Página web

Es probable que en la actualidad no sólo se le pida al diseñador gráfico que elabore, para la imagen corporativa de una empresa, el logotipo y su aplicación – afiches, folletos, membretes, cabezales de fax– sino que también se le encargue una «página web».

«Queremos estar en Internet», es una de las frases más comunes y que de forma bienintencionada muestra un interés por sondear las posibilidades que ofrece este nuevo medio.

Es probable que la mayoría hable de «páginas web» y no de sitio (que sería más adecuado), a pesar de sus diferencias que poco importan a la hora de pensar que Uruguay ha absorbido con rapidez explosiva las bondades de Internet y su cosmos de protocolos, algo que lo pone a la cabecera de los países latinoamericanos y muchos europeos.

El comienzo de la demanda es sencillo y se puede catalogar como la necesidad de no quedar afuera y hacer un acto de presencia.

Las empresas quieren estar en Internet, aunque sea para hacer figurar un email en sus tarjetas personales y así dar una sensación de contemporaneidad.

Si bien Internet permite hacer mucho más que un mero acto de presencia, no es de despreciar la iniciativa de entrar por lo que suena como lógico: establecer un acto de pertenencia y adhesión a un nuevo espacio.

Las especulaciones sobre un dudoso futuro para la imprenta y para el libro en concreto no son nuevas.

Al igual que la imprenta en el siglo XV el ordenador es hoy en día una tecnología que parece poner en peligro la definición tradicional del libro.

Las esperanzas iniciales de que la imprenta liberaría la comunicación humana se han cumplido con creces, y muchos consideran que el hipertexto es capaz de llevar un paso más allá todas esas posibilidades democráticas.

Sin embargo, algunos analistas dudan que dichas expectaciones sean muy realistas, en gran medida porque el hipertexto es muy diferente del aspecto físico de una impresión.

Gutenberg diseñó e imprimió su Biblia de 42 líneas para funcionar como un artefacto en una sociedad que valoraba los artefactos.

En comparación, el ordenador suele ser acusado de aliar de forma inherente la escritura de sus tradiciones, que han sido, y siguen siendo, destacadas por la propia actividad impresora.

Aunque no hay duda de que la naturaleza del ordenador proporciona una “escritura electrónica” con una interactividad y flexibilidades únicas, lo que no puede hacer es imitar a la imprenta.

No existe ninguna sensación de permanencia o inmovilidad en los sistemas electrónicos de escritura. Pero, dentro de dichas “limitaciones” existe una gama muy amplia de posibilidades.

El mayor problema es que mientras los sistemas electrónicos y de impresión existen uno junto a otro, siguen realizándose comparaciones. La comparación más común concierne a la visibilidad.

De forma constante, se efectúan asunciones sobre el tamaño físico y la claridad de la pantalla del ordenador, aunque siga siendo imposible realizar predicciones sobre la influencia social o cultural de dicha tecnología.

Por ejemplo, no podemos saber si los lectores en el año 2005 o 2025 preferirán la pantalla del ordenador o el libro impreso. Sin duda las elecciones culturales siguen manteniendo en uso los libros impresos y materiales parecidos.

Es un hecho que para muchos propósitos, la imprenta podría eliminarse ya pero los lectores no están preparados, por el momento, para reemplazar sus libros por ordenadores.

Pero en la historia de la escritura, algunas técnicas han sido substituidas por otras. El libro prácticamente reemplazó el rollo en la antigüedad.

El pergamino reemplazo al papiro a principios de la Edad Media.

Pero es más común que una tecnología más nueva reemplace una función principal, dejando que la tecnología anterior consolide otras funciones.

La imprenta reemplazó a los libros escritos a mano, pero no acabo con la escritura a mano.

La tecnología electrónica no ha acaparado, de ninguna manera, la función de los libros impresos.

Más bien parece que ha reemplazado muchas funciones de las máquinas de fax y algunas funciones del teléfono.

El ordenador (y los mensajes de texto de los teléfonos móviles) se utilizan principalmente como un medio alternativo de la comunicación verbal.

Esto queda destacado por la tendencia popular a escribir tal como suena: qdamos a las 7? Como la máquina de escribir, el procesador, la máquina de fax y el correo electrónico, cada medio proporciona el significado y aspecto de las palabras nuevas posibilidades que han influido, y siguen haciéndolo, a la literatura y a la tipografía.

Por el momento basta con destacar que los libros no están el peligro de desaparición porque imprimirlos y publicarlos sean más caros que utilizar otros medios, ni siquiera a largo plazo.

Sin embargo, no hay duda de que ha habido una revolución digital. Los ingredientes que se combinan para romper las limitaciones establecidas del libro están bien establecidos.

Entre otros, se encuentran las inmensas posibilidades de archivar, escasear y actualizar en tiempo real, la conveniencia de conectar palabras clave con otras, el rápido acceso a través de Internet a las mejores fuentes de información, sin importar su localización en el mundo, y el rápido intercambio de comentarios en los fondos electrónicos.

Convienes destacar que todos ellos incluyen una extensa lectura, la comparación de diversos textos y puntos de vista e intercambio de ideas.

La descripción más común es que este nuevo paisaje de material ofrece a los que viven en él la impresión de estar mucho más sumergido, colectivamente, en el espacio de un libro sin fin.

De todas formas, existen sustanciales implicaciones relativas al reposicionamiento de un medio de comunicación importante que suelen ser subestimadas.

Las jactanciosas predicciones emparejadas con la utilidad limitada han disminuido ya el entusiasmo por el potencial de hipertexto y la tecnología multimedia.

También ha habido ramificaciones políticas.

Las bibliotecas han visto recortados sus presupuestos para adquisiciones y la educación, durante un considerable periodo, han visto reducidos sus presupuestos en nombre de alternativas que siguen sin existir.

La proclamación de que ahora existe la biblioteca sin límites parece un movimiento oportunista de los que recortan los presupuestos más que una predicción razonable, aunque equivocada.

Fuente: Taller de Tipografía Avanzada de la U de Londres