Las mentiras más frecuentes son las que dice el niño para cubrir algo que le salió mal
Cuando rompe un plato, lo más probable es que diga: “Yo no fui”. Esto no es una mentira, lo que significa es que no fue su intención romperlo. Acorralarlo para que diga «la verdad» o acusarlo: “Tú rompiste este plato, ¿verdad? Eres un torpe”, lo atemoriza y le hace perder la oportunidad de aprender algo positivo de la experiencia como podría ser aprender a cuidar las cosas delicadas.
Si en cambio le decimos con tranquilidad: “El plato está roto. ¿Qué crees que pasó?”, es más fácil que acepte lo que sucedió y que podamos encontrar juntos una solución: pegar las piezas del plato o ahorrar para comprar otro.
Cuando el niño nos diga la verdad, es importante no regañarlo ni castigarlo para que no pierda la confianza en nosotros y sea sincero.
Fuente: Guía para padres de la Consejería de Educación y Cultura del gobierno de Extremadura