Elementos de un sismo
Foco o hipocentro: Es la zona del interior de la Tierra en donde se produce la ruptura de los bloques de la corteza terrestre en fricción y ruptura.
Su extensión puede alcanzar varios kilómetros y su profundidad puede hallarse entre 1 a 700 kilómetros, aunque en España se dan, normalmente, sismos con profundidades bajas (entre 2 y 30 kilómetros).
Epicentro: Es el punto de la superficie terrestre donde el sismo registra la mayor intensidad.
Ondas sísmicas: La energía se irradia en forma de ondas elásticas de diferentes tipos que se transmiten por el interior de la Tierra y por su superficie.
Estas últimas provocan un movimiento del terreno en sentido vertical (sube y baja alternativamente) y otro en cizalladura (a izquierda y derecha del sentido de propagación) que afectan sobre todo a las construcciones.
Además provoca movimientos de compresión y de tracción que originan grietas y cambios en la topografía.
Tsunami: Cuando el sismo se sitúa en alta mar, se produce este fenómeno (también llamado maremoto) que se manifiesta en una serie de olas gigantescas, precedidas de un retroceso de centenares de metros en la línea normal de la costa, que arrasan todo lo que encuentran a su paso.
El sismo del 1 de noviembre de 1755, con epicentro en el Océano Atlántico, provocó media hora después un tsunami que produjo en Lisboa unos 30.000 muertos y en Ayamonte (Huelva) unas 2.000 víctimas por ahogamiento.
Sacudidas premonitorias: Normalmente todos los sismos son precedidos de sacudidas previas
Réplicas: Igualmente, se suelen registras sacudidas posteriores que, a veces, pueden ser de gran intensidad.
Magnitud: Es la medición de la energía emitida por el movimiento sísmico medida según la escala de Richter (muchas veces confundida con la escala de intensidad). Se calcula a partir de los datos suministrados por las redes de estaciones sísmicas.
Escala Richter de magnitud sísmica: Tiene 9 grados que no son ordinales, sino logarítmicos. Es decir, que el grado 4 de magnitud Richter es aproximadamente 30 veces más fuerte que el grado 3 (no una sola vez más fuerte).
La máxima magnitud registrada hasta el momento ha sido de 8,6, aunque grandes seismos destructores sólo han llegado a la magnitud 7.
Hay que tener en cuenta que la magnitud, por sí sola, no determina los daños que se pueden producir, ya que estos dependerán de otros elementos como la distancia del epicentro, la población de la zona más próxima al epicentro (no es lo mismo que afecte a una gran ciudad o a una zona desértica) y de la profundidad del hipocentro.
Por ejemplo, un sismo con magnitud de grado 5 Richter originado a 2 kilómetros de profundidad puede ocasionar una catástrofe, mientras que los efectos pueden ser inapreciables en un sismo con la misma magnitud, pero con origen a 600 kilómetros de profundidad.
Intensidad: Es la medición de un sismo realizada en función de los daños que se han producido en los distintos tipos de construcciones, por el grado de desplazamiento de objetos, por la aparición de grietas en el terreno, por el grado de percepción humana, etc.
El grado de intensidad de los sismos (que se confunde muchas veces con su magnitud) disminuye con profundidad del foco y con la distancia al epicentro.
Además, está en función de las características geológicas del terreno ya que las rocas duras atenúan mucho las vibraciones, mientras que los terrenos arenosos o fangosos amplifican las vibraciones.
Escala MSK de intensidad sísmica: La medición de la intensidad no se efectúa con ningún instrumento, sino que se define a partir de una escala internacional denominada MSK (iniciales de los apellidos de los expertos que la diseñaron: Medvedv, Sponheuer y Karnik).
Fuente: Manual S.E.P.E.I. de Bomberos, Publicaciones de la Diputación de Albacete