Sandro Botticelli
Nació en Florencia en 1445 como Alessandro di Mariano Fillipepi Fue acusado anónimamente en 1502, ante la Uffiziali di Notte, la institución ante la cual los ciudadanos Florentinos podían denunciarse mutuamente por crímenes reales o imaginarios, por un acto de sodomía con uno de sus ayudantes.
Independientemente que la denuncia fuese basada en hechos ciertos o no, hay un dato significativo de la vida de Botticelli: Nunca se marcho del hogar familiar. Otros detalles que hablen de su sexualidad pueden encontrarse en sus obras: Sus bellísimos ángeles, de sexualidad ambigua, abrazándose entre ellos…
Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi, alias Sandro Botticelli (Florencia, 1445 – Florencia, 17 de mayo de 1510), nace en el barrio de la Iglesia de Ognissanti en una casa de la calle de Vigna Nuova en la próspera ciudad de Florencia.
La infancia de Botticelli, último de cuatro hermanos, transcurre entre las calles de su ciudad y el olor del cuero curtido del taller de su padre, donde al parecer trabajaba de aprendiz y aprendió la técnica del orífice y del dorador.
Sobre el origen del seudónimo artístico bajo el que es conocido Botticelli existen diversas versiones. El primer biógrafo de Botticelli, Giorgio Vasari, afirma que procede del nombre de un compadre suyo, Botticello, con quien aprendió de orífice.
Otros estudiosos opinan que el apodo puede derivar de su actividad artística, pues a los orífices y orfebres se les denomina «battigellos», es decir, batidores de oro y plata. La posibilidad más moderna y menos extendida esgrime que el seudónimo procede de su hermano Antonio que desempeñaba la misma profesión.
La versión más defendida por la crítica procede del apodo de su hermano mayor, Giovanni, que debido a su gruesa cintura era llamado «Botticelli», es decir, «tonelete», extendiéndose más adelante esta denominación a todos los miembros de la familia.
Tras dedicar varios años de su vida a las profesiones de orífice y de dorador, Botticelli decide encaminar sus pasos hacia el mundo de la pintura. Ingresa en 1462 en el taller de Fray Filippo Lippi en Prato, a los dieciséis años. La influencia que ejerce su maestro sobre sus obras más tempranas se deja sentir tanto en el estilo como en el tratamiento pictórico, aunque en poco tiempo se observa una clara evolución personal.
De Filippo Lippi no sólo adopta la gama cromática, sino también la gracia de sus figuras, inspiradas en formas de estilo gótico.
A lo largo de esta etapa sus pinceles se ocuparán de abordar temas de carácter sagrado, como la Adoración de los Reyes Magos (1465), la primera obra que se le atribuye. En esta composición, de formato alargado, introduce fondos arquitectónicos para acentuar el efecto de la perspectiva, aunque demuestra su inexperiencia tanto en la distribución del espacio como en la desproporción de los personajes.
Con motivo del viaje de Lippi a Spoleto, se baraja la posibilidad de que Botticelli abandonase el taller de su maestro y se marchase al de Andrea Verrocchio o bien que ambos abran el suyo propio. En 1469, trabaja en la nueva casa de sus padres situada en la calle Porcellana y colabora en el taller de Verrocchio, y al año siguiente ya tiene uno propio.
En seguida recibe su primer encargo oficial, para el tribunal del Gremio de Mercaderes. Es entonces cuando entra en contacto con Tommaso Sorderini, quien mantenía una buena amistad con los Medici, el cual le encomienda que ejecute La
Fortaleza, donde ya se observan ciertos rasgos pictóricos que hablan de una rápida evolución: de la suavidad que definen los colores de sus primeras obras pasa a un cromatismo mucho más rico, al tiempo que acentúa el volumen de sus figuras.
Llegados a este punto, la mayor parte de los críticos coinciden en atribuir este cambio a las enseñanzas de Verrocchio, por la delicadeza con la que describe los objetos metálicos, y a Pollaiuolo en la intensidad del dibujo. Después, en 1472, se inscribe como miembro de la Compañía de artistas de San Lucas.
