Giorgione Giorgio Da Caltefranco
Su vida y obra resultan misteriosas a partes iguales. Nació en 1479 y murió en 1510 por la peste. Su obra ha sido discutida, arrebatada cuadro a cuadro a la autoría de Tiziano, a quien se consideró autor de muchos lienzos que más tarde se descubrieron realizados por Giorgione.
La mayor innovación de Giorgione estriba en que fue uno de los primeros pintores de su época en dedicar su producción al coleccionista particular, en vez de a grandes instituciones o mecenas.
Así, casi toda su obra es de formato mediano y no quedan intactos grandes paneles o frescos. Además, el significado de su obra se nos escapa en la mayoría de los casos, estando probablemente relacionado al conocimiento cabalístico y religioso.
Giorgione casi renunció a los grandes retablos encargados por iglesias o conventos para realizar obras de temática religiosa más personales, de pequeño formato y para devoción particular como esta tabla que contemplamos.
La figura de María sostiene en su regazo al Niño mientras que Santa Catalina y San Juan Bautista contemplan la escena, dispuestos en diferentes planos para acentuar la perspectiva. La escena se desarrolla en un interior pero el muro se abre por una ventana que permite contemplar un atractivo paisaje en el que la luz también ocupa un importante papel.
Y es que la iluminación empleada por el maestro aumenta el intimismo del momento, bañando las diferentes figuras y creando un efecto atmosférico heredado de Leonardo. Será en los rostros, especialmente el de la Virgen, donde se manifieste con mayor fuerza el «sfumato».
Esta iluminación resalta las diferentes tonalidades utilizadas, especialmente los rojos, verdes y azules, resultando una obra de gran delicadeza y devoción.
Fuente: Apuntes Historia del Arte del Renacimiento al Siglo XVII