Objetivos generales y específicos

Los objetivos son los puntos de referencia o señalamientos que guían el desarrollo del estudio, y a cuyo logro se dirigen los esfuerzos del investigador. Para plantear los objetivos es preciso, entonces, conocer con todo detalle qué es lo que se pretende lograr a través de la investigación; qué contendrá el documento final.

Los objetivos que se establezcan deben estar expresados claramente, para evitar trastornos o posibles desviaciones en el proceso de investigación. Hay que cuidar también que sean congruentes con la justificación (sin confundirse con ella) así como con los elementos que conforman el problema que se investiga; es decir, su planteamiento y sus delimitaciones. De esta manera, la formulación adecuada de los objetivos depende de la claridad que se alcance en los pasos anteriores.

En el momento de formular los objetivos, el investigador debe de tener en cuenta los diversos aspectos o circunstancias que puedan limitar o hasta impedir su realización plena. Por ejemplo, debe revisarse con cuidado la disponibilidad de tiempo y recursos, materiales y humanos.

Los objetivos pueden clasificarse de diversas maneras:

  • En cuanto a su temporalidad, podemos encontrar objetivos inmediatos y mediatos.
  • Dependiendo de su alcance, tendremos objetivos específicos y generales; suele ocurrir que los objetivos generales se relacionen con la pregunta general que se esconde tras el planteamiento del problema, y los específicos con aspectos o preguntas más particulares derivadas de ella.
  • Según su enfoque, hablaremos de objetivos teóricos y prácticos.
  • Si tenemos en cuenta la finalidad del estudio, podemos hablar de varios tipos de objetivos, como Diagnóstico, Pronóstico, Prognosis Diferencial, Evaluación, Diseño de Acciones o Divulgación, entre otros.

En la práctica real de la investigación, se pueden formular objetivos que se puedan alcanzar antes de concluir ésta. Pueden considerarse como objetivos intermedios, para obtener información, y pueden formar parte de otros, más generales.

Por ejemplo, un investigador puede decidir realizar un estudio mercadológico alrededor de varias interrogantes: se pregunta qué elementos de los anuncios espectaculares situados en la avenida X llaman la atención de los transeúntes, por qué lo hacen, qué sentimientos manifiestan los habitantes de esa avenida, con respecto a la instalación, en ella, de anuncios espectaculares, qué anuncios de los que se encuentran en dicha calle rechazan y por qué razones.

Encontramos, entre los postulados de este estudio, un objetivo general: dar cuenta de las actitudes del público con respecto a la instalación de anuncios espectaculares en la avenida X; vemos unos objetivos específicos: averiguar qué llama la atención del consumidor, qué sienten las personas ante la apropiación publicitaria de los espacios públicos en los que transcurre su vida cotidiana y qué elementos de los anuncios son rechazados por los consumidores.

De acuerdo con su plan de trabajo, el investigador irá encontrando primero unas respuesta s a esas interrogantes y luego otras; puede entonces plantear objetivos inmediatos y mediatos, y, en general, sus objetivos se sitúan alrededor del diagnóstico y la evaluación.

Al proponer objetivos, puede suceder también que se planteen algunos que pertenezcan más bien a un programa de acción, tendiente a influir en los procesos, a partir de la información obtenida en la investigación. Esos objetivos no forman parte de la investigación misma, y no es tarea del investigador su propuesta, sino de quienes dirijan las políticas necesarias para poder alcanzarlos, aun cuando el que lo haga sea el investigador mismo. Pertenecen a otra esfera de acción; la investigación concluye con el reporte; lo que se haga a partir de él no puede considerarse un objetivo de investigación.

Muchas veces encontramos investigaciones que no presentan de manera formal los objetivos. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que es precisamente en ellos donde se manifiestan, implícita o explícitamente, los intereses, las posturas intelectuales, las tendencias políticas o las filiaciones ideológicas del responsable de una investigación.

Puede darse el caso de que el investigador encuentre sus objetivos difíciles de alcanzar. Esto puede suceder porque el problema que se estudia se haya planteado a un nivel muy teórico, porque no se tenga suficiente información, o que las técnicas que se utilicen no permitan captar la información adecuada para alcanzarlos. También puede ocurrir que la disponibilidad de tiempo y recursos sea distinta a la proyectada, o que los objetivos mismos se hayan propuesto de forma poco clara.