Grafito y pastel propuesta y práctica
La historia del lápiz se remonta a 1564, cuando se descubrió en Borrowdale Inglaterra un yacimiento de grafito puro. Estas minas aprovisionaron a toda Europa hasta el siglo XIX.
El grado de dureza del grafito se indica en dos formas. El grado B para los lápices o barras blandas, generalmente el 9B es el más blando (suave), y el H para los lápices o barras más duras, aquí generalmente el 10H es el de mayor grado de dureza, Este sistema sirve de guía a la hora de elegir el instrumento más apropiado para un trabajo en particular.
Por lo general los grafitos más blandos, así como el pastel, deben utilizarse sobre un papel que posea un grano suficiente para recoger y retener las partículas de grafito que se desprendan de éstos, mientras que las superficies más lisas como la cartulina son más adecuadas para grafitos duros.
Hay dos tipos de grafito. El lápiz y la barra que se encuentra en diferentes grosores y calidades. Aunque se puede utilizar cualquier papel es conveniente aplicar un fijador a las obras realizadas.
Con grafito se pueden obtener resultados inmediatos, se puede trazar, bocetar, y obtener resultados a base de línea o mancha. Se distribuyen en lo posible las masas, obteniendo calidades de blancos y una gama bastante amplia de grises casi hasta obtener el negro.
Los pasteles son ideales para realizar obras expresivas y llenas de vida. Con ellos se consiguen desde colores muy saturados hasta tonos delicados de dibujos texturados, lo que permite al ilustrador crear imágenes impactantes.
El pastel es el medio más asociado a menudo con ilustraciones suaves e irreales, el pastel puede, de hecho, usarse de formas muy distintas. Sus colores profundos y puros son al mismo tiempo ricos e impuros. No es un medio para pequeños detalles: nos encontramos que la mayoría de los ilustradores que usan los pasteles producen ilustraciones de gran tamaño.
Hay dos tipos de pasteles, los pasteles secos y los pasteles al óleo o grasos, las técnicas que se emplean en ambos son parecidas.
En el mercado se halla disponible una gran variedad de pasteles secos, desde las barras circulares hasta las barras rectangulares y todos se venden en una amplia gama de colores.
Cualquier tipo de papel sirve para pintar con pasteles, aunque existe un papel especial que se vende en diferentes tonos y que posee una cara rugosa y otra fina. Existen tres tipos de pasteles secos. En primer lugar, los pasteles blandos, que poseen una alta proporción de pigmento en relación con el aglutinante y, por tanto, una rica textura y colores brillantes. Con todo presentan el inconveniente de romperse con facilidad dada su textura quebradiza. En segundo lugar los pasteles duros, que son más resistentes por que poseen más aglutinante. Por último los lápices de pastel, que están recubiertos de madera y que son más limpios y fáciles de usar y de transportar, aunque los resultados que se consiguen con ellos son diferentes. Es conveniente tener cuidado con la zona donde se va a trabajar, ya que los pasteles ensucian demasiado.
Los colores se mezclan con los dedos, con un pincel, un difumino o mediante mezclas ópticas, y se pueden modificar acentuando su tono o creando áreas de punteado y se emplean papeles de colores para producir medios tonos, papel blanco para crear efectos de luz y sombras leves, y papel sepia o negro para crear zonas más oscuras.
La delicada naturaleza de los pasteles secos los hace ideales para crear ilustraciones decorativas e impresionistas mezclando combinando los colores. Una vez que se ha terminado la obra, es imprescindible fijar los colores al papel con un fijador a fin de que no se emborren.
Fuente: Apunte Taller de Ilustración Gráfica de la U de Londres