Diferentes posturas sobre evaluación

Hablar de evaluación es un tema muy complejo ya que implica hacer un análisis profundo del proceso de aprendizaje y de cómo se ha aplicado en la realidad dicho concepto, principalmente en las instituciones educativas, donde por lo general los profesores conocen como evaluación a un periodo en el cual pueden asignar un numero determinado a sus alumnos dependiendo de lo que para ellos fue el aprovechamiento del conocimiento por un determinado periodo, los alumnos por su parte relacionan a la evaluación con: presentar examen, pasar una materia, tener una calificación, etc. y esto va acompañado de sentimientos generalmente negativos hacia lo que tanto alumnos como profesores llaman “periodo de evaluación”.

Lo cierto es que evaluación implica muchísimas otras cosas que ni siquiera se toman en cuenta al realizar la valoración y mas aún en nuestra sociedad que se ha caracterizado por mejorar la técnica y hacernos cada vez mas pragmáticos, la evaluación en este sentido alimenta la individualidad, la competencia y la “sobrevivencia del mas fuerte” negando posibilidades a una mayoría ya que es utilizada como “coladera” por las distintas instituciones educativas olvidando su principio fundamental. Hemos dejado de lado las particularidades que es lo que nos da la pauta para decidir por nosotros mismos y por nuestro futuro, el porvenir que cada quien quiere para su propia vida.

Algunos autores consideran que la evaluación es un proceso sistemático, integral, gradual y continuo que valora los cambios producidos, eficacia de la técnicas, capacidad del educador y calidad del plan de estudios; esto con la finalidad de convertirse en un proceso de mejora continua por medio de la “proalimentación”, satisfacción de los conocimientos adquiridos, toma de decisiones, acciones, entre otras cosas.

Por otra parte algunos autores consideran a la evaluación con un carácter científico ya que se vale de la apreciación de los conocimientos, de la personalidad y la conducta, así como de métodos y procedimientos confiables y válidos que a su vez involucra a todos los interesados en la educación con el fin de la mejora continua.

Hablar de evaluación implica hablar también de distintos enfoques, como lo es el de la “evaluación diagnostica”, esta evaluación se realiza al inicio un nuevo proceso de enseñanza- aprendizaje, toma en consideración los conocimientos previos y el contexto en general de las personas con la finalidad de adecuar los planes, programas y objetivos de un curso educativo.

Por atraparte el enfoque de la “evaluación formativa” se lleva a cabo a lo largo de todo el proceso de manera continua, permite conocer la evolución y detectar problemas a tiempo para proponer soluciones y medir el impacto progresivo del aprendizaje.

Otro enfoque importante dentro del proceso es el de la “evaluación sumativa”, por lo general se aplica al concluir un proceso y tiene como  fin medir el alcance de los alumnos cuantitativamente respecto a los objetivos propuestos al inicio del curso.

Para llevar a cabo el proceso de evaluación se recomienda utilizar diferentes tipos de instrumentos que funcionan como herramientas que ayudan a obtener resultados “objetivos”, los cuales se utilizan dependiendo de el propósito o del objetivo planteado, por ejemplo se puede utilizar el cuestionario, la entrevista, la observación, pruebas de rendimiento (pruebas orales, de ensayo, de libro abierto y practicas). Existen otras que se llaman pruebas objetivas dentro de las cuales se pueden distinguir las de evocación, discriminación, de reconocimiento, de identificación y multiítems en fin una gran diversidad de herramientas que coadyuvan al proceso de evaluación.

Una perspectiva diferente sobre evaluación

Por otra parte abordar otra postura de la evaluación es analizar sus potencialidades formadoras de la persona como lo menciona Susana Carena de Peláez en su documento de tesis de doctorado entendiendo como persona a un ser perfectible que se construye continuamente a si mismo. Desde este punto de vista se hace necesario reflexionar sobre la función de las instituciones formadoras en atención a la totalidad de las necesidades de “formación de las personas” como seres críticos y reflexivos que les permita construir su propio futuro, bienestar y libertad hacia su felicidad.

Partiendo desde este otro punto de vista filosófico se hace un poco más complejo entender el concepto de evaluación en su totalidad ya que implica un nuevo planteamiento de los objetivos generales de la educación no solo en una nación sino en el mundo e involucra cuestiones universales de la educación. En este sentido el aspecto de la evaluación que es prioritario analizar es el que tiene como objetivo las posibilidades de ayudar o colaborar en los procesos de “formación de la persona”. Como lo menciona Susana Carena de Peláez:

“…en toda instancia evaluativa que tiene por objeto la conducta de una persona o las relaciones interpersonales, hay potencialidades formadoras con la capacidad para poner en marcha procesos de reflexión crítica que llevan a la toma de conciencia de sí mismo y de la realidad y al ejercicio efectivo de la libertad en la toma de decisiones; …este acto se encuentra coadyuvado por el encuentro con los otros y se concreta en una intención y en un proyecto, el que implica la síntesis entre el pensamiento y la acción. Considero que estos procesos son el aporte esencial que la evaluación puede hacer a la problemática educativa y pueden hacer de la institución una comunidad crítica, autoconciente y responsable que funcione como un currículo formador de personas.” ( la evaluación educativa y sus potencialidades formadoras, Susana Carena de Peláez ).

Partiendo de este análisis, representa una fuerte crítica a la evaluación que se ve como un instrumento técnico racional que actúa en la búsqueda de la eficiencia en donde la persona se ve como una ficha etiquetada que no tiene participación y que es descontextualizada.  Desde este estudio “se reconoce a la evaluación como:

  • a) un proceso de reflexión crítica, una actividad humana intencional donde una persona, una comunidad, se compromete con la regla fundamental de sinceridad para enfrentar la realidad a partir de la verdad del objeto de que se trate;
  • b) un análisis valorativo que implica una comparación de la realidad con su deber ser a fin de poder determinar su valor real y sus contradicciones;
  • c) una actividad que proporciona los fundamentos de la realidad y proporciona los elementos para su coherencia interna entre la teoría y la práctica; y
  • d) una actividad que realizada con la participación de los sujetos que son objeto de la misma, colabora con su ordenamiento hacia su perfeccionamiento personal” ( la evaluación educativa y sus potencialidades formadoras, Susana Carena de Peláez ).

Es interesante analizar esta postura ya que involucra la totalidad del proceso de aprendizaje y a partir de ella se puede dar respuesta a nuestro comportamiento y evaluar inclusive sentimientos como el amor o la amistad. Desde la perspectiva de la evaluación como un proceso sistemático cuantitativo seria ilógico pensar que el amor se puede evaluar ya que no existen instrumentos para abarcarlo y de esta manera se estaría cosificando el sentimiento y la persona amada; pero desde este otro punto de vista que se plantea en esta propuesta donde se defiende que la evaluación es un proceso de reflexión critica con participación de la persona, que implica comprender la situación y la toma de conciencia de la misma, la evaluación del amor o la amistad puede transformarse en un examen de conciencia sobre la manera que cada quien tiene de sentir enfocado hacia un posterior perfeccionamiento en este sentido.

Autor: Jacqueline Estrada Peña.
Egresada de la facultad de antropología social de la universidad de Quintana Roo de México UQROO. Actualmente cursa la maestría en educación de la universidad interamericana  UNID.