Techos y entrepisos
La vivienda tiene como elemento esencial la cubierta, al grado de utilizarse como sinónimo de ésta; la ilusión de toda familia es tener un techo bajo el cual vivir.
La edificacion de cimientos y muros en la vivienda tienen sus problemas pero el elemento más delicado y expuesto a fallas de servicio o total es el techo, por eso la importancia de pensar bien su solución y ejecución.
En la actualidad existe aún gran variedad de cubiertas, unas muy antiguas que han sido heredadas por la costumbre, y otras de nueva creación que se han generado aprovechando el desarrollo de sistemas constructivos e industriales.
Por su geometría, las cubiertas pueden distinguirse como bóvedas, losas horizontales, techos inclinados, cascarones, lonarias, etc.
Por el material con que se construyen los techos se pueden mencionar los que están hechos con métodos tradicionales como los techos de vigas y cubierta de madera, etc.
Los métodos constructivos más usados en la actualidad son las losas macizas de concreto reforzado, de vigueta y bovedilla, etc.
La ventaja de las losas planas es que facilita su utilización como entrepiso o azotea, pero las cargas se transmiten por medio de esfuerzos flexionantes, el menos eficiente de los trabajos estructurales, con un consumo de materia inerte muy alto para obtener el peralte que permita ofrecer un momento resistente similar a la demanda solicitada por la fatiga.
Las dimensiones aceptables son menores de 5 metros; cuando los claros son mayores se tiene que recurrir a la
utilización de trabes o vigas que dividan el trabajo y transmitan los esfuerzos a los extremos.
El trabajo estructural en dos direcciones es el más recomendable en cuanto a la eficiencia estructural, y se realiza cuando el techo es de forma aproximadamente cuadrada y se apoya en las cuatro direcciones para transmitir las car-gas hacia todos los elementos de apoyo que la soportan.
El trabajo estructural en una sola dirección es más desfavorable y se realiza cuando la losa tiene una proporción alargada o los apoyos están dispuestos paralelamente, con separaciones entre sí, pequeñas en comparación con su longitud, apoyadas en un solo sentido.
En este capítulo se tratarán solamente losas o techos construidos por métodos industriales, de geometría plana, seleccionando el caso de losa maciza de concreto reforzado como representativa del trabajo estructural en dos direcciones, y el de losa de vigueta de concreto y bovedillas como ejemplo de trabajo estructural en una sola dirección.
Las losas macizas de concreto consisten en una placa de concreto cuyo espesor varía comúnmente entre 8 y 15 cm, colada monolíticamente con toda o parte de la estructura que la soporta.
Esta placa de concreto se refuerza con varillas corrugadas de acero para uso estructural, dispuestas en forma especial de acuerdo con la carga que soportan, las dimensiones de cada tablero, el espesor de la losa y la resistencia del concreto que la constituyen.
Por experiencias en estructuras destinadas a viviendas, se ha podido comprobar que las dimensiones de los tableros de losas que ofrecen mayor economía en materiales, cimbra y mano de obra son los tableros cuadrados o rectangulares continuos con relación ancho o a largo entre 1 y 2, con dimensiones por lado que varían entre 2.50 y 4.00 m.
Estas dimensiones dependerán de la distribución del proyecto arquitectónico, sin embargo, en el proyecto sugerido en el capítulo 4 se utilizan las dimensiones óptimas para losas.
El espesor de la losa será el primer parámetro por definir una vez que hayan sido establecidas las dimensiones del tablero.
Este espesor podrá definirse dependiendo de las dimensiones del tablero y de la carga a que estará sujeta la losa, donde para los fines del capítulo sólo distinguiremos entre losas de cubierta o azotea y losa de entrepiso llamaremos azotea a aquella que recibirá carga viva sólo ocasionalmente, y entrepiso a la que deberá resistir cargas mayores a su propio peso.
Fuente: Manual de autoconstrucción, manos a la obra de IMCYC