Educación de la sexualidad
La educación sexual va mucho más allá de decirle al niño cómo nacen los bebés
Educación sexual significa ayudar al niño o la niña a ser consciente del sexo al que pertenece y a sentirse satisfecho con él; a que sepa que niños y niñas son igualmente valiosos como seres humanos y que sus diferencias hacen más interesante y completa la vida de todos.
Niños y niñas tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones: ambos deben participar por igual en las tareas de la casa, ambos necesitan la misma comida, el mismo tiempo para jugar y descansar, el mismo cariño de sus padres.
Tenemos que propiciar que tanto las niñas como los niños se sientan capaces de llevar a cabo todo tipo de actividades, ya sea cocinar o arreglar un aparato.
Los niños y las niñas son igualmente inteligentes y deben tener las mismas oportunidades para desarrollarse.
Desde que el niño es pequeño, conviene darle ejemplo y fomentar el respeto a todos los seres humanos, cualquiera que sea su género o preferencia sexual.
La educación sexual es ofrecerle a nuestra hija o nuestro hijo un modelo de pareja
El niño que ve a sus padres tratarse con cariño y respeto, solucionar sus enojos y conflictos sin agredirse, darse apoyo en distintas actividades y disfrutar la vida juntos, está aprendiendo lo fundamental de la relación entre un hombre y una mujer.
Si no tenemos pareja, este aprendizaje puede darse a través de las relaciones entre los miembros de la familia, hombres y mujeres; a través de la consideración y amor con que nos tratemos.
El papel de los hombres y el de las mujeres ha cambiado enormemente.
En muchos casos, la mujer trabaja fuera del hogar ya sea para apoyar económicamente a la familia o porque ella es la única responsable de mantenerla.
El varón, por su parte, se siente cada vez más libre para ayudar en las tareas de la casa y bebés para disfrutar y cuidar a sus hijos.
Modificar las costumbres machistas requiere valor.
El padre tiene que sentirse seguro de que seguirá siendo igual de hombre si juega con su bebé o le da de comer, y la madre tiene que aceptar que el cuidado de los hijos y la casa no es su territorio exclusivo.
Si las tareas del hogar se reparten entre todos los miembros de la familia habrá más tiempo y oportunidades para compartir y divertirse.
La educación sexual consiste en propiciar en el niño el conocimiento, cuidado y respeto por su propio cuerpo y el de los demás
A los dos o tres años, cuando el niño deja los pañales, descubre otras partes de su cuerpo y con ello nuevas sensaciones.
La estimulación de los genitales le produce placer, por lo que suele tocarse con cierta frecuencia.
Esto es parte natural del desarrollo sexual infantil y no provoca ningún problema en la vida adulta.
Cuando sorprendamos a nuestro hijo tocándose los genitales no debemos regañarlo ni castigarlo pues esto podría hacerlo asociar la sexualidad con algo malo o sucio.
Simplemente tratemos de hacerle entender que esos son actos íntimos, muy personales, y que no debe realizarlos frente a otras personas.
Sólo cuando la masturbación sea algo tan frecuente que impida al niño jugar y realizar otras actividades, o cuando notemos que el niño está ansioso o angustiado, es conveniente analizar qué le está pasando y, si es necesario, pedir ayuda a un profesional.
También debemos advertir a nuestro hijo que nadie tiene derecho a tocar las partes íntimas de un niño o una niña.
Que si una persona extraña o de la misma familia trata de hacerlo, debe avisarnos inmediatamente.
Nosotros lo protegeremos siempre.
La educación sexual contribuye a desarrollar en el niño la confianza en sus padres
Esto supone que cultivemos una actitud abierta para responder las dudas e inquietudes de nuestro hijo y nos preparemos para saber qué contestarle.
Implica también responder en forma natural y clara, darle los datos que nos pide y alentarlo a que exprese lo que piensa y lo que le causa curiosidad.
Tenemos que estar atentos para no ponernos nerviosos ni contestar con evasivas, pues esto podría provocar que el niño no vuelva a preguntarnos y busque información en otra parte.
Si nos llegara a incomodar alguno de sus comentarios o preguntas, es mejor decírselo para evitar la ansiedad o el desconcierto.
Es natural que el niño y la niña en edad preescolar expresen interés en asuntos de tipo sexual
La curiosidad natural del niño en edad preescolar acerca de la sexualidad se expresa a través de preguntas sencillas, la exploración de su propio cuerpo, la atención al cuerpo de otros niños y adultos y la observación de la conducta sexual de los animales y de las personas.
