La industria mediática

Transformación de materias primas en productos elaborados. Por extensión, el conjunto de instalaciones en las que se realizan dichas transformaciones.

Si bien la actividad industrial así definida puede hacerse extensiva a lo que comúnmente se denomina artesanía, la diferencia fundamental entre ambas estriba principalmente, en que mientras el artesano realiza por sí mismo todas las operaciones necesarias para obtener el producto final, la industria se caracteriza por su especialización, de modo que las diferentes etapas del proceso son realizadas por diferentes trabajadores, o incluso empresas.

Para que el sistema productivo así concebido funcione correctamente es necesaria la íntercambiabilidad, es decir, los productos obtenidos en cada etapa deben cumplir una serie de requisitos que permitan su uso como materia prima en la etapa siguiente; por ejemplo, el tornillo adquirido a la empresa “A”, debe enroscarse perfectamente en la tuerca comprada a la empresa “B”.

Este razonamiento lleva a la introducción del concepto característico de la industria, que no es otro que el de la normalización.

En efecto, mientras el artesano realiza creaciones únicas en su especie, la industria se dedica a clonar indefinidamente un determinado producto.

La reciente introducción de la robótica y la fabricación flexible en la industria, pretende acabar con esta disyuntiva, tendiéndose actualmente hacia la fabricación de productos a la carta, de modo que el consumidor se figure que ha adquirido un producto exclusivo; así, por ejemplo, podemos elegir al adquirir un automóvil entre un número cada día mayor de opciones.

La humanidad siempre ha tenido la necesidad de transformar los elementos de la naturaleza para poder aprovecharse de ellos. En un sentido genérico a esa transformación de la naturaleza es a lo que podríamos llamar industria.

Al elemento de la naturaleza que vamos a transformar le llamamos materia prima y al objeto transformado y dispuesto para usar lo llamamos producto elaborado. Si el producto obtenido necesita una segunda elaboración se trata de un producto semielaborado, como por ejemplo las planchas de acero que aún deben usarse para hacer coches, o clavos.

La industria fue el sector motor de la economía desde el siglo XIX y hasta la segunda guerra mundial la industria. Era el sector económico que más aportaba al producto interior bruto (PIB), y el que más mano de obra ocupaba, pero desde entonces y con el aumento de la productividad gracias a la mejora de las máquinas, y el desarrollo de los servicios, ha pasado a un segundo término. Sin embargo, continúa siendo esencial, puesto que no puede haber servicios sin desarrollo industrial.

Hacia finales del siglo XVIII, y durante el siglo XIX, el proceso de transformación de los recursos de la naturaleza sufre un cambio radical, que se conoce como revolución industrial. Este cambio consiste, básicamente, en la disminución del tiempo de trabajo necesario para transformar un recurso en un producto útil, gracias a la utilización, en el proceso, de máquinas.

Esto permite reducir los costes unitarios, y aumentar la productividad, si bien es necesario incrementar los costes totales, lo que hace imprescindible la acumulación de capital. Para entonces está plenamente asentado en modo de producción capitalista, que pretende la consecución de un beneficio aumentando los ingresos y disminuyendo los gastos.

Con la revolución industrial el capitalismo adquiere una nueva dimensión, y la transformación de la naturaleza alcanza límites insospechados hasta entonces.

Gracias a revolución industrial las regiones se pueden especializar, sobre todo debido a la creación de medios de transporte eficaces, un mercado nacional y otro internacional, lo más libre posible de trabas arancelarias y burocráticas.

Algunas regiones se van a especializar en la producción industrial, conformando lo que conoceremos como regiones industriales.

El capital de inversión, en Europa, procede de la acumulación de riqueza en la agricultura. El capital agrícola se invertirá en la industria y en los medios de transporte necesarios para poner en el mercado los productos elaborados.

En principio los productos industriales harán aumentar la productividad de la tierra, con lo que se podrá liberar fuerza de trabajo para la industria y se podrán obtener productos agrícolas excedentarios para alimentar a una creciente población urbana, que no vive del campo.

La agricultura, pues, proporciona a la industria capitales, fuerza de trabajo y mercancías. Todo ello es una condición necesaria para el desarrollo de la revolución industrial.

En los países del tercer mundo, y en algunos países de industrialización tardía, el capital lo proporciona la inversión extranjera, que monta las infraestructuras necesarias para detraer la riqueza y las plusvalías que genera la fuerza de trabajo; sin liberar de las tareas agrícolas a la mano de obra necesaria, sino sólo a la imprescindible.

En un principio hubo de recurrirse a la esclavitud para garantizar la mano de obra. Pero el cambio de la estructura económica, y la destrucción de la sociedad tradicional, garantizó la disponibilidad de suficiente fuerza de trabajo asalariada y voluntaria.

El escenario de la comunicación pública se ha transformado radicalmente por efecto de la revolución digital. El impacto de las innovaciones tecnológicas, en la medida en que inciden particularmente sobre la información, se extiende sobre todas las actividades humanas basadas en el conocimiento, como las industrias mediáticas, la educación, la economía, las finanzas, el entretenimiento, la consultoría, la publicidad y el marketing, entre otras.

Para comprender el alcance de los cambios, planteo en primer lugar la necesidad de situar la actual revolución en el contexto histórico de las grandes transformaciones mediáticas, en segundo lugar, propongo la revisión de los paradigmas clásicos de la comunicación y su reformulación en términos de e-comunicación.

A pesar de los riesgos que suponen las visiones panorámicas en un trabajo breve como el presente, subrayo algunos de los efectos más relevantes de la e-comunicación sobre los medios tradicionales, y finalmente propongo una serie de tendencias e ideas clave, a modo de conclusión provisional.

Fuente: Apuntes de Seminario de Comunicación Social de la U de Londres