Carlos I (V del Sacro Imperio Romano)
Carlos I (V del Sacro Imperio Romano) (1500-1558), rey de España (1516-1556) y, como Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (1519-1558), una de las principales figuras de la edad moderna, llevó a cabo el último intento por mantener la unidad europea en torno al cristianismo católico.
Una herencia imperial
Hijo del archiduque Felipe I el Hermoso y de la reina castellana Juana I la Loca, nació el 24 de febrero de 1500 en la ciudad flamenca de Gante (en la actual Bélgica). De su abuelo paterno, el emperador Maximiliano I, heredó los territorios centroeuropeos de Austria y los derechos al Sacro Imperio; de su abuela paterna, María de Borgoña, los Países Bajos; de su abuelo materno, Fernando II el Católico, la Corona de Aragón, además de Sicilia y Nápoles; y de su abuela materna, Isabel I la Católica, la Corona de Castilla, Canarias y todo el Nuevo Mundo descubierto y por descubrir. En 1515 se hizo cargo del gobierno de los Países Bajos, que debido a su inexperiencia dejó en manos de Guillermo de Croÿ, señor de Chièvres, y a la muerte de su abuelo Fernando en 1516, se convirtió en rey de España al recibir las coronas de Castilla y de Aragón.
Los fondos de la familia alemana de banqueros Fugger (cuyos miembros fueron conocidos en España como Fúcares) ayudaron al rey español Carlos I a conseguir el trono imperial y continuaron prestándole dinero cuando en 1519 se convirtió en Carlos V del Sacro Imperio Romano Germánico.
En 1519 logró su máxima aspiración de convertirse en emperador, título al que deseaba dar un contenido positivo, sustituyendo el simple vínculo jurídico por un ideal común, al que bajo su dirección cada componente del Sacro Imperio aportaría su propia originalidad. Carlos I (quien, como emperador pasó a ser conocido como Carlos V), sin embargo, a lo largo de su vida, tuvo que plegarse a las necesidades y a las circunstancias, algunas imprevistas: de una primera etapa de cruzada, el programa se fue reduciendo hasta cristalizar en la preocupación dinástica, si es que ésta no actuó de forma prioritaria desde el primer momento.
Por otra parte, aunque hubiera poseído una idea imperial, nunca contó con un auténtico imperio. Fue rey de reinos y dominios que carecían de unas instituciones y organismos administrativos comunes; en cada territorio subsistían fuerzas centrífugas irreconciliables con intereses comunes, que, dentro de lo posible, fueron respetadas por el monarca.
La llegada a españa de Carlos I
Tras la derrota de Villalar (Valladolid), el 23 de abril de 1521, a manos de los ejércitos de Carlos I, los principales dirigentes del movimiento de las Comunidades castellanas fueron ejecutados, tal y como recoge esta pintura de Antonio Gisbert titulada Los comuneros, realizada en 1860, que se encuentra en el Palacio del Senado de Madrid (España).
Hija de Manuel I de Portugal y de María de Aragón, Isabel de Portugal contrajo matrimonio con su primo, el emperador Carlos V (el rey español Carlos I), en 1526 y hubo de actuar como regente en las ausencias de su marido. El 26 de julio de 1529 firmó con Francisco Pizarro las capitulaciones para la conquista del Perú, el territorio sudamericano cuyo nombre oficial fue inicialmente el de Nueva Castilla. La imagen reproduce un relieve en madera con las efigies de Isabel y Carlos, obra del escultor español Alonso de Mena (1632), que se encuentra en la capilla Real de Granada.
El malestar que produjo la llegada de Carlos a España en septiembre de 1517, por su juventud, educación flamenca y consejeros extranjeros, aumentó dos años más tarde cuando, al descontento producido por su petición a las Cortes castellanas de subsidios para ser elegido emperador, se unieron una serie de reivindicaciones políticas, dando lugar en 1520 al inicio de la revuelta y guerra de las Comunidades.
Las principales ciudades castellanas, dominadas por oligarquías nobiliarias y burguesas, se unieron en un levantamiento que adquiriría matices tanto sociales como políticos. Aunque éstos consiguieron algunos éxitos bélicos, fueron derrotados en abril de 1521 en la batalla de Villalar, que significó la sumisión castellana al gobierno regio. España, un vez pacificada, iba a integrarse en los planes de la política imperial, a la que habría de proporcionar además de medios humanos, abundantes recursos.
De otro lado, en 1526 el emperador Carlos V se casó con su prima Isabel de Portugal, hija del rey portugués Manuel I y de María de Aragón, de cuyo matrimonio un año más tarde nació su hijo y sucesor Felipe, el futuro rey Felipe II. De entre los otros seis hijos que tuvo con Isabel cabe destacar a María de Austria, quien, nacida en 1528, contrajo matrimonio en 1548 con el futuro emperador Maximiliano II, sobrino de Carlos V. Asimismo, en 1545 nació su hijo natural Juan de Austria, fruto de su relación con la alemana Bárbara Blomberg.
