Génesis de los prejuicios
Si la elaboración de los estereotipos se define como un proceso del racionalización de ciertas características en cuanto a un grupo, en una y determinada sociedad, la génesis de los prejuicios está ligada a factores de aprendizaje social que presentaremos a continuación.
Socialización y emergencia de los prejuicios.
El desarrollo de los prejuicios va en paralelo al de las actitudes. Su génesis está vinculada a los fenómenos de socialización. Por ello son el resultado de un aprendizaje social; su desarrollo está condicionado en primer término por el medio ambiente familiar y, más particularmente, por el modelo que los padres constituyen al principio, como fuente principal de conocimiento para el hijo.
A través de ellos lees explicado el mundo y el hijo intenta repetir lo que ellos le muestran. Así pues, los niños aprenden los comportamientos sociales observando a los demás o imitándoles; mediante este proceso adquieren las actitudes y sobre todo, los prejuicios de sus padres.
La vinculación existente entre la importancia de esta marca parental y los prejuicios ha quedado de manifiesto en la investigación acerca de la personalidad autoritaria (adorno y cols., 1950).
Este estudio era al principio una investigación sobre los motivos del antisemitismo, para averiguar si existían tipos de individuos particularmente antisemitas. En realidad estos trabajos han revelado que no existían tipos de individuos, sino un tipo de personalidad: la personalidad autoritaria, cuya
Este análisis muestra que los libros de texto constituyen un destacado depósito para el aprendizaje de prejuicios, y que actúan como los equivalentes contemporáneos de las fábulas antiguas, contribuyendo así a configurar los espíritus y a nutrir al pensamiento social.
La escolarización es una de las formas del desarrollo y del mantenimiento del prejuicio. El prejuicio, es por tanto, una representación adquirida, que se aprende en primer término mediante la interiorización de los modelos parentales. A continuación, a lo largo de la vida, la influencia de los grupos, de las instituciones y del contexto social en el que vivimos, cultiva nuestras ideas preconcebidas y las perpetúa.
Diferenciación social.
El estereotipo constituye un importante mecanismo de mantenimiento del prejuicio y, por ello, ambos aseguran una función esencial de discriminación. Los psicólogos sociales se han interesado sobre todo por los efectos psicológicos que van unidos a procesos desigualitarios, a nivel social, educativo o económico.
La función discriminativa se manifiesta en primer lugar, por una modificación de la imagen de sí mismo.
Lewin (1941) observó que los judíos se habían forjado una representación detestable de sí mismos, a fuerza de ser víctimas de discriminaciones: en lugar de dirigir hacia el exterior, para oponerse a ellos, los prejuicios de los que habían sido objeto, de algún modo se les incorporaban.
Los trabajos de Clark (1947) fueron los primeros que mostraron la degradación de la imagen, en sí, como efecto de la discriminación. El experimento se realizó con niños negros de edades comprendidas entre unos meses y siete años, a los que se les presentaban parejas de muñecas, una de las cuales era de color marrón oscuro y la otra más bien pálida.
Se les pedía a los niños, de diversos modos, que expresasen su preferencia: ¿cuál era la muñeca más bonita?, ¿cuál era la que tenía cara de mala?, ¿con cuál querían jugar?, etc.
Este estudio mostró que los niños negros sentían una aversión injustificada hacia las muñecas que más se les parecían; en su gran mayoría (dos tercera partes) se sentían atraídos por la muñeca pálida. Los investigadores interpretaron este fenómeno como un desprecio disimulado contra sí mismos.
Efecto Pygmalión Estos fenómenos han sido particularmente observados en el sistema escolar y son conocidos con el nombre de efecto Pygmalión.
Es un proceso que consiste en crear en otras expectativas que son, de hecho, el resultado de una percepción más o menos clara que tenemos a su respecto.
Recordemos que el término «Pygmalión» procede de la leyenda de un escultor griego que se enamoró de la estatua que él mismo había esculpido y que adquirió vida.
El experimento que definió el efecto Pygmalión fue realizado por Rosenthal y Jacobson (1968) en una clase de escuela primaria.
Fuente: Apuntes de Seminario de Comunicación Social de la U de Londres