¡Despierta, baby!
Está bastante claro lo que queremos (darnos la buena vida), pero no lo está tanto en que consiste eso de «la buena vida». Y es que querer la buena vida no es un querer cualquiera, como cuando uno quiere lentejas, cuadros, electrodomésticos o dinero. Todos estos quereres son por decirlo así simples, se fijan en un solo aspecto de la realidad: no tienen perspectiva de conjunto. No hay nada malo en querer lentejas cuando se tiene hambre, desde luego: pero en el mundo hay otras cosas, otras relaciones, fidelidades debidas al pasado y esperanzas suscitadas por lo venidero, no sé, mucho más, todo lo que se te ocurra. En una palabra, no sólo de lentejas vive el hombre.
La muerte es una gran simplificadora: cuando estás a punto de estirar la pata importan muy pocas cosas. La vida, en cambio, siempre es complejidad y casi siempre complicaciones. Si rehuyes toda complicación y buscas la gran simpleza no creas que quieres vivir más y mejor sino morirte de una vez. Y hemos dicho que lo que realmente deseamos es la buena vida, no la pronta muerte.
La verdad es que las cosas que tenemos nos tienen ellas también a nosotros en contrapartida: lo que poseemos nos posee. Lo que tenemos muy agarrado nos agarra también a su modo… o sea que más vale tener cuidado con no pasarse.
La mayor complejidad de la vida es precisamente ésa, que las personas no son cosas. Al principio no encontró dificultades: las cosas se compran y se venden. Las cosas Se usan mientras sirven y luego se tiran.
Desengáñate: de una cosa sólo pueden sacarse… cosas. Nadie es capaz de dar lo que no tiene, ¿verdad?, ni mucho menos nada puede dar más de lo que es. Si los hombres fuésemos simples cosas, con lo que las cosas pueden darnos nos bastaría. Pero ésa es la complicación de que te hablaba que como no somos puras cosas, necesitamos «cosas» que las cosas no tienen. Cuando tratamos a los demás como cosas, lo que recibimos de ellos son también cosas: al estrujarlos sueltan dinero, nos sirven, salen, entran, se frotan contra nosotros o sonríen cuando apretamos el debido botón… Pero de este modo nunca nos darán esos dones más sutiles que sólo las personas pueden dar. No conseguiremos así ni amistad, ni respeto, ni mucho menos amor.
Ninguna cosa puede brindarnos esa amistad, respeto, amor… en resumen, esa complicidad fundamental que sólo se da entre iguales y que a ti o a mí que somos personas, no nos pueden ofrecer más que otras personas a las que tratemos como a tales. Lo del trato es importante, porque ya hemos dicho que los humanos nos humanizamos unos a otros. Al tratar a las personas como a personas y no como a cosas estoy haciendo posible que me devuelvan lo que sólo una persona puede darle a otra.
Pero al menos contamos con el respeto de una persona, aunque no sea más que una: nosotros mismos. Al no convertir a los otros en cosas defendemos por lo menos nuestro derecho a no ser cosas para los otros. Intentamos que el mundo de las personas sea.
¡Despierta de una vez, criatura! Los demás, desde fuera, pueden envidiarle a uno y no saber que en ese mismo momento nos estamos muriendo de cáncer. ¿Vas a preferir darle gusto a los demás que satisfacerte a ti mismo? Y yo te digo que dejes a la gente en paz y que sólo pienses en ti mismo.
Precisamente la ética lo que intenta es averiguar en qué consiste en el fondo, más allá de lo que nos cuentan o de lo que vemos en los anuncios de la tele, esa dichosa buena vida que nos gustaría pegarnos. A estas alturas ya sabemos que ninguna buena vida puede prescindir de las cosas pero aún menos puede pasarse de personas. A las cosas hay que manejarlas como a cosas y a las personas hay que tratarlas como personas: de este modo las cosas nos ayudarán en muchos aspectos y las personas en uno fundamental, que ninguna cosa puede suplir, el de ser humanos.
A lo mejor ser humanos no es cosa importante porque queramos o no ya lo somos sin remedio… ¡Pero se puede ser humano-cosa o humano-humano, humano simplemente preocupado en ganarse las cosas de la vida, todas las cosas, cuanto más cosas, mejor y humano dedicado a disfrutar de la humanidad vivida entre personas! Por favor, no te rebajes; deja las rebajas para los grandes almacenes, que es lo suyo.
Se puede ser listo para los negocios o para la política y un solemne borrico para cosas más serias como lo de vivir bien o no. Te repito una palabra que me parece crucial papa este asunto: atención. No me refiero a la atención del búho, sino a la disposición a reflexionar sobre lo que se hace y a intentar precisar lo mejor posible el sentido de esa «buena vida» que queremos vivir. Sin cómodas pero peligrosas simplificaciones, procurando comprender toda la complejidad del asunto este de vivir (me refiero a vivir humanamente), que se las trae.
Yo creo que la primera e indispensable condición ética es la de estar decididos a vivir de cualquier modo: estar convencido de que no todo da igual aunque antes o después vayamos a morirnos. Cuando se habla de «moral» la gente suele referirse a esas órdenes y costumbres que suelen respetarse por lo menos aparentemente y a veces sin saber muy bien por qué. Pero quizá el verdadero intríngulis no esté en someterse a un código o en llevar la contraria a lo establecido sino en intentar comprender, por qué ciertos comportamientos nos convienen y otros no, comprender de qué va la vida y qué es lo que puede hacerla «buena» para nosotros los humanos. Ante todo, nada de contentarse con ser tenido por bueno, con quedar bien ante los demás, con que nos den aprobado. Pero el esfuerzo de tomar la decisión tiene que hacerlo cada cual en solitario: nadie puede ser libre por ti.
En este capítulo el autor sigue no sigue tratando de explicar para dejarnos una idea mas clara lo que es la buena vida en donde nos empieza a explicar que las complicaciones que se presentan en la vida tienen que ser tomadas de una manera mas sencilla, para así poder superar estos problemas, pero como que al plantear los ejemplos en este capítulo, por medio de estos, creo que no nos da una idea clara de lo que esta tratando de decir, nos habla un poco refiriéndose al futuro como el posible factor para impedir que logremos nuestros objetivos ; luego al plantear su ejemplo del alumno y el maestro nos enseña que no es necesario tener todo para ser felices, aspecto que creo nos a venido planteando los últimos dos capítulos, en el ejemplo el discípulo se dio cuenta de que al tener lo que mas quería (dos cosas del cuarto de su maestro) no iba a ser feliz ya que estaba ocupado de ambas manos al momento de tener una necesidad que podría ser de carácter personal, necesidad que no es agradable si no se puede solucionar.
Fuente: Apunte de Ética Para el Diseño Gráfico de la U de Londres