Botticelli continúa sus progresos y varios aprendices entran a su taller, entre ellos, el quinceañero Filippino Lippi, hijo de su anterior maestro, el fraile Lippi. La experiencia que va adquiriendo es notable y le permite resolver con gran maestría técnica sus obras.
Un ejemplo de ello es cómo aborda la perspectiva en la Adoración de los Magos (1472) en la que gracias a la arquitectura que ampara al excesivo número de personajes, concentrados en la escena, logra salvar el punto de vista de esta composición circular, destinada a ser contemplada desde un lugar de gran altura.
La vida de Botticelli transcurre mayoritariamente en la tumultuosa ciudad de Florencia, capital artística del Quattrocento. Abandona en contadas ocasiones la tierra que le vio nacer y cuando lo hace es por motivos de trabajo.
Tras un viaje a Pisa en 1474, Botticelli comienza a trabajar para la familia Medici, relación que se mantendrá durante muchos años. Bajo la protección de estos importantes mecenas, el retrato será uno de los géneros al que mayor tiempo dedique.
Uno de los primeros que se le atribuyen es el Retrato de un joven (1474), considerado un autorretrato; esta imagen, pintada al temple sobre una tabla y con un fondo plano, carece de elementos secundarios que sitúen al personaje dentro de un espacio con profundidad.
Un año después, utiliza un paisaje de fondo para ubicar el Retrato de hombre con la medalla de Cosme el Viejo, al tiempo que muestra una original forma de introducir al personaje principal en el cuadro: pinta a un joven de medio cuerpo que sostiene una medalla con la efigie de perfil de Cosme I.
Uno de los retratos más significativos de esta época, por su carácter alegórico, es el que realiza De Giuliano (1476); situado delante de una ventana entreabierta, muestra la imagen de un hombre sumido en la tristeza y, en el ángulo inferior izquierdo, una tórtola simboliza su castidad tras la muerte de su amada Simonetta.
Los rostros de Cosme el Viejo, Lorenzo y Giuliano de Medici vuelven a protagonizar la escena de la Adoración de los Magos (1475), en la que Cosme el Viejo y sus hijos son identificados con los reyes mientras Giuliano aparece en el extremo izquierdo y la figura del pintor estaría situada en el lado derecho.
El papel del donante es fundamental en este periodo, pues en todas las obras pagadas por particulares el pintor debía dar a conocer la generosidad de estos personajes, bien con sus retratos o bien reproduciendo el escudo de armas de la familia.
Entrando en la década de 1480 y antes de su marcha a Roma, Botticelli decora la Iglesia de Ognissanti en Florencia con la figura de San Agustín (1480) por encargo de los Vespucci, una poderosa familia de burgueses florentina, y realiza también la
Anunciación (1481) en el Hospital de San Martino Della Scala. A lo largo de esta la década de los ochenta, el artista ilustra con diecinueve ilustraciones sobre pergamino una edición de La Divina Comedia de Dante, comentada por Landino, obra reeditada por los eruditos de la época pertenecientes a la Academia, que ven un carácter neoplatónico del que son partícipes en los versos de Dante.
Su fama y éxito profesional van en aumento hasta el punto de que Botticelli es escogido por el Papa Sixto IV para ir a Roma con una comitiva de pintores encargada de ejecutar los frescos de la Capilla Sixtina.
Ghirlandaio y Perugino, primero, y más tarde Piero di Cósimo, Signorelli y Pinturicchio fueron los artistas que junto con el florentino formaron tan excepcional séquito, acabando la decoración de la capilla en 1482.
A Botticelli le corresponde poner en escena los episodios de Las Pruebas de Moisés, Las Tentaciones de Cristo y La Conturbación de Moisés. Fuentes de la época indican que ni él ni Ghirlandaio cobraron sus honorarios, por lo que las obras quedaron inconclusas.
Una vez terminados estos frescos, el artista regresa a su Florencia natal, donde sus protectores, los Medici, le encargan en 1483 que decore las paredes de la villa de Lorenzo el Magnífico, situada en Spedaletto, localidad cercana a Volterra, trabajo que es ejecutado, de nuevo, junto con Perugino y Ghirlandaio y el joven Filippino Lippi.
