Operaciones de ataque al fuego
Entrando ya en lo que sería el ataque al fuego propiamente dicho, vamos a poder elegir entre tres operaciones tácticas:
1.- Limitarlo o controlarlo.
2.- Dominarlo.
3.- Extinguirlo.
Será el Jefe de Dotación o Mando del siniestro quien decida por una de ellas, en función del tipo de siniestro y de los recursos disponibles.
Cada tipo de incendio es diferente y requiere sus operaciones especiales. No obstante, como norma general y aunque habrá ocasiones en que esto no pueda ser así, elegiremos como puntos de ataque aquellos hacia los cuales avanza el fuego con más facilidad, evitando elegir puntos en los que pueda preverse derrumbamientos u otras acciones perjudiciales.
Puede decirse que un incendio está bien atacado cuando, desde los primeros momentos de nuestra llegada, hayamos preservado los lugares con peligro de propagación o cuando, al menos, nuestros esfuerzos y atención sean dirigidos allí desde el principio de la intervención.
En esta profesión no pueden darse normas fijas exactas para la labor a efectuar por la complejidad de la misma y por la diversidad de terrenos en debe desarrollarse. Sabemos que son raros los incendios, aún de la misma naturaleza, que se presentan con las mismas características.
Indudablemente, factores como el reconocimiento del terreno, la pericia y el “golpe de vista” de los que dirigen la maniobra, el correcto funcionamiento del material y el alto grado de instrucción práctica y teórica alcanzado en sus entrenamientos por el equipo que interviene, son determinantes para el éxito de las medidas que se adopten.
Poniendo como ejemplo un incendio industrial, una vez llegados al lugar del emplazamiento y asegurado el aprovisionamiento de agua, la siguiente tarea a realizar será determinar la orientación del recorrido a realizar hasta el foco del incendio por lo que sería ideal disponer de una serie de planos que permitan hacerse una idea clara de la situación general, del camino a seguir y de las zonas por las que puede cortarse la progresión del incendio.
Cuando se lanza agua desde el exterior, en realidad no se está cortando el foco y sólo se debe hacer en el primer momento de aproximación y cuando interesa contener la temperatura de una pared refrescándola desde el exterior, mientras que un equipo actúa en el interior combatiendo un foco próximo a esa pared.
El trabajo real de extinción ha de hacerse buscando el foco del incendio para tratar de salvar la propagación de éste a cualquier otro tipo de mercancías o zonas limítrofes. Para ello, se dan dos fase definidas en la lucha contra el fuego:
– La penetración hasta el foco.
– El trabajo en el interior.
Esto es válido en general, aunque como cada incendio es un mundo distinto, siempre habrá matices diferentes.
Penetración hasta el foco.
Una vez recogida la información necesaria (abastecimiento, materia combustible y carga de fuego que representa,…) nos podremos formar una idea sobre la estabilidad de la estructura.
En este fase de penetración, en la que actuarán dos Bomberos cuya única conexión con el exterior será la manguera que portan, es cuando se produce el momento más crítico y cuando se tiene la mayor sensación de luchar contra lo desconocido, ya que la densidad del humo suele ser tal que el foco se descubre cuando, prácticamente, se está encima de él y las líneas sólo pueden verse a pocos metros de distancia.
En este caminar a ciegas, tanteando puertas, peldaños de escaleras y pasillos, los minutos empleados pueden resultar vitales para el resultado final.
Si se nos ha avisado cuando el incendio está ya desarrollado y a nuestra llegada ya se ha desmoronado la cubierta o parte de la estructura, poco vamos a poder hacer sino cortar la propagación a los espacios anejos.
Trabajo en el interior.
Mientras se llega al foco del incendio, como se ha dicho, se ha de reconocer el entorno de éste y la situación del edificio, se han de recopilar rápidamente los datos sobre los medios necesarios a emplear:
Situación de hidrantes y accesos por otros puntos y refuerzos previsibles que haya que pedir.
Una vez localizado el foco y establecido el camino para llegar a él, es cuando empieza la fase de extinción propiamente dicha.
Sabiendo ahora en qué lugar está actuando ese primer equipo en el interior, es cuando puede tomarse la decisión de refrescar una pared exterior (salvo que fuese una medida completamente necesaria desde el principio) o utilizar otros medios.
En esta fase se establecen ya otros recorridos de entrada y ataque al fuego por varios puntos, sin descuidar la posibilidad de abandono de una zona o incluso del edificio, si el comportamiento de la estructura da señales de debilitamiento.
En este punto también tendremos que observar la influencia del viento y la orientación de los tiros de aire en el interior.
El ataque al fuego por puntos enfrentados (direcciones opuestas) abriendo puertas o huecos por ambos lugares, puede dar lugar a un cambio brusco de los tiros de humo y del calor de las llamas, con lo que se puede poner en peligro, de forma imprevista, la vida de un compañero.
Una vez realizadas todas estas tareas, es cuando va a llegar un momento en el que se adquiera la certeza de que el incendio no se va a propagar, ni van a arder productos que no entraron en combustión.
En ese momento es cuando se considera que el fuego está dominado y, a partir de ahí, la extinción total es cuestión de tiempo y de abastecimiento de producto extintor, quedando el riesgo localizado y habiéndosele puesto unos límites.
Una característica, también, de los incendios en industrias y almacenes es que, desde que está dominado el fuego hasta su extinción total, transcurre un tiempo normalmente largo, al contrario de lo que sucede en viviendas, oficinas, etc.
Otro de los problemas que nos vamos a encontrar normalmente en almacenes, es la dificultad creada por las estanterías.
