Karma

La doctrina del karma se encuentra muy relacionada con la del anatmán. El karma se basa en los actos de cada persona y en las consecuencias morales que se desprendan de esos actos.

Los actos humanos determinan la reencarnación posterior de una persona, por lo que las buenas acciones lógicamente son recompensadas, como son castigadas las malas.

El karma de cada individuo determina asuntos tales como su belleza, su inteligencia, su longevidad, su salud y su nivel social. De acuerdo con las enseñanzas de Buda, y según el tipo de karma que tenga cada persona, ésta puede reencarnarse en un ser humano, en un animal, en un fantasma hambriento, en un habitante del infierno o incluso en alguno de los dioses de la religión hindú.

A pesar de que el budismo no niega la existencia de dioses, no les atribuye importancia especial. La vida de los dioses en el cielo es larga y apacible, aunque están sujetos a los mismos problemas que pueda tener cualquier otra criatura, como una eventual muerte o una futura reencarnación en un estado de existencia inferior.

Los dioses, pues, no son los creadores del Universo, ni tampoco controlan el destino de la humanidad, de modo que, para el budismo, rezarles o hacerles sacrificios no tiene ninguna utilidad. De las distintas modalidades de reencarnación, la humana es la mejor, porque las deidades están tan absortas en sus propios placeres que pierden de vista la necesidad de redención.

Fuente: Enciclopedia encarta