Botticelli también decorará la villa de Trebbio de Pierfrancesco de Medici en 1496. A su regreso a Florencia en 1482 su prestigio aumenta de forma notable, de manera que tiene que hacer frente a numerosos encargos. A esta década pertenece el grueso de su producción profana, como las pinturas sobre tabla del Decamerón de Bocaccio.
Minerva dominando al centauro (1482), Venus y Marte (1483) y el Nacimiento de Venus (Ap. 1485) serán tres de los cuadros más importantes que realiza en este periodo por encargo de Lorenzo Pierfrancesco, y que se piensa que acompañaban a La Primavera.
La situación política se complica en Florencia. El fraile dominico Girolamo Savonarola llega a la ciudad en 1482, afectando en sumo grado a toda la sociedad toscana. Savonarola predica contra las obras de arte que sólo buscan el placer de los sentidos y propugna por la utilización del arte como medio para mostrar la grandeza y belleza divina de Cristo.
Los Medici son expulsados de Florencia en 1494 y el poder del dominico se extiende cada vez con más fuerza por toda la región de la Toscana. La influencia del fraile preocupa al Papa, quien lo excomulga, y un año después, en 1498, Savonarola es quemado en la hoguera. Aunque Botticelli no era uno de sus seguidores, sus sermones influyeron no poco en su forma de pensar.
De hecho, cuando en 1497 arden en Florencia las llamadas Hogueras de las Vanidades, a las que los seguidores de Savonarola arrojaron obras de arte, artículos de lujo y toda muestra de fastuosidad que les pareciera contraria a su moral, parece ser que el pintor también entregó a las llamas algunos de sus cuadros.
En estos días, además, se produce, debido a la fuerte influencia savonaroliana, un aumento importante de encargos de carácter religioso en detrimento de la obra profana.
Así, pone ahora Botticelli sus pinceles al servicio de la concepción del arte que predicaba Savonarola, tratando en sus obras el tema religioso y abandonando su naturalismo y fastuosidad en favor del contenido del cuadro y la humildad y sencillez de las formas.
En esta época, la actividad pictórica de Botticelli sufre algunos altibajos, pues, al margen de la situación política en Florencia, cada vez más revuelta con la subida al gobierno del antimediceo Soderini en 1502, el artista pasa por un periodo de fuerte crisis espiritual y sufre todo un conglomerado de problemas.
Pero, a pesar de todo ello, en 1499 tiene suficientes encargos y dinero para inscribirse en el Gremio de los Médicos, a la vez que continúa perteneciendo a la Compañía de Pintores de San Lucas.
Pese a su periodo de crisis, el prestigio de Botticelli como artista sigue en pie y su opinión es buenamente valorada por sus compañeros y mecenas, motivo por el cual Lorenzo el Magnífico consulta a este pintor junto a otros prestigiosos artistas de gran talla, como Perugino, Ghirlandaio, Sangallo, Filippino Lippi y Leonardo Da Vinci, sobre un proyecto importante para la ciudad de Florencia: la elección de un lugar donde colocar la famosa estatua de David esculpida por Miguel Ángel.
Los cinco últimos años de vida de Botticelli carecen de datos relevantes. Parece ser que la miseria y el olvido son sus únicos compañeros. Giogio Vasari, importante biógrafo de artistas, escribe en sus Vidas que «finalmente se vio viejo e inútil y caminando con dos muletas porque no podía tenerse en pie».
Así murió uno de los grandes artistas de la Historia, enfermo y decrépito. Sandro Botticelli fallece a los sesenta y cinco años de edad y su cuerpo es enterrado en el cementerio de la Iglesia Todos los Santos de Ognissanti en Florencia, en el barrio que le vio nacer, acompañado de una de sus obras más valoradas, San Agustín en su gabinete, cuadro que, curiosamente, recoge el momento de la muerte del santo.
Fuente: Apuntes Historia del Arte del Renacimiento al Siglo XVII