Objetividad y subjetividad
El significado de un mensaje ha de hablar en el interior de formas, de llenos y vacíos construidos geométricamente, con las correcciones ópticas necesarias para que la lectura sea clara y racionalmente comprensible.
La tipografía es un conjunto de reglas proyectuales y, sobre todo, en cuanto a lugar de elaboración de la cultura, a través de la cual los hombres están en condiciones de emanciparse, respecto de otras manifestaciones lingüísticas.
La lengua no es una forma, representa un contenido que es el resultado de conflictos, también de dramas y de violencia, de encuentros y desencuentros… la Historia.
Escribir sobre un alfabeto implica que mientras lo hacemos estamos echando mano a él mismo para transmitir nuestras ideas .
Así como los lectores lo usan para entender lo que se dice.
Se aplica un código habitual, aprendido.
Estamos habituados a verlo como herramienta donde «leer» y con el cual «escribir».
Es así que se nos hace invisible a menos que se nos muestre como presente, haciendo notar las peculiaridades estructurales de esta o aquella letra, las posibilidades de armónica proximidad y, más aún, las dotes de perceptibilidad, de legibilidad, de fluidez de un texto compuesto con aquel determinado carácter.
Que el carácter tipográfico trascienda su propio valor instrumental, para proponerse como entidad sígnica autónoma, no es una cosa nueva, por el contrario, sobre el contenido estético-formal del signo alfabético existen tratados históricos.
Así que este boom por el uso de la tipografía como forma no es nada nuevo.
Tres elementos que parecen insoslayables a la hora de diseñar:
Conocer: en principio es necesario adquirir el conocimiento de los múltiples aspectos que la escritura y los caracteres tipográficos han asumido en los diversos períodos.
Ejecutar: el estudio en profundidad de los elementos estructurales del alfabeto y de las leyes ópticas que gobiernan el dibujo de las letras y su composición, resulta esencial a los fines de la reproducción correcta de los caracteres.
Proyectar: a partir de las formas memorizadas y gracias a una técnica de ejecución adquirida con paciencia, pueden afrontarse temas de proyección y de investigación para el estudio de nuevos signos aptos para una comunicación más fuerte y duradera.