Venus y cupido
Primero entre los pintores flamencos, recibe influencias de Miguel Ángel en sus figuras y de Tiziano en el señalamiento espacial por medio del color. Este cuadro es una de las copias que hace de Tiziano. Aparece el tema del espejo, que mira a
Venus mientras ella mira a Cupido. Se pueden observar brazos y piernas fuertes
El intenso erotismo que despliega Rubens en su obra tiene una manifestación en esta obra.
Esta pintura es una de las mayores que guarda el Museo del Prado. Originalmente más pequeña, el propio Rubens la amplió – por arriba y por la derecha- veinte años después de haberla pintado.
La había hecho para el Ayuntamiento de su ciudad –Amberes-; a través de las manos del gobernador español llegó a las de Felipe IV, que encargó a Rubens su ampliación durante la segunda estancia del pintor en la corte madrileña. En la parte añadida de la derecha incluyó Rubens su autorretrato – es el caballero vestido de morado que vuelve su mirada al espectador –.
Todo el lienzo es una fiesta de color, movimiento y lujo. Es una de sus obras más aparatosas y desbordadas, aunque bien organizada sobre un eje diagonal que parte de la figura del Niño y vértebra la composición del cuadro hasta el ángulo opuesto.
Fuente: Apuntes Historia del Arte del Renacimiento al Siglo XVII