Libertad en proceso

Aun cuando una decisión sea libre, se encuentra condicionada tanto si atendemos a cada situación concreta, como si atendemos a su propia historia.

No todas nuestras opciones son libres en la misma medida. En la actuación humana entran en juego condicionamientos sociales, climatológicos, biológicos y psicológicos , que en gran parte pueden disminuir nuestra libertad.

Puede haber casos de coacción interna o externa que la anulen.

De hecho el hombre está más predispuesto a no ser libre que a serlo, dada la cantidad de dependencias con que nace, y dado que muchas veces le resulta más sencillo ceder la libertad, que hacer uso de ella.

Por eso, la libertad es algo que tiene que ser enseñado y aprendido. El hombre no nace libre. Se hace libre.

Aun cuando el hombre logra ser libre, su libertad se encuentra condicionada, en primer lugar, por sí mismo, porque no son independientes las decisiones que asume en el presente, de las que ha tomado en el pasado.

Por eso la vida comprender al mismo tiempo la libertad condicionada y la naturaleza recibida; el hombre es autor que decide y ejecutor de sus actos.

La vida del hombre forma un todo, de tal modo que cada uno de sus actos lleva el peso de la vida entera. En los primeros años todas las perspectivas estaban abiertas y el número de posibilidades era prácticamente ilimitado. A medida que vamos prefiriendo posibilidades, vamos también conformando nuestra vida según una orientación determinada.

Además, nuestras virtudes o nuestros vicios nos inclinan a unos actos o a otras virtudes y vicios forman modos de proceder impresos en nosotros. Se dan también hábitos que fueron voluntarios en su origen, aun cuando ahora no lo sean.

De este modo el campo de la acción libre se va estrechando a medida que pasa la vida. Nuestra libertad actual está condicionada por la historia de su desarrollo. Ahora ya no es posible dar a la vida la orientación que fue posible hacer diez años.

La situación concreta nos arrebata una porción de posibilidades y nos impone un conjunto de deberes ineludibles.

Esta tarea de la vida ética el hacer que nuestras buenas decisiones se vuelvan naturales, de tal manera que cada vez encontremos más gusto y seamás espontáneo el obrar bien.

Nuestro modo de ser, nuestros hábitos y nuestras situaciones, encauzan nuestra libertad, sin anularla. Nuestra libertad nos hace capaces de superar nuestra naturaleza dada y adquirida, nuestro modo de ser innato y adquirido, y de esa manera la trasciende.

Esto es lo que hace posible que podamos salir de nuestros propios condicionamientos. (García de Alba, Juan Manuel: Ética Profesional, Págs. 125-127)

Fuente: Taller de Tipografía Avanzada de la U de Londres