Las primeras separaciones
Cuando los padres no podemos estar todo el tiempo con nuestro hijo tenemos que buscar a alguien que nos ayude a cuidarlo
A veces las separaciones son necesarias y al principio pueden ser difíciles tanto para el niño como para nosotros.
Si los dos padres trabajamos, o si uno solo se encarga del cuidado de la familia, el pequeño tendrá que quedarse con alguien más: un familiar, un amigo o en una guardería.
Quizá nos sintamos mal por no poder estar con él todo el día, pero podemos tener la tranquilidad de que nuestro hijo tiene la capacidad de estar contento incluso sin nuestra presencia.
Es indispensable que la institución o la persona que elijamos sea de toda nuestra confianza y que podamos estar seguros de que nuestro hijo estará bien atendido
Aunque lo cuide alguien más, la responsabilidad del niño es nuestra, y siempre seremos los padres quienes debemos tomar las decisiones importantes.
Antes de dejar al niño por primera vez, tenemos que llegar a un acuerdo muy preciso con la persona que se va a encargar de atenderlo sobre los límites y reglas del comportamiento de nuestro hijo; decirle cómo queremos que lo trate y darle información clara acerca de su manera de ser, sus costumbres y necesidades.
La comunicación completa ahorra malos entendidos y problemas innecesarios.
Al regresar por nuestro hijo, conviene pedir los detalles de lo que sucedió mientras no estábamos.
El intercambio respetuoso con quien lo cuida es muy útil para asegurar el bienestar del niño, como también lo es ayudar a esa persona lo mejor posible y manifestarle nuestra gratitud por el apoyo que nos brinda.
Es muy importante preparar al niño para la separación
Cuando nuestro hijo es muy pequeño, conviene estar presentes los primeros días mientras él se acostumbra y la persona va conociendo
las rutinas del bebé.
Si el niño va a quedarse en una guardería, conviene llevarlo de visita con anticipación para que, cuando lo dejemos, el lugar y las
personas que lo van a cuidar no le sean desconocidos.
Nunca hay que dejar al niño sin avisarle
Cada vez que salgamos, aunque no comprenda aún las palabras, hay que hablar con él, despedirnos y permitir que nos vea salir.
Al principio, no suele dar señales de molestia, pero a partir de los cuatro o cinco meses, el bebé empieza a protestar más claramente si lo dejamos durante el día.
Puede ser que cuando regresemos esté enojado con nosotros, no quiera mirarnos, llore o se resista a que lo carguemos.
Las protestas del bebé son una buena señal de que avanza en su capacidad de distinguir a las personas importantes para él
Su enojo significa que va madurando, que nos conoce mejor y que quiere estar con nosotros.
Es sano que llore y se enoje pues así nos da oportunidad de darle lo que necesita cuando estemos con él.
Si el niño ya entiende el lenguaje, hay que decirle a dónde vamos a ir, cuánto tiempo estaremos fuera y a qué hora volveremos
Algunos padres creen que el niño sufre menos si desaparecen cuando él está distraído y luego alguien lo consuela diciéndole una mentira como:
“No te preocupes, tu mamá está en el patio, en un momento regresa”.
En realidad, los engaños aumentan su desconfianza, pues, al darse cuenta de que en verdad sus padres se han ido, se angustia todavía más.
En cambio, si nos despedimos de él, al regresar podemos recordarle que le prometimos volver y lo estamos cumpliendo.
Esto lo tranquiliza y le enseña que puede confiar en nosotros pues le decimos la verdad.
Además, si procuramos regresar siempre a la misma hora, aprenderá a prepararse para nuestra llegada.
El niño requiere que tanto las rutinas como las personas que lo cuidan sean siempre las mismas
Para sentirse seguro, nuestro hijo necesita saber lo que va a suceder en el día.
La inestabilidad y el desorden lo desconciertan y afectan tanto su inteligencia como sus emociones.
Hay que establecer una rutina de horarios y hábitos, y ser sumamente constantes; debemos establecer un compromiso del tiempo que estaremos diariamente con él.
Si aún es bebé puede ser un buen hábito arrullarlo, mecerlo y cantarle en la mañana antes de salir y en la tarde cuando regresemos, y si ya habla y entiende, platicar y jugar con él.
Al llegar a casa, es importante, para nosotros y para el niño, encontrar formas de mostrarle cuánto lo queremos.
Si al regresar lo notamos inquieto o molesto, seguramente después de unos momentos de caricias, volverá a estar alegre.
Podemos sentarlo en las piernas, abrazarlo,hablarle: “¿Cómo te fue hoy? ¿Estuviste contento? Yo pensé mucho en ti.
Te extrañé porque me encanta estar contigo.” Aun en el caso de que no entienda las palabras, sí comprenderá nuestros sentimientos e intención.
Por otro lado, hay que estar muy alertas y tomar en cuenta las reacciones y las quejas del niño y la manera como se relaciona con quien lo cuida.
Su comportamiento es una señal clara de cómo está siendo tratado.
Una manera de aliviar la ansiedad y el miedo de la separación es el juego de las escondidas
Nuestro hijo necesita aprender que nosotros seguimos existiendo aunque él no nos vea.
Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones
– No se sienta culpable por dejar un rato a su hijo. Al reencontrarse, usted estará en mejor actitud para interactuar con él.
– Reúnase con su hijo y la persona que lo va a atender unos días antes del momento en que lo tenga que dejar con ella.
– Prepare a su niño explicándole con anticipación que va a salir y a qué hora volverá.
– Nunca engañe a su hijo: diga la verdad para que siga confiando en usted.
– Organícese para contar todos los días con un tiempo suficiente de convivencia con su hijo.
– Fomente la comunicación con la persona que lo cuida. Entréguele un escrito con las recomendaciones que usted considere necesarias y algo de dinero para emergencias.
– Deje a la vista los teléfonos del sitio donde se le pueda encontrar, así como el del médico de su hijo.
– Procure saber lo básico sobre primeros auxilios y enséñele a la persona que atiende al niño.
– Esté al pendiente de cómo lo cuida la persona encargada. Llegue a deshoras para ver si está contento, si se respetan sus ritmos de sueño, comida, juego.
– Al regresar, platique con la persona responsable para enterarse de lo que hizo el niño y sus avances del día.
– Salude a su hijo con gusto, exprésele su afecto con palabras y abrazos, platíquele cómo fue su día y lo que van a hacer ahora que están juntos.
Fuente: Guía para padres de la Consejería de Educación y Cultura del gobierno de Extremadura