La computadora en la experimentación
Antes de la llegada de los hipermedios, la información requería la colaboración del autor, tipógrafo, impresor y editor quienes, entre ellos definían y formalizaban su presentación.
Por otra parte, las palabras circulan a través de Internet de forma libre como nunca lo habían hecho.
En principio, éste es el medio perfecto para encontrar, reproducir y redistribuir información.
Las cuestiones relativas a la libertad de expresión y el significado e implicaciones de la palabra “libertad” nunca se habían debatido con tanto ahínco desde finales del siglo XV, cuando la invención del tipo móvil proporcionó la remarcable oportunidad de que todos los hogares poseyeran un libro.
A no ser que observemos un diccionario, enciclopedia o libro de texto, en general empezamos a leer un documento por el principio y continuaremos en orden normal hasta el final.
El hecho de que el ordenador no se limita a presentar información en serie fue uno de los reconocimientos que se le hicieron desde el principio.
Por esa razón los tipógrafos que diseñan para hipermedios suelen entusiasmarse con que los sistemas de hipertexto pueden proporcionarles formas innovadoras de presentación de la información como si fuera imposible abrir cualquier libro por cualquier página que no fuere la primera.
Sin embargo, puede accederse a los sistemas de hipertexto, no solo “páginas” sino “documentos» por cualquier punto y pueden relacionarse no solo por el autor que los creo o por el lector quien, cabe resaltar, puede intervenir para convertirse en un autor asociado.
La cuestión de la “originalidad” puede ser problemática (e interesante).
El hipertexto es básicamente un “sistema hipertextual”, que ofrece el potencial para redefinir la relación entre autor y el lector y la naturaleza de la escritura.
La razón de ello es que el texto se presenta como una estructura en evolución.
A diferencia de los textos impresos, que proporcionan permanencia y un contexto físico para el texto, la escritura electrónica es una forma inestable y perecedera, una forma inestable y perecedera, una forma en la que el texto existe sólo en un momento dado.
El lector se une al autor en la construcción del texto porque los vínculos, sin importar dónde, por qué y quien los realiza, afectan o crean nuevos significados alternativos.
Tradicionalmente, el autor es alguien que genera y reúne un paquete de ideas de forma que el lector es capaz de comprender un mensaje específico.
Sin embargo, el hipertexto sitúa el énfasis en la escritura como proceso sin fin más que como objeto que puede proporcionar la “última palabra” en un determinado tema.
Sin los medios para controlar el resultado, el papel del autor y del tipógrafo queda comprometido.
Fuente: Taller de Tipografía Avanzada de la U de Londres