Transición española
Transición española, proceso según el cual España logró pasar, sin traumas graves, de una dictadura, la de Francisco Franco, a un Estado social, democrático y de derecho. Las fechas de duración de este periodo varían según los estudiosos, pero las más aceptadas son el 20 de noviembre de 1975 para su inicio (fallecimiento del dictador) y el 28 de octubre de 1982 (victoria electoral del Partido Socialista Obrero Español, PSOE) para delimitar su finalización.
Sus inicios
Adolfo Suárez, nombrado presidente del gobierno español en 1976 por el rey Juan Carlos I, repasaba así, en el curso de una entrevista, determinados hechos acontecidos en 1977 y que terminaron por convertirse en referencias fundamentales de la transición a la democracia en su país: las elecciones libres celebradas el 15 de junio (en las que triunfó su partido, la Unión de Centro Democrático, UCD, lo que permitió su elección presidencial) y los ‘pactos de la Moncloa’ (firmados entre las principales fuerzas políticas democráticas en el mes de octubre). Asimismo, insistía en la decisiva actuación que en dicho proceso tuvieron el pueblo español y los partidos.
En noviembre de 1975, Juan Carlos I iniciaba su reinado como jefe del Estado y sucesor, por tanto, del general Franco. Anteriormente, como príncipe, ya venía estableciendo contactos con diferentes políticos españoles y europeos, consciente de que el régimen del anciano dictador, desde años antes, se descomponía sin salida posible.
La Ley para la Reforma Política, promulgada el 4 de enero de 1977 por el rey Juan Carlos I, fue una pieza legislativa fundamental en el proceso de transición español a la democracia tras la dictadura del general Francisco Franco.
El Rey pudo apoyar este cambio inevitable porque disponía del único poder efectivo: el del Ejército. Y porque entre los principales protagonistas sociales triunfó el llamado ‘consenso’, aceptado tanto por los políticos del régimen, que plantearon la llamada ‘reforma’, como por los que se hallaban fuera del sistema, que renunciaron a la ‘ruptura’. Como fondo y aparente sujeto pasivo se encontraba la sociedad española, que asumió la necesidad de un cambio progresivo.
Proclamado rey de España el 22 de noviembre de 1975, Juan Carlos I representó desde el comienzo de su reinado el elemento de conciliación que el Estado precisaba para efectuar una transición pacífica hacia un régimen democrático. En estas palabras, pronunciadas por el monarca en 1977, asistimos a uno de sus característicos llamamientos a la creación de un nuevo y próspero futuro para España, resaltando la fundamental importancia de su padre, don Juan de Borbón, en la consolidación de este proceso.
El diseño inicial del cambio se debió a Torcuato Fernández-Miranda, que ya en 1969 aseguró a Juan Carlos que se podría cambiar el sistema “de la ley a la ley”. Para ello, en julio de 1976, el Rey pidió la dimisión al presidente del gobierno y todavía ‘heredero’ del dictador, Carlos Arias Navarro. Fernández-Miranda maniobró para que en las propuestas del Consejo del Reino figurara el elegido por Juan Carlos I, Adolfo Suárez, que aceptó pilotar la transición, con lo que ésta se puede dar definitivamente por comenzada.
Así, se preparó una Ley para la Reforma Política, que la izquierda rechazó por insuficiente, pero que las propias Cortes franquistas aprobaron y, en diciembre de ese año, obtuvo el refrendo plebiscitario solicitado. La Ley permitía todos los partidos y la libertad sindical, y aunque los jefes militares creyeron que no consentiría la acogida del Partido Comunista (PCE), el Sábado Santo de 1977 éste era legalizado; Santiago Carrillo, su principal líder, podía aparecer en público y se convocaban para el 15 de junio las primeras elecciones democráticas, a las que acudieron 106 partidos políticos.
El 15 de junio de 1977 se celebraron en España elecciones generales libres para dotar al Estado, desde el principio de la soberanía popular, de un cuerpo legislativo. De aquellas urnas emanaron las primeras Cortes del nuevo régimen democrático parlamentario, distintivo de una nueva etapa de la historia del país, la denominada Transición. El resultado de aquellos comicios estuvo marcado por el triunfo de la Unión de Centro Democrático (UCD), que logró 166 escaños, quedando al frente de la oposición, gracias a sus 118 actas de diputado, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
A la derecha política se situaba Alianza Popular (AP, 16 escaños) y a la izquierda, con 19, el Partido Comunista de España (PCE). Además de con los seis congresistas del Partido Socialista Popular (PSP), el primer espectro político de la Transición se completaba con la representación alcanzada por las fuerzas nacionalistas. Por lo que se refiere al País Vasco, el Partido Nacionalista Vasco (PNV) obtuvo 8 diputados, y Euskadiko Ezquerra (EE), 1.
Triunfó en ellas la Unión de Centro Democrático (UCD), una agrupación promovida por el propio Suárez. El nuevo gobierno decretó la amnistía, entabló relaciones con los países del Este europeo y restableció la Generalitat de Cataluña, así como la legitimidad del gobierno vasco (formación del Consejo General Vasco). Las nuevas Cortes, presididas por la destacada comunista Dolores Ibárruri (Pasionaria), se declararon Constituyentes.
La constitución de 1978
El destacado político español Adolfo Suárez recibió, poco después de abandonar en 1981 el cargo de presidente de gobierno, el título de duque de Suárez en reconocimiento a su labor durante la transición a la democracia en España.
