizaban ciertos preparados. En las tumbas se ha encontrado jarrones con ungüentos perfumados según fue comprobado por los hallazgos realizados después. Hombres y mujeres egipcias usaron aceites perfumados para mantener su piel suave y para aminorar el efecto del clima seco de su región. Se decoraban, además, los ojos aplicando un color verde oscuro en el párpado inferior y oscureciendo las pestañas y el párpado superior con kohl, un preparado de antimonio u hollín. En las pinturas y frescos se pueden observar claramente las pinturas en los ojos.
Se cree que los judíos adoptaran la aplicación de los cosméticos de los egipcios, puesto que el Antiguo Testamento hace referencia a pinturas para la cara.
A partir de la mitad del siglo I antes de Cristo los romanos utilizaron algunos cosméticos como el kohl para oscurecer las pestañas y los párpados, la tiza (o gis) para blanquear la cara, el colorete, los elementos depilatorios (compuestos para eliminar el vello) y la piedra pómez para limpiar los dientes.
En Europa se generalizó recién en la edad media cuando los cruzados observaron el uso de los cosméticos en el Oriente Próximo, y fueron ellos quienes lo propagaron en sus regiones.
Durante el siglo XIX, en Francia se investigó científica y profundamente el preparado de perfumes y ungüentos, tratando de mejorar los productos que se iban utilizando profusamente ya en estos tiempos modernos.
El cosmético, el perfume y la moda se van desarrollando paralelamente, y hay grandes formas especializadas en la producción de mejores productos, como Dior, Balenciaga, Balmain y Chanel de París; Norman Hartnell, Hardy Amies y Belville Sassoon, de Gran Bretaña; Giorgio Armani, Gianni Versace y Romeo Gigli en Italia; y Balenciaga, Paco Rabanne, Manuel Piña, Adolfo Domínguez y Vittorio & Lucchino, en España, entre otros.
Por lo general utilizan firmas famosas de la moda para comercializar varios tipos de productos para la mujer y el hombre, así promocionan sus carteras, perfumes, pañuelos, echarpes, bolsos, maletas y bijouterie.
El uso de los adornos, pinturas y cremas se dio en todas las civilizaciones y en todas partes del mundo. Las pinturas que se realizaban en el cuerpo los indígenas americanos, los tatuajes, las incisiones superficiales en la piel (orejas, nariz, etc.) para colocarse adornos, fueron usados por culturas primitivas y también por las más adelantadas, y se siguen usando en la actualidad.
Hoy en día esta industria tiene un importante desarrollo en productos de belleza para hombres y mujeres y es muy rentable, como lo es el proceso de obtención de los perfumes que tienen origen animal o vegetal, y otros artificiales a partir de compuestos químicos naturales.
Las principales fuentes de obtención de materias primas para lograr las esencias son: animales (el almizcle, la algalia, el ámbar gris y el castóreo) y vegetal ( las hojas de salvia, tomillo y menta; la corteza de la canela, la cáscara de naranja, la madera de cedro y de sándalo; las raíces de lirio; los pétalos de rosas, violetas y otras flores y las gomas resinosas segregadas por el alcanfor y la mirra). La extracción de los perfumes naturales se hace por destilación, extracción y exprimido.
Los anteojos:
Los primeros anteojos fueron realizados en Italia hacia el año 1250; y las lentes se hacían puliendo vidrios para darles curvatura. Antes de que se inventaran, los antiguos usaban un globo de vidrio lleno de agua para ver más grandes las letras y los objetos.
Aunque es discutida la autoría de este invento que muchos adjudican a Rogelio Bacon, otros dan como inventor de los anteojos, al florentino Silvino Degli Armati, en 1285. Una inscripción en su tumba, debajo de su busto, dice: «Aquí yace Silvino Degli Armati, de Florencia, inventor de los anteojos. Que Dios le perdone sus pecados. Año MCCCXVII», año de su muerte.
Los peines:
Los peines más antiguos fueron descubiertos en la península escandinava. Estaban hechos con cuerno de ciervo y tienen más de 10.000 años de antigüedad.
El secador de pelo:
El primer secador de pelo portátil fue inventado en 1920, por la Racine Universal Motor Company de Estados Unidos de América.
Los dientes:
En la actualidad se usan dentífricos, hilos dentales, enjuagues bucales, polvos dentales y otros implementos. El profesional odontólogo arregla caries, coloca coronas y prótesis. Pero en la antigüedad, ¿cómo se las arreglarían?. En los comienzos de la era cristiana, las limpiezas se realizaron con piedra pómez. Un doctor francés, Chemant, realizó alrededor de 1770 una dentadura con dientes de porcelana, con muelle.
Existen grabados en escrituras cuneiformes sumerias del 5000 antes de Cristo donde adjudicaban el dolor de muelas a gusanos que roían desde el interior los dientes. En el Antiguo Egipto se inició la odontología como una de las especialidades médicas, prueba de lo cual son inscripciones encontradas en tumbas egipcias de aproximadamente el 3000 antes de Cristo. Por su parte, los etruscos, alrededor del 700 antes de Cristo, ya reemplazaban las piezas dentales perdidas.
Al estudio de los dientes se dedicaron Hipócrates (400 a.C. ), Aristóteles (alrededor del 350 a.C. ), y ya en el primer siglo de nuestra era, Aurio Celso trató las enfermedades dentales, y en el Siglo II, el médico griego Galeno aconsejaba limpiar las caries con una lima.
Recién en el S. XVI aparece la primera publicación especializada: Libellus de Dentibus (Escrito sobre dientes, 1563), d el anatomista italiano Bartolomeo Eustachio.
En 1728, el odontólogo francés Pierre Fauchard publica El cirujano dentista (1728), y a partir de esto la odontología se consideró una rama científica independiente de la medicina. En 1771 el cirujano inglés John Hunter publicó la Historia natural de la dentadura humana, que muchos sostienen que es el fundamento de todos los textos modernos sobre la anatomía de la mandíbula y de los dientes.
En 1840 se funda la primera escuela dental en el mundo, el Colegio de Baltimore de Cirugía Dental, en Baltimore, Estados Unidos, y se crea la Sociedad Americana de Cirugía Dental.
En 1844, el dentista Horace Wells de Estados Unidos, usó como anestésico para sus pacientes el llamado «gas de la risa» (el óxido nitroso).
En 1935 se comienza a utilizar la resina acrílica polimerizada como una base para los dientes artificiales. Y a partir de allí se estudian día a día nuevas formas de mejorar el aspecto con nuevas técnicas, mejores resultados y sin dolor.
Fuente: educar.org – licencia: creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.0/deed.es