El desarrollo del lenguaje
Cuando el niño nace empieza el desarrollo del lenguaje
El bebé nos escucha hablar desde sus primeros días y, a partir de los dos meses, comienza a guturar, es decir, a hacer ruiditos, y a esperar una respuesta.
Si los padres contestamos a sus sonidos, el bebé tratará de repetirlos.
Así establecemos la forma básica de la comunicación: “yo hablo, tú escuchas; tú hablas, ahora yo escucho”. Son los primeros pasos para desarrollar el lenguaje.
Un poco después, a partir de los ocho meses, el bebé balbucea. Puede decir: ma, da, pa, ba.
Estas sílabas todavía no significan nada para él, pero le encanta practicarlas.
Está ensayando los sonidos y la entonación de su propia lengua.
Los juegos tradicionales de las abuelas preparan el camino a compartir el lenguaje con nuestro hijo
Al bebé le encantan los juegos que combinan sonidos, palabras y movimientos que se repiten, como el Aserrín, Aserrán, Las tortillitas, Tengo manita o Los cochinitos.
Cantarle y contarle cuentos antes de dormir es una excelente costumbre.
El niño realmente construye el lenguaje cuando descubre que las palabras significan algo
Un poco antes del año, el bebé da señales de que entiende el lenguaje.
Si le pedimos que nos dé un juguete o que se acerque a nosotros, él quiere demostrar que comprende haciendo lo que le pedimos o desobedeciendo con clara intención.
A esta edad el bebé todavía usa el dedo para apuntar y señalar.
Poco a poco, si lo animamos, deja de señalar los objetos y empieza a hablar para manifestar lo que quiere.
Alrededor del año el bebé suele decir su primera palabra.
A partir de entonces, su lenguaje se desarrolla a gran velocidad: el número de palabras aumenta cada día y hablar se convierte en una de sus ocupaciones favoritas.
Aprender a hablar es un avance formidable de su inteligencia y de su
capacidad de relacionarse con los demás
El lenguaje es un medio fundamental para conocer, describir y explicar lo que le sucede.
Es también una herramienta importante para su desarrollo: es su manera de formar ideas, de aprender, de imaginar y recordar.
Así puede referirse a objetos que no están presentes o no existen, y a hechos que ya pasaron.
El lenguaje ayuda al bebé a expresar sus necesidades o afectos; con sólo hablar puede pedir lo que le hace falta, llamar a una persona
y obtener su atención.
La corrección y riqueza del lenguaje del niño depende de la manera como le hablemos
Al niño no le es útil que usemos expresiones de bebé, que digamos, por ejemplo, “Gua guá” en lugar de perro.
Él aprende igual una palabra que otra. Le ayudamos más si decimos
el nombre preciso de las cosas y usamos con él una forma correcta de hablar.
Enseñar a hablar a nuestro hijo es una oportunidad para ampliar y mejorar nuestro propio vocabulario, lo cual se logra leyendo buenos libros, manteniendo conversaciones con diferentes personas y asistiendo a pláticas sobre temas interesantes.
Alrededor de los dos años, el niño ya puede formar frases sencillas, y a los tres años comprende la mayor parte del lenguaje que usará el resto de su vida
A partir de su segundo año, el niño empieza a expresar y ordenar las palabras como se usan en su idioma; dice las palabras cada vez con mayor claridad; escucha atentamente cuentos y canciones, y pide que se los repitamos una y otra vez.
Es muy importante que los padres contestemos las preguntas de nuestro hijo, escuchemos lo que nos cuenta y conversemos con él.
El niño no sólo imita el lenguaje, sino que lo construye, lo inventa, lo hace suyo
Imagina “cómo se dice” y ensaya todo el tiempo.
Construye palabras que nos dejan ver su capacidad para manejar el lenguaje, por ejemplo: “La casa se quemó y los bomberos la desquemaron”.
Las palabras que el niño inventa no son tonterías sino todo lo contrario, acciones inteligentes.
Por eso, no hay necesidad de hacerle notar sus fallas; por sí mismo va a descubrir la manera convencional de hablar.
Con el tiempo, es muy agradable recordar estas formas de hablar del niño.
Vale la pena escribirlas en la misma libreta en que anotamos sus “gracias” y sus aprendizajes, o grabar conversaciones, cantos e historias de nuestro hijo.
A él le encantará escuchar su voz de cuando era pequeño.
Los adelantos en su lenguaje indican que el niño también está avanzando en el desarrollo de su inteligencia y su pensamiento
Cuando entra al preescolar, el niño ya tiene un amplio conocimiento del lenguaje.
Puede disfrutar actividades como cantar, decir rimas o versos, imitar animales, conversar.
A los cinco o seis años ya se le entiende per-fectamente.
Habla bien, hace muchas preguntas y se interesa por palabras nuevas y su significado.
Leerle libros es una manera excelente de ampliar su vocabulario y su comprensión.
Mientras más libertad y estímulos tenga un niño para escuchar y hablar, mayor será su capacidad de comunicarse y relacionarse con el mundo
Si tenemos la costumbre de platicar con nuestro hijo sobre lo que sucede todos los días, sobre lo que incita su curiosidad, lo que le gusta o le sorprende, pronto podremos tener conversaciones muy agradables e interesantes, y tendremos muchas ocasiones de hacerlo sentir querido y apreciado.
Pruebe algunas de las siguientes recomendaciones
– Hable con su bebé y responda a sus balbuceos.
– Utilice los juegos y las canciones tradicionales para niños. Invente sus propios cantos.
– Tenga al bebé cerca e intégrelo a la conversación de la familia.
– No le dé lo que le pida con señas o ruidos si ya sabe hablar.
– No utilice un lenguaje infantil, ni le hable como bebé. Así aprenderá a hablar apropiadamente.
– Platique con su hijo. Muestre interés al escucharlo y al contestar sus preguntas.
– Permita a su hijo expresarse libremente.
– No interrumpa la conversación del niño para corregirlo.
– Léale en voz alta.
– Cuando su hijo le pregunte el significado de alguna palabra, busque una respuesta simple y clara.
– Cuando salga de paseo, muestre lo que vayan encontrando y llame a las cosas con el nombre correcto.
– Dedique un momento para recordar con su hijo lo que hicieron durante el día. No olvide mencionar los sentimientos que acompañaron a todo lo que hicieron.
– Escriba y, si puede, grabe las “frases célebres” y las palabras o historias inventadas por su niño.
– Trate de ampliar y enriquecer su vocabulario a través de lecturas y del contacto con otras personas.
Fuente: Guía para padres de la Consejería de Educación y Cultura del gobierno de Extremadura