Entre tanto, la violencia había aparecido, y, con ella, los crímenes perpetrados por la extrema derecha y, sobre todo, por la organización terrorista independentista vasca ETA, que en estos tres años cometió 134 asesinatos, particularmente de jefes militares. Pero la reacción ante la barbarie se ajustó a los límites de un Estado democrático. En octubre de ese año 1977 se firmaron los denominados ‘pactos de la Moncloa’, esto es, el consenso de las principales fuerzas políticas respecto del programa que llevará a cabo el gobierno.
La Constitución española de 1978, resultado del consenso de las fuerzas políticas democráticas, zanjó definitivamente las heridas abiertas desde julio de 1936 (estallido de la Guerra Civil).
Durante 1978, las principales fuerzas políticas, incluso las nacionalistas, trabajaron en la redacción de una ley magna que conectara de nuevo al Estado español con su constitucionalismo histórico. Los nacionalistas estuvieron representados tanto por la catalana Convergència i Unió (CiU), aglutinada por Jordi Pujol, como por el Partido Nacionalista Vasco (PNV), partido este último que no participó finalmente en la comisión redactora.
El consenso acordado se centró fundamentalmente en el respeto de la economía de libre mercado, junto a la planificación estatal, y la unidad nacional, dentro de un Estado estructurado en comunidades autónomas. La UCD no se consolidaba, dentro de la izquierda había aún muchas posiciones extremas y en la derecha abundaban los nostálgicos violentos. Algunos jefes militares mostraron su descontento, aunque otros, entre los que destacaba el ministro Manuel Gutiérrez Mellado, aceptaban y promovían el cambio.
El 23 de febrero y la victoria socialista
El proceso de transición pacífica hacia la democracia en España se vio amenazado el 23 de febrero de 1981. Miembros de la Guardia Civil comandados por el teniente coronel Antonio Tejero accedieron al Congreso de los Diputados y retuvieron a los allí presentes, que se disponían a votar la investidura como presidente del gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo. Esta grabación recoge el inicio del que está considerado último pronunciamiento de la historia de España, cuando los golpistas irrumpieron en la Cámara con la pretensión de subvertir el orden constitucional legítimamente establecido mediante la fuerza de sus armas, que aquí podemos escuchar.
Así las cosas, en las elecciones de marzo de 1979 volvió a triunfar la UCD; pero en las municipales de abril la izquierda conseguía las principales alcaldías. El PSOE abandonó oficialmente el marxismo y se acercó así al centro izquierda, desde posiciones políticas claramente socialdemócratas.
Tras la ocupación del Congreso de los Diputados por 150 miembros de la Guardia Civil, uno de los golpistas, el capitán Jesús Muñecas Aguilar, se dirigió a los allí presentes con las palabras que aquí escuchamos y que no dejan lugar a la duda del carácter que tuvo tal agresión contra el régimen democrático español.
El año 1980 transcurrió entre interrogantes: la UCD se estaba disolviendo y, aunque en septiembre Suárez superó una moción de censura (votación parlamentaria que persigue sustituir a un gobierno) promovida por el PSOE en el Parlamento, los enfrentamientos dentro de su propio partido, así como una economía con una inflación que superaba el 20% y un paro que había aumentado el 500% desde 1975, le empujaron en enero de 1981 a presentar su dimisión.
El proceso de transición pacífica hacia la democracia en España se vio amenazado el 23 de febrero de 1981. Miembros de la Guardia Civil comandados por el teniente coronel Antonio Tejero accedieron al Congreso de los Diputados y retuvieron a los allí presentes, que se disponían a votar la investidura como presidente del gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo. Estas imágenes recogen el inicio del que está considerado último pronunciamiento de la historia de España, cuando los golpistas irrumpieron en la Cámara Baja con la pretensión de subvertir el orden constitucional legítimamente establecido, mediante la fuerza de sus armas. El entonces vicepresidente del gobierno, el general Manuel Gutiérrez Mellado, aparece en esta grabación mostrando su valeroso intento de contener a los golpistas.
Un mes después, la naciente democracia española afrontó su última prueba: el 23 de febrero estalló el golpe de Estado que se venía preparando. El teniente coronel Antonio Tejero, con 150 guardias civiles, se apoderó del Congreso de los Diputados durante la votación de investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo, el sucesor de Suárez. Todos los parlamentarios quedaron encerrados allí. Algunas fuerzas de la División Acorazada Brunete (Madrid) ocuparon las instalaciones de Radiotelevisión Española (RTVE). Pero Juan Carlos I ejerció inmediatamente el mando militar. En la madrugada del día 24, el Rey anunció que el golpe había sido dominado. La monarquía parlamentaria y la democracia española superaron así su prueba de fuego.
El colofón cronológico a todo este periodo ha sido puesto frecuentemente por los estudiosos en la victoria electoral del PSOE en las elecciones generales de octubre de 1982, con lo que se demostraba la verdadera transformación permitida por el sistema político. En octubre de 1976, Manuel Fraga había creado Alianza Popular, la formación política que, en 1989, se refundó con la nueva denominación de Partido Popular (PP) y que acabaría siendo la alternativa de centro derecha al socialismo, al cual sustituyó en el poder tras ganar las elecciones de marzo de 1996 y obtener para su principal dirigente, José María Aznar, el acceso al cargo de presidente del gobierno, dándose inicio así a lo que algunos analistas dieron en llamar la ‘segunda transición’.