Quemaduras
Se denomina de este modo a la lesión producida por la acción del calor.
Son heridas que en principio se manifiestan por su efecto sobre la piel, pero que transcurridas unas horas y dependiendo de la intensidad calórica, del tiempo de exposición, edad, etc., pueden tener unos efectos generales sobre el organismo.
La piel humana resiste amplias variaciones de temperatura a condición de que el tiempo de exposición sea muy corto.
A partir de 50ºC ya pueden producirse lesiones si el calor actúa el tiempo suficiente.
La piel cubre toda la superficie corporal y está constituida por:
– Epidermis, la capa más superficial y en proporción armónica entre las células que se descaman y las que nacen.
– Dermis, debajo de la anterior y que, al contrario que ésta, responde con cicatrización a los traumas que recibe.
– Glándulas sudoríparas.
– Folículos pilosos.
– Glándulas sebáceas.
– Vasos sanguíneos y linfáticos.
– Nervios sensitivos y terminaciones especializadas.
– Células pigmentarias.
Asimismo, la piel constituye el órgano más extenso del cuerpo y sus principales funciones son:
– Impermeabilidad selectiva, impidiendo tanto el encharcamiento como la deshidratación.
– Termorreguladora, mediante sus capilares y glándulas sudoríparas.
– Excretora, mediante las glándulas sudoríparas.
– Productora de vitamina D, mediante la acción de los rayos ultravioletas.
– Protectora, mediante sus pigmentos y como barrera antiinfecciosa.
– Informadora, mediante sus terminaciones específicas.
Vemos por tanto que es un órgano de gran importancia por su diversidad de funciones, que se alterarán de distinta manera según la intensidad de la quemadura.
En una clasificación de las quemaduras por su etiología se dividen en:
– Térmicas, las más frecuentes. A su vez pueden ser
– Húmedas, por líquidos y vapores.
– Secas, por llamas, elementos calientes, fogonazos,…
– Químicas, que además de la quemadura en sí pueden sumar los efectos sistémicos en hígado, riñones.
– Eléctricas, por el paso de la corriente eléctrica a través de los tejidos.
– Radiaciones, por Rayos X, explosiones nucleares, rayos ultravioletas,…
– Aspiración, por inhalación de aire y humos tóxicos a alta temperatura.
– Abrasaciones, ocasionadas por la alta temperatura desprendida en la fricción
(roce de la piel con elementos a gran velocidad).
– Mixtas, que comprenden todas las combinaciones imaginables de los factores antes citados y serán las más frecuentes en “nuestro” incendio ya que, a excepción de las radiaciones, el resto de formas etiológicas pueden coexistir en un incendio.
La destrucción de la piel va a llevar consigo la pérdida de las funciones de esta y que son:
– Regulación de la temperatura corporal,
– Función excretora a través de las glándulas sudoríparas,
– Productora de vitamina D, de barrera antiinfecciosa,
– Sentido del tacto.
Fuente: Manual S.E.P.E.I. de Bomberos, Publicaciones de la Diputación de Albacete