El Principio de subsidiaridad
El principio de subsidiaridad surge del derecho que tienen todas las personas acrecer y a desarrollar sus facultades y exige que quienes tienen mayor capacidad, autoridad, experiencia o conocimientos, no asuman los trabajos, las decisiones, las funciones y obligaciones que pueden ir asumiendo la persona subordinada, porque con eso se impide su crecimiento.
Este principio trae consigo la obligación de atender al desarrollo de la persona y de dejar en sus manos todo aquello que pueda realizar por sí misma. Es de suma importancia que la persona sea agente activo de su propio desarrollo, porque tratarla como objeto dentro de un plan sería despreciar su dignidad, su libertad y su responsabilidad.
El principio de subsidiaridad puede plantear el problema de determinar hasta dónde se debe ayudar a las personas sin hacerles daño.
En el campo social y político el principio de subsidiaridad implica que ni el Estadoni la Sociedad deberán sustituir la iniciativa y responsabilidad de las personas, y de los grupos sociales intermedios, en los niveles en que éstos puedan actuar; ni destruir el espacio necesario para el desarrollo integral de todas las personas que forman la sociedad.
Este principio implica que la persona sea apoyada y respetada en todos sus derechos por el Estado o cualquier grupo social. Exige que el Estado no asuma más responsabilidades que las requeridas por el bien común y que sobrepasan las posibilidades de los particulares.
Se ha de evitar cualquier paternalismo atrofiante y se pretende que todo tipo de sociedad esté al servicio del hombre y no el hombre esclavizado por la sociedad. Es fácil de comprender que este principio nunca será aceptado por ninguna sociedad o Estado totalitario. En algunas culturas todavía se piensa, que a la aristocracia, o a la autoridad le toca el saber, pensar, decidir y mandar, y a todos los demás, obedecer.
Este principio fundamenta la democracia y se opone al desempeño autócratade la autoridad.
Se falta a este principio cuando la autoridad piensa, decide, y actúa en lugar del subordinado, de tal manera que este llega a aceptar y hasta preferir que sea otro quien tome las decisiones y responsabilidades que le pertenecen.
(García de Alba, Juan Manuel: Ética Profesional, Págs. 190-191)