Prevención en los edificios
En los edificios, la prevención básica consiste en la instalación de pararrayos (para lo que no existe ninguna norma legal que sea obligatoria con carácter general) y de dispositivos neutralizadores de la sobretensión en las instalaciones eléctricas.
La instalación clásica de pararrayos (inventado por Benjamín Franklin en 1752) se compone de una varilla vertical con varias puntas de metal no fusible situada sobre la parte más alta del edificio y conectada a través de un cable con una toma de tierra.
Se supone que una chispa eléctrica caería sobre la varilla y se transmitiría hasta el suelo a través del cable que debe instalarse recto o con curvas de radio lo más grande posible. Desgraciadamente la experiencia nos dice que su efectividad es relativa.
Por un tiempo, se difundió la instalación de los llamados pararrayos radiactivos, que se basaban en que la ionización del aire producido por una partícula radiactiva “aseguraba” la captación de cualquier chispa eléctrica producida en un amplio radio.
Este tipo ha sido prohibido, más por su falta de efectividad que por los riesgos reales (sólo existente en caso de grandes almacenamientos o de contacto directo durante largos períodos de tiempo).
En la actualidad, la teoría dominante es que la protección de los edificios frente a los rayos, debe disponerse con una red de conductores metálicos que rodee el edificio formando una cuadrícula que pase por todas sus aristas, con varillas verticales o divergentes en los tramos altos y en los salientes y con varias tomas de tierra.
Esta protección debe completarse con dispositivos interruptores de la sobretensión que el rayo provoca en la instalación eléctrica.
Las investigaciones más modernas, todavía a nivel de pruebas de laboratorio, se dirigen a conseguir la descarga de las nubes de tormenta por medio de rayos láser.
Fuente: Manual S.E.P.E.I. de Bomberos, Publicaciones de la Diputación de Albacete