Los soportes y paneles metálicos de las estanterías, sin recubrimientos protectores y con secciones delgadas, pierden rápidamente su estabilidad.
Como los pasillos entre ellas suelen ser estrechos, al doblarse el hierro por efecto del calor, caen unas sobre otras dejando exiguos pasos para nosotros y dejando el terreno pisable en una especie de cordillera sin superficie de apoyo fiable para una persona.
También ese amontonamiento irregular puede crear huecos por donde circula el aire y alimenta el fuego de focos esparcidos que no se ven al estar tapados por otros productos y que puede avivarse en cualquier momento.
En cuanto a las cerchas de cubierta y correas, si se produce el hundimiento de estas, podemos decir que se estabiliza el conjunto en el momento en que quedan en contacto con el suelo. Hay que ir con cuidado con los muros o partes de muros que puedan arrastrar dichas correas o cerchas.
Hay que trabajar, a distancia prudencial de estos muros que presentan señales de ruina, en los espacios libres entre las cerchas caídas.
También hay que ir con cuidado con los movimientos por retracción que produce el enfriamiento de la extinción.
Las tensiones creadas por estos movimientos pueden hacer saltar soldaduras y apoyos, con peligro de hundimiento súbito, justamente al final del trabajo de extinción, cuando se va adquiriendo confianza en el terreno que se está pisando.
En general, y en ello puede influir notablemente el tipo de construcción, los Bomberos en España “apagamos más” que en el extranjero, si cabe,los fuegos desde dentro.
Ello se podría deber a la gran utilización de hormigón armado en las construcciones españolas, lo que da al Bombero cierta seguridad y garantía de la propia resistencia de la estructura.
Ventilación. Consiste en la evacuación o eliminación del calor, humos y gases de la combustión en el edificio incendiado, siendo otra tarea fundamental y debiendo realizarse sistemática y planificadamente.
Es una tarea muy importante dado que, a veces, puede ser necesario iniciar las operaciones de ventilación al mismo tiempo que las de salvamento o rescate para proteger a las personas de los productos de la combustión, así como lograr una mayor visibilidad y facilidad para las operaciones.
Así mismo, la ventilación controlada va a ser necesaria en el resto de fases de limitación, dominio y extinción del incendio.
Existen sistemas portátiles de ventilación (humo, fundamentalmente), con ventiladores de presión positiva, así como los típicos extractores de humo.
Métodos y técnicas de extinción. Simplemente anotaremos algunos de los métodos, técnicas, tareas concretas, etc., que caracterizan las operaciones propias de un Cuerpo de Bomberos, como por ejemplo:
– Cálculo del caudal necesario para el incendio.
– Técnicas de avance con mangueras.
– Técnicas de utilización de extintores.
– Ataque directo, indirecto y combinado.
– Utilización de grandes chorros o agentes extintores específicos (espumas, polvo, CO2,…).
– Equilibrio termal.
– Etc.
Seguridad personal.
Entre los peligros que amenazan a los Bomberos en la extinción de incendios, podemos citar:
1. Colapso de la estructura.
2. Explosiones o deflagraciones (backdraft, flash over, etc.).
3. Carencia de oxígeno suficiente para respirar.
4. Calor más humedad. Un Bombero no debe permanecer respirando, sin equipo autónomo de respiración, en ambiente húmedo con una temperatura superior a 60 ºC más allá de cinco minutos.
5. Gases tóxicos o venenosos.
6. Explosiones de productos almacenados.
7. Pánico. Por ello siempre deben estar por parejas y no quedarse nunca un
Bombero sólo dentro de un local incendiado.
8. Y muchos otros que dependen de multitud de factores.
Es imprescindible la utilización del equipo de intervención completo, incluido el equipo de protección respiratoria, que nos permite un buen aislamiento del exterior.
La hidratación del Bombero es un concepto clave. En los incendios hemos de pedir desde el principio agua potable o zumos.
Esperar hasta ver lo que dura el siniestro o su magnitud, es una pérdida de tiempo, ya que los momentos mas críticos de un incendio se producen al inicio de las maniobras de extinción.
Seria deseable llevar en los vehículos de primera salida algún tipo de bebida isotónica o agua embotellada.
Hasta hace poco tiempo, era habitual que se tomara leche durante los incendios porque se creía que “desintoxica”.
Esto es falso ya que provoca más sed y favorece la entrada en la sangre de los tóxicos contenidos en los humos del incendio.
Durante los incendios en interiores es preciso llevar un control estricto del tiempo de intervención de forma que la duración de la situación de esfuerzo máximo sea reducida en lo posible, de cara a evitar el agotamiento físico.
Siempre que sea posible, se deben organizar relevos en primera linea cada 40 minutos como máximo, o menos si las condiciones son muy duras, a fin de mantener las mejores condiciones físico- psíquicas durante el máximo tiempo posible y con la mayor eficacia posible.
Fuego en personas
En el caso de incendiarse las ropas de una persona, se debe:
– Acostar a la persona lo más rápidamente posible, impidiéndole salir corriendo para evitar que las llamas se activen.
– Apagar las llamas envolviéndola en una manta o similar. Nunca emplear tejidos de fibras sintéticas, nylon o plástico.
– Si no se dispone de nada para envolverla, hacerla rodar en el suelo de forma que se impida el contacto con el aire de la ropa que arde.
– Completar la extinción con agua o con un extintor que no sea de nieve carbónica.
– Trasladarlo a un centro sanitario sin efectuarle ninguna cura, únicamente procurando envolverlo adecuadamente para evitar infecciones en las quemaduras.
Fuente: Manual S.E.P.E.I. de Bomberos, Publicaciones de la Diputación de Albacete