Aprobar en compostaje
Como hemos comprobado, hacer compost no es difícil, aunque requiere práctica. Como en la cocina, la receta con los ingredientes para hacer un buen compost puede ser clara y los pasos a seguir también, pero hay que permanecer atento. Un buen sofrito de cebolla tiene mucho que ver con el color que adquiere. En el compostaje el principal problema, especialmente en los composteros caseros, es que la falta de oxígeno y la compactación del material inicien la putrefacción y perciba olor a «huevos podridos».
El problema se soluciona removiendo y/o mezclando el compost con un residuo esponjante como cartón triturado o ramaje. En cambio, si huele a amoníaco, probablemente en la mezcla hay demasiado material rico en nitrógeno, proporción que podemos corregir con cáscaras de frutos secos, serrín, paja, hojarasca, etc. Es recomendable que el volumen de los composteros caseros no pase de los 400 litros y que los llenemos como mínimo hasta la mitad: si hay poco material se pierde más calor que el que se genera y la temperatura no sube lo suficiente para que se higienice el material.
Si el material se moja demasiado porque llueve durante días, cuando pare de llover se puede extender el material y añadir absorbentes y estructurantes como serrín o ramitas, para reducir la proporción de agua y facilitar su drenaje. Un exceso de humedad propiciará el crecimiento de larvas de mosca y un exceso de lixiviados. Una humedad moderada puede atraer la mosca de la fruta, que es beneficiosa. Los hongos forman un velo blanco sobre el material, indicando que el proceso va bien. Se debe estar atento y distinguirlo del aspecto blanquecino que puede tomar el material a compostar cuando está demasiado seco. Entonces es suficiente regarlo adecuadamente.
En un compostero comercial lleno de material, al cabo de pocas horas la temperatura aumentará. Tomando la temperatura con un termómetro de tierra, podemos seguir el proceso y por tanto corregir cualquier pro-blema. Decidir en qué momento el compost está maduro puede resultar difícil. Un parámetro puede ser el tiempo: el proceso puede durar entre 15 y 18 semanas. Cuando lo retiremos del compostero es bueno cribarlo y dejarlo madurar en una pila incluso medio año más.
Los materiales gruesos que no se han descompuesto, se pueden incluir en la próxima «hornada», y actuarán como esponjante e inóculo que incentivará la actividad microbiana. El color pardo oscuro o negro y el aspecto homogéneo del material son quizá los mejores indicadores de un compost acabado. Un compost maduro es ligero y esponjoso: un kg tiene un volumen de 3 a 4 litros. Si tenemos un jardín es imperdonable que no hagamos compost ya que constituye una práctica para reducir los residuos vegetales y, a la vez, devolver a la tierra la riqueza nutritiva que le extraen las plantas que crecen en ella.
Apreciar el compost es una asignatura que ninguna sociedad que se precie de querer ser sostenible puede dejar pendiente.
La estrofa de una canción popular dice «La mierda de la montaña no huele mal»: no puede ser que un ligero olor se converta en una excusa para no compostar. Quizá en muchas escuelas no hay jardines ni espacio para hacer compost. Pero en cualquier aula cabe un vermicompostero para descubrir cada día como se renueva la vida.
Perder el miedo
Ha llegado la hora de pasar a la acción y no quedarnos parados. Los docentes tenemos la obligación de impulsar el compostaje en el aula o en la escuela. Debemos sensibilizar sobre el hecho de que una civilización no puede cultivar sin devolver a la tierra parte de los nutrientes que le extrae con la cosecha. Los restos de la cocina no son un residuo sino un material rico que podemos transformar y almacenar sin molestias con el proceso de compostaje.
Se trata de un proceso biológico que, ya sea realizado con lombrices o microorganismos, nos pone ante una realidad filosófica profunda y es que al final de nuestra vida nos acabaremos descomponiendo. Pero gracias al proceso de la descomposición una parte de la esencia de la vida vuelve a la tierra y genera más vida. No podemos ser ajenos a esta realidad. Probablemente, el vermicompostaje es el proceso más sencillo de observar y el que mejor nos per-mite visualizar la formación de humus.
Fuente: Manual de compostaje de la Fundación Terra.