La expansión americana
El conquistador español Hernán Cortés conquistó en 1521 el gran Imperio azteca. Tras conquistar y arrasar Tenochtitlan, la capital azteca, Cortés construyó la ciudad de México sobre ella.
Ramón Torres pintó, en el siglo XVIII, este retrato del primer virrey de la Nueva España (1535-1550), Antonio de Mendoza (óleo sobre lienzo), que se encuentra en el Museo de América (Madrid, España). Mendoza fue, así mismo, el segundo virrey del Perú desde 1550 hasta 1552, año de su fallecimiento.
El español Francisco Pizarro, nacido en la región de Extremadura, fue asesinado en junio de 1541 tras haber procedido a la conquista del Imperio inca, una de las principales civilizaciones de la América anterior a la llegada de los europeos.
Nacido en la provincia castellana de Ávila, el eclesiástico Pedro de La Gasca fue requerido por el rey español Carlos I (emperador Carlos V) para que en 1546 se dirigiera al virreinato del Perú con el objeto de desempeñar el cargo de gobernador y aplicar las polémicas Leyes Nuevas.
Durante el reinado carolino se produjo el mayor avance en el proceso conquistador de las Indias, al tiempo que se fijaron las principales instituciones administrativas del Nuevo Mundo. Así, en 1535 se creó el virreinato de Nueva España, tras la conquista del territorio mexicano a cargo de Hernán Cortés; y en 1542 comenzó su andadura el virreinato del Perú, después de que Francisco Pizarro doblegara al poder inca en aquel territorio. El Consejo de Indias, el principal órgano consultivo para los asuntos relacionados con el gobierno colonial americano, se instituyó en 1524, y 18 años más tarde el propio Carlos dictó las importantes y polémicas Leyes Nuevas.
Este retrato, que se conserva en la Biblioteca Colombina de Sevilla (España), muestra a fray Bartolomé de Las Casas escribiendo, posiblemente alguna de las muchas crónicas legadas por su pluma. La vida y obra de este religioso dominico español supusieron un punto de inflexión en la historia de la conquista de las Indias por los españoles, en tanto que consagró su actividad a denunciar los abusos que durante dicho proceso se estaban cometiendo, por parte de los colonizadores, sobre la población indígena.
Francisco Vázquez de Coronado, explorador español, dirigió en 1540 una expedición al actual territorio suroeste de Estados Unidos en busca de las legendarias siete ciudades de Cibola. Desanimado, regresó dos años después a Nueva España, hoy México.
Nacido en la localidad cordobesa de Belalcázar (que ha pasado a formar parte del nombre con el que se le conoce, aunque en ocasiones haya sido transcrito incorrectamente por Benalcázar), el conquistador español Sebastián de Belalcázar fundó las ciudades ecuatorianas de San Francisco de Quito, la actual Quito (1534), y Santiago de Guayaquil, hoy en día Guayaquil (1535), que pocos años después hubo de ser refundada por Francisco de Orellana; así como la colombiana Cali (1536). Belalcázar aparece aquí retratado en un óleo de Eladio Sevilla, conservado en el Museo Municipal de Quito (Ecuador).
Esta estatua ecuestre del conquistador español Pedro de Valdivia se encuentra en la plaza de Armas de Santiago, la actual capital chilena, fundada por aquél en 1541.
En lo que respecta a la labor meramente conquistadora o colonizadora llevada a cabo durante el reinado de Carlos I, no se puede olvidar una serie de nombres, además de los dos ya mencionados, tales como los siguientes: en las zonas centroamericana y norteamericana, Pedro de Alvarado, Pedro Arias Dávila, Pánfilo de Narváez o Francisco Vázquez de Coronado; y en Sudamérica, Diego de Almagro, Sebastián de Belalcázar, Pedro de Mendoza, Domingo Martínez de Irala o Pedro de Valdivia.
Los enfrentamientos militares del emperador
Los compromisos carolinos, previstos o impuestos por las circunstancias, fueron tan grandiosos como inasequibles.
Enfrentamiento con Francia
Aunque las raíces de las diputas españolas con el reino de Francia arrancaban del deseo francés y aragonés de dominar Italia, el conflicto se endureció al sentirse los franceses cercados por los inmensos dominios imperiales, sin olvidar las reivindicaciones territoriales del monarca francés Francisco I sobre Navarra y el Rosellón y las de Carlos sobre Borgoña y Milán, así como la incompatibilidad de una conciencia nacional francesa con cualquier liderazgo europeo supranacional y las rivalidades personales de ambos monarcas.
