Óleo de Madona con el Niño dormido pintado por Andrea Mantegna en el renacimiento
Este óleo es uno de los más intimistas y delicados de su autor, Andrea Mantegna, que acostumbraba a pintar figuras llenas de monumentalidad e hieratismo. Es una aproximación en primer plano de la Virgen que abraza al Niño, dormido.
La Virgen es muy joven y posee una belleza melancólica que provoca una gran dulzura y simpatía. Su rostro está inclinado sobre el bebé y su mirada absorta parece perderse en el triste futuro de su hijo, al que abraza con un gesto protector.
El niño está envuelto en un paño blanco que en los libros de teología se identificaba como una prefiguración del sudario, en alusión a la muerte en la cruz.
Al tiempo que la Virgen abraza al niño, el rico manto dorado parece abrazarla y envolverla a ella en una forma ovoide de geometría perfecta, muy del gusto del primer Renacimiento.
Fuente: Apuntes Historia del Arte del Renacimiento al Siglo XVII