Alrededor de los tres años descubre las diferencias anatómicas entre niños y niñas.
Cuando es pequeño, sobre todo si no tiene hermanos, piensa que todos los niños son iguales.
Al ver a un niño del sexo opuesto desnudo surge la pregunta: “¿Qué es eso?”.
Lo único que quiere saber es el nombre.
Y eso es lo que hay que contestar.
Hablar brevemente de que los niños y las niñas son distintos y esta diferencia es natural y bella.
En ese tiempo, el pequeño sólo se interesa en la forma del cuerpo, no se le ocurre todavía pensar en las relaciones sexuales.
Cuando demos información sexual al niño, es conveniente hacerlo con brevedad y sencillez para que sea capaz de entenderla y asimilarla
Cuando el niño expresa una duda, debemos estar seguros de lo que en verdad le interesa.
A veces la pregunta “¿De dónde vienen los bebés?”, o más bien: ”¿De dónde vine yo?”, no se refiere a la manera como los niños nacen sino al lugar de origen: el Estado de México, el hospital.
Antes de responder es conveniente investigar por qué pregunta eso y qué es exactamente lo que quiere saber.
Pero llega el tiempo en que sí le intriga la manera en que nacen los bebés.
Las mujeres embarazadas —si se trata de su madre con mayor razón— despiertan su imaginación de tal manera que querrá saber cómo va a salir el bebé; quizá después pregunte cómo entró.
Hay que estar preparados para contestarle.
Si es su mamá o una persona cercana la que está embarazada, le gustará sentir con la mano los movimientos del bebé y que le platiquemos cómo va creciendo dentro para estar listo en el momento de su llegada al mundo.
Seguramente el pequeño quedará satisfecho si le damos una respuesta breve en vez de emprender una explicación larga y detallada.
A los niños se les olvida lo que no están preparados para entender.
Nunca demos al niño una respuesta falsa que luego tengamos que desmentir
Cuando él descubra que los bebés no vienen de París ni los trae la cigüeña, va a perder confianza en nosotros.
Tampoco es adecuado negarnos a darle una respuesta. Decirle: “Esto no es un asunto de niños”, o: “Cuando seas más grande te vas a enterar”. Siempre hay forma de contestar de acuerdo con la edad del niño.
Es mejor que seamos nosotros quienes le demos la información y no alguien extraño que pudiera transmitirle ideas equivocadas.
Los padres no debemos dejar en otras manos la responsabilidad de la educación sexual de nuestros hijos
Nuestro afecto, confianza y cercanía nos hacen las personas ideales para introducir al niño en el tema de la sexualidad.
Así, cuando él reciba información a través de otros medios o de otras personas, será natural para él acudir a nosotros para resolver sus dudas y su curiosidad en vez de dejarse influir por enfoques erróneos o actitudes negativas.
Es importante que hablemos sobre el tema en pareja cuando el niño es pequeño y desde el principio nos pongamos de acuerdo sobre la educación sexual que daremos a nuestros hijos.
Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones
– Dé las mismas oportunidades a niños y niñas para ir a la escuela y para desarrollar diferentes actividades.
– Si es posible invite a su hijo a su trabajo para que sepa a qué se dedica cada uno de sus padres.
– Procure que en las labores del hogar participen todos, hombres y mujeres, niños y niñas.
– Cuando su hijo pregunte algo relacionado con la sexualidad, indague exactamente lo que él desea saber. Luego conteste de manera clara, sencilla y siempre con la verdad.
– Cuando hable con su hijo, refiérase a las partes y funciones corporales con el nombre correcto.
– No se alarme si sorprende a su hijo en jugueteos sexuales con sus hermanos o amiguitos, tómelo como un proceso de curiosidad natural y distráigalos hacia otra actividad pues es algo íntimo.
– Asegúrese de que estos juegos no se den entre niños cuya diferencia de edad sea demasiada.
– No se preocupe ni regañe a su niño si lo encuentra estimulando sus genitales. Piense que usted ya ha establecido los límites de pudor e intimidad que el niño todavía no.
– Cuando alguna conducta sexual se vuelva una práctica frecuente que prive al niño de otras actividades como jugar o trabajar, consulte la opinión de un especialista. Su pediatra puede ayudarlo.
Fuente: Guía para padres de la Consejería de Educación y Cultura del gobierno de Extremadura