El pontificado de Clemente VII (1523-1534) coincidió con los primeros años de la Reforma protestante y con los conflictos que sostuvieron Francisco I, rey de Francia, y el emperador Carlos V. El retrato del Papa que aparece en la imagen, Clemente VII (Museo di Capodimonte, Nápoles), fue realizado en 1526 precisamente por este último, el cual fue nombrado por Clemente VII, en 1531, canciller de Bulas (il piombo).
En el primer choque, acaecido en 1521, Navarra quedó definitivamente bajo la soberanía regia española, y aunque Francisco I ocupó personalmente el Milanesado, al ser derrotado y hecho prisionero en Pavía en febrero de 1525, se comprometió a entregar Borgoña y retirarse de Milán. El monarca francés no cumplió lo pactado, y se reanudaron las luchas hasta la Paz de Crépy, adoptada en septiembre de 1544, que confirmó prácticamente las cláusulas de Cambrai (1529), en las que Francisco I reconocía la soberanía de Carlos V sobre Artois y Flandes y retiraba sus pretensiones sobre el Milanesado y Nápoles, en tanto que el Emperador, por su parte, renunciaba a Borgoña. En 1530, el papa Clemente VII le coronó emperador en la ciudad italiana de Bolonia, gracias a las negociaciones llevadas a cabo por el que desde 1518 era el canciller de Carlos, el jurista y político italiano Mercurino Arborio de Gattinara, quien ya había desempeñado un destacado papel en su elección imperial.
El peligro turco
Este lienzo del pintor flamenco del siglo XVII Pieter Snayers, que se encuentra en la Galería Rafael Valls, de Londres, recrea el sitio al que el sultán otomano Solimán I el Magnífico sometió a la ciudad de Viena en 1529.
La lucha contra el considerado infiel se centró en el Imperio otomano, enemigo por antonomasia de la cristiandad; mito, pero también peligro real que presionaba por la Europa central y mediterránea, donde ponía en peligro el espacio hispano-italiano y las costas levantinas españolas.
Solimán I, sultán de Turquía en el esplendor del Imperio otomano, era conocido en el mundo occidental como Solimán el Magnífico. Tuvo varios hijos y ejecutó a dos de ellos tras ciertas disputas.
Aunque en Centroeuropa se limitó a contener los ataques turcos, sin pasar a la contraofensiva, Carlos V se vio obligado a luchar por el Mediterráneo occidental y penetrar en el oriental, no logrando acabar definitivamente con el poder del sultán otomano Solimán I el Magnífico, ni con el del pirata Barbarroja, pues si con la conquista de Túnez (1535) obtuvo un gran triunfo, su fracaso en Argel (1541) afianzó las posiciones berberiscas.
El problema alemán
El teólogo y reformador religioso alemán Martín Lutero precipitó la Reforma protestante al publicar en 1517 sus 95 tesis denunciando las indulgencias y los excesos de la Iglesia católica. Para Lutero la esencia del cristianismo no se encuentra en la organización encabezada por el papa, sino en la comunicación directa de cada persona con Dios. Su protesta provocó la salida de la Iglesia católica de muchos de sus fieles y sentó las bases para otros movimientos protestantes, como el calvinista y el presbiteriano.
El fracaso definitivo de la política de Carlos V llegó de la nueva situación creada en los territorios alemanes con la aparición del protestantismo, que, además de conectar con las inquietudes espirituales, aglutinó intereses económicos y políticos opuestos a los programas imperiales, reformistas y centralizadores, y dividió el Sacro Imperio en dos grupos antagónicos: por un lado, el de los católicos, y por otro, el de los partidarios de la Reforma.
El emperador Carlos V (Carlos I de España) encabezó a las tropas imperiales el 24 de abril de 1547 en la decisiva batalla de Mühlberg, que tuvo lugar a orillas del río Elba y que supuso su hegemonía política y religiosa sobre Alemania. Esta famosa pintura de 1548, realizada por Tiziano y conservada en el Museo del Prado de Madrid, representa al emperador sobre su caballo durante la batalla.
El diálogo y la concordia empleados en las dietas y conversaciones (Worms, en 1521; Spira, en 1529; y Augsburgo, en 1530) para lograr el acercamiento y evitar el enfrentamiento armado, no dieron resultado. Por ello, el Emperador decidió actuar con la fuerza contra los protestantes, que a principios de 1531 habían formado la Liga de Esmalcalda.
Carlos V, consciente de su fracaso, inició una serie de abdicaciones: aunque conservó el título imperial, el 12 de septiembre de 1556 trasmitió sus funciones a su hermano Fernando I de Habsburgo, cedió a su hijo Felipe los Países Bajos (1555) y los reinos españoles (1556) y se retiró al monasterio de Yuste (en la localidad cacereña de Cuacos de Yuste), donde el 21 de septiembre de 1558 falleció. Pocos meses antes había abdicado formal y definitivamente como emperador en su hermano Fernando.