Satélite IO
Es el más interior de los cuatro satélites de Júpiter descubiertos por Galileo, y resulta fácilmente visible incluso con un modesto instrumento óptico. Posee un diámetro de 3.640 km, dista 422.000 km de Júpiter y tiene un periodo orbital de 1,8 días. Es el único cuerpo del sistema solar, después de la Tierra, en haber mostrado una persistente e intensa actividad volcánica.
La revelación se produjo con las sondas Voyager, que en 1979 lo fotografiaron de cerca.Ío es el satélite galileano más cercano a Júpiter. Recibe su nombre de Ío, una de las muchas doncellas con las que Zeus se enamoró en la mitología griega.
Con más de 400 volcanes activos, es el objeto más activo geológicamente del Sistema Solar. Esta actividad tan elevada se debe al calentamiento por marea, que es la respuesta a la disipación de enormes cantidades de energía proveniente de la fricción provocada en el interior del satélite. Varios volcanes producen nubes de azufre y dióxido de azufre, que se elevan hasta los 500 km. Su superficie también posee más de 100 montañas que han sido levantadas por la extrema compresión en la base de la corteza de silicato del satélite. Algunas de estas montañas son más altas que el Monte Everest.
A diferencia de la mayoría de los satélites externos del Sistema Solar, que se encuentran cubiertos de gruesas capas de hielo, Ío está compuesto principalmente de roca de silicato rodeando un núcleo de hierro derretido.
Ío cumplió un papel importante en el desarrollo de la astronomía durante los siglos XVII y XVIII, ayudando a la adopción del modelo de Copérnico del sistema solar y de las Leyes de Kepler del movimiento planetario. La primera medición de la velocidad de la luz fue realizada por Ole Rømer midiendo el periodo de rotación de Ío.